Especial n°1: ¿Celos?

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Me miro al espejo una última vez y voy a la cocina, pero por si acaso vuelvo a mirarme al espejo una vez más.

Suspiro. No sé ni para que intento arreglarme, igual sigo hecha un desastre.

Hoy unos compañeros vienen a hacer un trabajo en grupo. Y entre ellos está ÉL.

Si, vamos a nombrarlo en mayúscula. Al igual que con los nombres de mis otras compañeras, vamos a poner solo la inicial.

Me encontraba hecha un manojo de nervios, no era la primera vez que venía, pero se sentía como si lo fuera.

Tocan la puerta. ¿Será ÉL?

No, es mi mejor amiga. Nota mi estado y se pone a molestarme, se lo agradezco, me hizo olvidar por un rato lo que estaba por venir.

Luego de un rato vuelven a tocar. Paso las palmas de mis manos por mi pantalón y abro. Tampoco, es mi amiga E.

Voy en busca de mi celular para mirar la hora. Qué raro que no llega.

Entonces se escucha el característico ruido de la puerta del jardín de mi casa siendo abierta y alguien toca.

Abro y ahí está.

Me sonríe y creo que dejo de respirar por unos segundos. Como puedo le devuelvo la sonrisa y observo sus ojos, los cuales podría quedar mirando por horas intentando adivinar su color.

Me saluda con un beso en la mejilla y yo creo que podría morir. Su perfume llega hasta mí y trato de no inspirarlo como una loca.

Concéntrate, el chico quiere entrar a la casa.

Siento como el color va tomando lugar en mis mejillas y me hago a un lado rápidamente.

Busco mi celular en un intento por ocultar mi cara sonrojada y veo como M no logra encontrar mi casa.

Una vez que estamos todos procedemos a trabajar, solo que mi mamá hace su aparición.

Uh-oh. Esto no puede ser bueno.

Saluda a todos y se dispone a salir. Cuando creo que alguno de los seres divinos a los que le he rezado ha escuchado mis silenciosas plegarias y va a hacer que ella se vaya, suelta la bomba: —La otra noche te vi saliendo del club con A.

A es mi compañera que me cae mal y que salía con ÉL.

— ¿Con A? —pregunta entre medio desconcertado y medio divertido.

— Si, con ella —insiste mi mamá y yo deseo que se calle —. Los vi muy juntitos.

ÉL niega con la cabeza y suelta una pequeña risa.

—Te habrás confundido, hace mucho deje de salir con ella.

Intento esconder mi sonrisa de satisfacción.

—Hum... no lo creo, yo veo muy bien. Y tampoco te creo que hayan dejado de salir —alguien máteme.

—No salíamos, bueno al menos nada formal. Después decidí dejarla.

—Era muy cansadora, ¿no? —ÉL sonríe y mira al suelo.

Esa es toda la respuesta que necesitamos.

Mi mamá desaparece y yo suelto el aire que no me di cuenta que estaba reteniendo. Nos ponemos manos a la obra.

Un rato después ella vuelve a aparecer.

— ¿Y? ¿Ahora no hay nadie? —le pregunta.

Ay, por favor.

Me arrepiento de haberle contado. Me arrepiento mucho.

Las cosas que nunca le dije (y probablemente no le diré) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora