LVIII

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La profesora de italiano era la única que siempre nos daba clase de más.

Igual siempre el día de sus clases o era feriado, o por alguna razón no teníamos y eso era muy frustrante para ella. Especialmente porque era muy estricta con el tema del tiempo.

Por eso nos tomaba pruebas fuera de este alegando que tenía que recuperar su preciado tiempo perdido.

Sus evaluaciones, en su mayoría, eran en formato oral, por lo que nos mandaba a sentarnos afuera mientras nos iba llamando.

Como nos sentábamos juntos, estábamos estudiando juntos, y cuando salimos afuera, por alguna razón no me percaté de que hacía lo mismo hasta que estuve sentado al lado de vos.

Muy al lado de vos.

Pero eso no pareció incomodarte, porque seguiste estudiando y yo hice lo mismo.

Aun así la tranquilidad que sentí al estar así, haciendo algo natural, uno al lado del otro fue indescriptible.

El calor que inundó mi corazón lo fue aún más.

Y desee inmortalizar este momento para siempre.

Porque sinceramente nunca había sentido que realmente pertenecía a alguna parte hasta ese mismo instante.

Las cosas que nunca le dije (y probablemente no le diré) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora