Capítulo 24

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Subí para ver a Kira, pero no estaba. Luego bajé a la cocina y ella estaba allí viendo televisión (esta tenía un pequeño televisor) muy entretenida al parecer. La saqué de su sillita y la levante por el aire sonriéndole.

―Tú eres la única que no me dice nada, me entiendes―le dije mirándola. La tomé bien y me comenzó a acariciar el cabello y la cara. ―¿Te han dicho que eres hermosa? Seguro que sí, debes tener babeando a todos―reí.

―No te dice nada porque no sabe hablar. Los bebes comienzan a hablar entre los 10 meses y los dos años más o menos―contestó Kurt buscando jugo de naranja dentro de la heladera.

―Shh―dije.

―No me shushees―me sacó la lengua, se sirvió jugo y tomó del vaso.

―Aquí soy yo la niñera, así que se hace lo que digo―le contesté.

―Dime que no eres una de esas niñeras que al principio son las mejores y luego son unas brujas. No te vería a ti con verrugas y una escoba. ―contestó sentándose.

―No soy de esas niñeras―rodé los ojos.

―Espero. Porque no nos temblará el pulso si tenemos que usar las armas de Lea. ―espetó y se fue, llevándose la jarra de jugo, el vaso y todo.

―¿Cómo serás tú en un futuro? Dios, no salgas como ellos―murmuré a Kira. Ella rió. Típico.

―Te estuve buscando―dijo Lea algo agitada. ―¿Qué sucede con Ruggero? ―preguntó. Yo bufé harta y dejé a Kira en su sillita.

―¡No sucede nada! ¿Sí? A ver... ―me removí en mi lugar―él es guapo, dios mío. Muy guapo. Talvés exista la posibilidad de que me guste... pero talvés solo me atraiga su físico. Lo que me importa y mucho es lo que tiene dentro. No lo conozco, no sé absolutamente nada de él. Solo sé su historia la cual me amargó, pero luego de eso no lo conozco. Él está triste, lo sé. Y me encantaría ayudar a alegrarlo pero como amigos y talvés en un futuro, solo talvés, ser algo. Quién sabe. Pero no puedo salir con él ahora mismo... pronto me iré a la universidad, él no va a pasar de estar deprimido a estar feliz y enamorado de un día para el otro, y tampoco lo puedo conocer de un día para el otro. Es difícil, yo lo conocí de una forma y es complicado conocerlo tan rápidamente de otra forma sabiendo que le gusto y mucho, y él tratando de conquistarme. Pónganse en mi lugar por un momento, no es fácil. Siento que tengo la obligación de amarlo, pero ya dije que me gusta, pero el gustarme y que me parezca guapo no es suficiente para formar una pareja no sabiendo de él―hablé rápidamente. ―así que gracias por sus intentos de no sé qué cosa, pero estoy más que bien sola... no estoy buscando a nadie y si Ruggero y yo supuestamente estamos destinados a estar juntos, lo estaremos algún día. Pero no se metan. ―Salí de allí azotando la puerta.

No sé si tenía o no la razón, pero era así como me sentía. Para mí el amor no solo se trata de lo físico. Como dije, Ruggero es un Dios Griego... pero eso no es suficiente para mí. Sé que sus hermanos son geniales, pero... ¿Quién dice que él no es una mala persona arrogante que ahora simplemente está deprimida?
Subiendo las escaleras me choqué con Bryan, él iba con mucha colonia y me hizo estornudar. Prácticamente lo ignoré porque quería encerrarme en la habitación, aunque no pudiera estarlo todo el día. No puedo estarlo en mi casa, aquí menos.

―Epaa... ¿Qué sucede? ―preguntó divertido y confundido.

―Nada―contesté cortante y seguí mi camino.

Narrador Omnisciente.

Bryan la miró confundido y escuchó un portazo por parte de ella. Él se preguntaba que puede estarle sucediendo. Aunque no hablara mucho con ella, sabía que era divertida y buena persona.
Se dirigió a la cocina y se encontró a Lea pensativa, apoyada en la isla que había.

―¿Sabes que le sucede a Karol ? ―preguntó el adolescente sacando de los pensamientos a la castaña.

―Talvés la hayamos cagado―asintió ella haciendo una mueca.

―¿Está enojada por lo del secuestro? ―preguntó Bryan.

―No lo sé. En parte sí. Está cansada de que la presionemos tanto, y tiene razón. ―hizo una mueca de desgano Lea.

―¿Entonces qué haremos? ―preguntó él.

―No lo sé, que las cosas fluyan... ―se encogió de hombros ella―¿Ruggero no ha llegado aún? ―él negó con la cabeza.

Se escuchó otro portazo, ambos se asustaron porque fue uno de los más fuertes que han escuchados ambos. El par de hermanos salieron de la cocina y vieron como el hermano mayor, Ruggero, se fijaba en la sala. Este último volteó encontrándose con los otros dos.

―¿Karol llegó? ―preguntó el castaño.

―Sí, está en su habitación. ―contestó Lea. Ruggero ya iba a subir para buscarla pero Bryan lo paró.

―Espera espera―lo atajó―está enojada, confundida, todo. Déjala respirar. ―le advirtió Bryan.

―Ya sé cómo se siente. Soy un estúpido, tiene razón. Es mucha presión para una chica. Quiero decirle que no la voy a molestar más. ―contestó Ruggero.

―De todas formas... díselo más tarde o mañana, déjala respirar un poco. Que piense bien. ―dijo Lea.

―Soy un idiota. No necesito estudiar el profesorado en Historia porque ya me recibí de idiota, y con honores. ―espetó Ruggero.

―Ruggero, basta. No digas eso. ―se quejó Lea.

―Te juro que si se va o algo, me mato―murmuró Ruggero también subiendo por las escaleras. Acompañado de la mirada preocupada de su hermana y la de confusión de su hermano.

―Iré a cuidar a Kira―murmuró Lea entrando a la cocina. Bryan miró a su alrededor perdido en toda la situación.

―¿Qué es lo que le sucede al mundo? ―preguntó él para sí mismo, tomó las llaves de su moto y salió de la casa. Se iba a encontrar con June para almorzar.

Al llegar al restaurante donde se encontrarían, la encontró a ella ya sentada.
Él miró su reloj y vió que llegaba 20 minutos tarde. Se adentró más en el lugar y se sentó en su lugar frente a ella.

―Lo siento por llegar tarde. Es demasiado malo llegar a la primera cita tarde―dijo él y ella rió.

―No te preocupes, no sucede nada―se encogió de hombros.

―Es que hay problemas en casa y... no lo sé. Hablemos de otra cosa―sacudió su cabeza con una sonrisa que a ella la hacía derretir.

―¿Cómo de qué? ―ella apoyó sus codos en la mesa.

―No lo sé, cuéntame de ti... ―Bryan la imitó. Ella sonrió coqueta y se tiró sobre el respaldar de la silla.

―Oh bueno, no tengo mucho que contar... Tengo 15 años, me llamo June Whyle, mi padre es cartero, mi madre es repostera, amo bailar pero también trabajo en el correo junto a mi padre, y hace poco conocí a un chico que me interesa.

―Oh, este juego lo podemos jugar de a dos... ¿lo sabes? ―levantó una ceja Bryan, coqueto, removiéndose en su asiento.

―Lo sé perfectamente―contestó ella mordiéndose el labio. Él sonrió ampliamente.

Y lo que en verdad sucedía, es que June nunca había sido tan lanzada. Pero sentía confianza con Bryan, se sentía bien junto a él y le interesaba... y las palabras salían de su boca, sin pensarlo, inconscientemente.

Cuidando a los Brinley  TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora