"¿Por qué eres el único al que pienso? Mi sombra baila sin ti por primera vez, mi corazón espera a que entres esta noche. Dime que hay cosas de las que te arrepientes, porque siendo honesto aún no te supero"
Los días pasaron junto a interminables horas de dolor insoportable.
Erick volvió a releer los papeles en sus manos; Joel no llegaría a los tres meses, Joel no tendría otro año.
Su corazón se rompió haciendo que le fuera tan difícil respirar.
Por otro lado, Joel se encontraba como siempre sentado en la camilla. Siente su cuerpo pesado, tiene un leve dolor en el pecho y no sabe si es por el cáncer o por lo que llegará a hacer. Quizá ambas.
"Te ves hermoso"
"Amo verte sonreír"
"Saldrás de esta"
Era cada una de las frases que Erick le decía cada día; Joel sabía que tenía buenas intenciones, pero no quería escucharlo. No importaba cuanto cubrieran su enfermedad con azúcar, la sensación era la misma. Todo en él era horrible.
—¡Hola! —Erick entró al cuarto con su buen humor de costumbre, se acercó a él dándole un beso en su mejilla antes de darse la vuelta y sacar unas cosas del estante —. Pensé que hoy podrías enseñarme a pintar en acuarelas en vez de hacer una aburrida sesión. Te traje más pintura...
Las palabras de Erick se evaporaban en el viento antes que llegaran a sus oídos, Joel ni siquiera le prestaba atención cuando soltó el comentario de repente.
—Mátame.
Erick escuchó el comentario de repente, se dio la vuelta, Joel seguía en la misma posición que lo encontró —¿Qué? Joel de verdad con esto no se juega —negó soltando una risa nerviosa. Porque de verdad esperaba que fuese una broma.
—Ya no aguanto —admitió con firmeza —. Sé que puedes hacerlo.
—Yo no voy a matarte, Joel.
—¿Acaso no me amas? —gritó de un de repente —. Mátame, se supone que uno quiere lo mejor para la persona que quiere.
—Pero, Joel...
—Erick ya no puedo —su voz se quebró —. Prometí ser fuerte por ti, pero el dolor es más grande.
Erick tomó sus manos obligándolo que mirara sus ojos —Eres fuerte, mírate; todo lo que has hecho, todo lo que luchaste. Eres fuerte, me tienes a mí, tienes el nosotros para cuando salgas de aquí...
Las lágrimas corrieron por sus mejillas más rápido. La frente de Erick chocó con la de Joel, mientras ambos murmuraban sollozos.
El guerrero silencioso perdió la guerra silenciosa.
—No existe un nosotros —negó separándose bruscamente del menor —. Por más que quiera abrazarte y besarte, no puedo, no puedo amarrarte a mí. Tú no puedes amar a alguien que está... Que está casi muerto.
—No, Joel. Nosotros...
—¿Crees que no me he dado cuenta? Sé que me inyectas droga para calmar el dolor. Si haces eso, perfectamente puedes matarme.
—¡Te dije que no lo haré!
—¡Bien! Entonces no quiero verte más.
Erick lo miró en silencio, su corazón termino por romperse. No respondió nada, era mejor que dejarlo solo. Se dio la vuelta y salió del cuarto, sus ojos miraban el suelo ocultando sus lágrimas.
—¿Paso algo? —preguntó Christopher al verlo tan pálido.
—No puedo, Chris —sollozó pasando sus manos por su rostro con fuerza —. De verdad no puedo —y sin aviso corrió a la salida de Heartt.
Fue entonces, después de tres días de no pisar el hospital, Christopher se dejó caer en la casa de su amigo.
—Tienes que volver con Joel —fue lo primero que dijo cuando abrió la puerta.
Le invito a pasar, ambos se sentaron en silencio hasta que Erick hablo —¿Cómo esta él?
—Está peor que antes. Tienes que volver, ayúdale más.
Negó con la cabeza —En una relación involucra la confianza, él carga con tantos secretos.
—Todos estos meses estuviste con él, no puedes dejarlo ahora. ¡No puedes rendirte, tienes que salvarlo!
—No puedes salvar a alguien que no quiere ser salvado, es por eso que deje ir a Joel.
—¿Te arrepientes de conocer a Joel?
—Me arrepiento de enamorarme de él.
