LXXVII

218 43 9
                                    

Mi decisión fue clara: si vos podías estar enojado, yo peor.

Así que comencé a evitarte a toda costa, cosa que sorprendentemente me salió de maravilla.

Hasta que te diste cuenta de que ya no intentaba encontrar tu mirada como antes o no pasaba por tu lado para golpearte jugando.

Y decidiste que ahora sería tu turno de llamar mi atención de la única forma que sabés: echándome la culpa de todo.

Al ser callada y no molestar, tienden a que cuando uno molesta de alguna forma y los profesores no tienen idea de quien fue el culpable, nos echan la culpa a los que no hacemos nunca nada y vos tenías especial favoritismo conmigo en ese tema.

Por supuesto que los profesores saben que no somos nosotros pero eso no impide que lo sigan haciendo como una burla o algo gracioso.

Y vos habías encontrado una supuesta forma de llamar mi atención.

Sin éxito.

Las cosas que nunca le dije (y probablemente no le diré) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora