XLV

310 52 7
                                    

Cuando la profesora escuchó nuestra idea te miró significativamente, como diciendo "¿él está de acuerdo con esto?"

Vos simplemente te encogiste de hombros divertido y dijiste que fue tu idea.

Ella como respuesta rió.

Ahora la incógnita estaba en donde nos juntaríamos a hacer el trabajo.

Y para mi más mala suerte todas las miradas me apuntaron a mí, incluida la tuya.

En esos momentos te consideré realmente masoquista porque si íbamos a mi casa, ahí estaría mi mamá.

Y si estaba mi mamá eso solo significaba una cosa: preguntas y más preguntas para ti.

Y vergüenza y más vergüenza para mí.

Las cosas que nunca le dije (y probablemente no le diré) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora