CAPÍTULO 12

4.6K 594 242
                                    


"En las nubes donde los ángeles cantan. Sus ojos son en donde quiero estar, y su sonrisa es todo lo que veo. Él sabe que necesito su amor.

En las nubes donde los ángeles cantan, es su sonrisa tan cristalina"






Joel deseaba con todo su corazón ir a esa aventura con Erick. Era su deseo, aunque no era lo que escribió en aquella lista —que perdió hace meses— Realmente deseaba salir de ese hospital.

Se sentía encadenado mirando el teléfono; quería llamar a Erick, con solo escuchar su respiración le bastaba para sentirse protegido, sin embargo, lo único que hizo fue apretar el aparato entre sus manos mientras se aferraba a sus últimos fragmentos de esperanza.

Fue a medianoche de un día miércoles. Erick llegó con cautela, tomó a Joel de la mano y lo llevó por la parte trasera dejando el hospital Heartt muy lejos de ellos.

—¿Me dirás a dónde vamos?

—No.

—Pero...

—Escucha, Joel, la genialidad de una sorpresa desaparece cuando ya no es sorpresa.

—Tiene sentido —se encogió de hombros.

Fue luego de 45 minutos que llegaron a la playa; el lugar favorito de Erick. Joel se bajó del auto y tomó una bocanada de aire fresco, aire cargado de libertad y vida.

—Sorpresa —susurró Erick llegando a su lado.

Joel no lo pensó dos veces y lo abrazó sorprendiendo al menor —¡Gracias, gracias, gracias!

Y la sonrisa de Erick creció mientras correspondía el abrazo. Ver a Joel feliz era lo mejor que hay en la vida.

Erick tomó su mano mientras en la otra cargaba una mochila. Se acercaron a la orilla y se sentaron sobre la arena. Miraban la marea entrar y salir con suavidad. Durante el resto de la noche hablaron, en parte Erick que tenía muchas experiencias pasadas que contar.

—¿Cuál es el problema? —cuestionó Erick después de un rato al verle cabizbajo.

—¿Volveremos hoy mismo, cierto? —preguntó, aunque la respuesta estaba más que clara.

—Sí —bajó la mirada apenado —, antes de las 6:30 tenemos que estar allá.

Asintió.

—¿Joel? —llamó en voz baja, el nombrado lo miró con curiosidad entonces Erick soltó la pregunta que tenía desde que entró a Heartt —, ¿Por qué odias a Chris?

Suspiró —Cuando recién entre al hospital Christopher era mi doctor, él una vez entró y me obligo a ducharme.

Erick frunció el ceño.

—Quiero decir que como estaba en un estado de depresión no quería hacer nada y, él me ducho. 

—¿Quieres decir que...?

—Christopher me vio desnudo sin mi consentimiento y lo odio.

—Oh... Uh, ¿Tienes hambre?

—Un poco.

—Vamos —se levantó estirando su brazo.

—¿A dónde?

—Pensaba comer una pizza.

Aceptó su mano agarrándola con fuerza —Me gusta la pizza.

—A mí igual, y más cuando la haremos nosotros mismos.

—¿En serio?

—Sí —asintió con una sonrisa —. Allá —señaló una pequeña casa, Joel no la había notado —, tengo todos los ingredientes y un horno...




—Creo que tienes que aplastarla más —dijo Erick. Los labios de Joel estaban fruncidos de una manera adorable mientras miraba la masa. Los dos se encontraban cubiertos de harina por un breve interludio.

Erick lanzó la masa de su pizza al aire y en lugar de atraparla se cayó al suelo.

—Bueno al menos sé que no tengo futuro en la cocina.

Luego de numerosas fallas y agregar los demás ingredientes; dos horas más tarde se encontraban comiendo pizza o un intento de pizza que ellos mismos hicieron.

—Esto es genial —comentó Joel después de terminar su último pedazo de pizza —. Mejor que... Mejor que estar encerrado.

Volvieron a salir y nuevamente sentarse sobre la arena. Joel se encontraba con su cabeza inclinada hacia atrás y sus ojos cerrados disfrutando de los sonidos de la playa.

Erick solo lo miró directamente, incapaz de mirar a otro lado. Intentado imaginar un mundo sin Joel.

Fue imposible.

—Te quiero, Joel.

El nombrado se sorprendió y lo miró incrédulo, Erick debía dejar de hacer bromas.

Negó.

—¿Cómo puedes quererme? ¿Cómo te atreves sabiendo que voy a morir?

Y cada palabra rompía a pedazos el corazón de Erick.

—No quiero pensar en eso —negó —. Te traje aquí para vivir, para escapar, para ser libre. Créeme Joel, te quiero —volvió a repetir y su voz sonaba tan sincera. Aquellas palabras salieron de su boca sin control. Simplemente fue tan natural decirlo.

Sus ojos marrones se abrieron con sorpresa, sus labios se movían sin emitir sonido, sus cuerdas vocales se habían cerrado momentáneamente.

Y Erick no espero alguna respuesta, sólo capturo los labios del mayor en el beso que ambos esperaban desde su primer toque. Erick quería hacerlo sentir mejor, pero de nuevo, la vida no se trata de relajar las cosas. Se trata de situaciones impredecibles y acciones impulsivas, saltos de extremo a extremo.

Sintiendo más necesidad, Erick entrelazó sus dedos en el cabello del otro hasta que ambos cayeron recostándose en la arena. En un último abrazo antes de volver a la realidad.

Para Joel todo era tan hermoso como un sueño.



muerto || joerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora