LII

314 44 4
                                    

El día que debimos presentar el trabajo de Inglés, te quedaste completamente sin voz.

No voy a negar que ese hecho no me divirtió.

Porque lo hizo y mucho.

Era imposible no sonreír burlonamente cada vez que me pasabas un papelito con lo que me querías decir expresado en palabras.

O como te habías convertido en mí, al observar a todos con atención en absoluto silencio... o más aun cuando hacías gestos intentando mostrar tus emociones.

Yo tuve que leer en tu lugar y estoy segura de que el no haber tenido que leer tu parte, te puso sumamente feliz.

Porque a pesar de parecer muy seguro de ti mismo, no lo eras.

Y eso te hacia demasiado tierno cada vez que se notaba.

Pero igual, hubiese deseado tenerte mudo por muchísimo más tiempo.

Calladito te veías más lindo.

Las cosas que nunca le dije (y probablemente no le diré) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora