XXVIII

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Llegó otro cumpleaños para mí.

La expectación por saber cómo ibas a felicitarme, por supuesto, no se hizo esperar.

Esa mañana llegué a la escuela, nos miramos.

Nada.

Te fuiste afuera, mis amigas me saludaron. Formamos, fuimos a ensayar.

Nada.

Cuando volvíamos hacia el salón, mi tocaya/ la que me caía mal se acercó a saludarme.

Vos lo escuchaste, te diste vuelta, me sonreíste y te acercaste.

— ¡Feliz cumple! Perdón, me había olvidado que era hoy —fue lo que dijiste apenas llegaste a mi lado y me saludaste con un beso en la mejilla.

Yo te agradecí, sonreí de vuelta y lo aguanté hasta que te diste media vuelta y te marchaste.

Pero la realidad es que me dolió.

Las cosas que nunca le dije (y probablemente no le diré) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora