―Entonces... ―comencé a hablar luego de 15 minutos en los que estuvimos en silencio, tomados de la mano, caminando por la orilla del mar. En mi otra mano tenía mis tacones.
―Entonces... ―repitió él carraspeando―no sé porque pero me gustan los dinosaurios―dijo de repente. Lo miré confundida. Luego entendí, él quería que yo lo conozca.
―Entiendo. ¿Qué más te gusta hacer? ―pregunté.
―Te haría una canción o un poema, como Nick Jonas en Camp Rock 2... pero no sé de música así que... ―vaciló por un momento. ―Me gusta andar en skate, jugar al básquet y al hockey, no tengo paciencia, no soy nada puntual, me gustaría conocer África y se bastante sobre tecnología. Mis hermanos son lo más importante que tengo, si algo les llegaría a suceder a ellos... yo no sé qué haría. Siempre estuve con ellos y para ellos, y ellos conmigo y para mí. Son lo mejor, aunque seamos una familia rara.
¿Por qué no me siento como la Karol de hace dos semanas? No lo sé.
―¿Sabes algo? Creo que si esto hubiera sucedido hace dos semanas no estaríamos así, agarrados de las manos en una caminata potencialmente romántica―contesté.
―¿Y esta caminata potencialmente romántica está siendo un fracaso? ―preguntó.
―Para nada. Creeme que para nada. Estás creando cosas en mí que nunca creí que estarían, que solo suceden en las novelas que leo. ―me detuve y él pasó sus manos en mi cintura, acercándome a él.
―Tú y toda tú me hicieron y hacen sentir cosas que no creí que nunca sentiría. Tú eres realmente única.
Y ahí fue cuando me derretí por dentro, fuera y lo que no es lo anterior. Si es posible.
Y lo besé. Así es. Dios mio, cambié demasiado o no lo sé. Pero nunca hice esto en mi vida antes.
El celular de él sonó, Ruggero lo ignoró pero seguía sonando. Gruñó y farfulló algo separándose y tomó el celular.―¿Hola? ―contestó con un tono algo enojado, puso en altavoz el celular.
―Se ven súper tiernos juntos, en serio... es un beso de novela. Pero el papá de Karol está que le da un infarto porque no encuentra a su hija, y al parecer su hija se fue con un muchacho... o sea, tú. Si no te quieres quedar sin suegro, vengan. ― dijo una voz femenina. Me dí cuenta de que era la voz de Lea. Ella cortó y yo abrí mis ojos sorprendidas.
―Tenemos que irnos―dije.
―Okay, pero esto no quedará aquí―contestó dándome pequeños y cortos besos en mis labios. ―Vamos―dijo poniéndose de espaldas, en una posición como invitándome a subir a su espalda.
―¿Qué sucede? ―pregunté riéndome.
―Sube―sonrió. ¿ya dije cuanto amo su sonrisa? Sí, lo he dicho.
―No―reí. Últimamente ando muy risueña.
―Te puedo lastimar, tienes el brazo.
―Tú sube, no te preocupes. Enreda tus piernas en mi cadera. ―contestó y yo insegura me subí. Y el comenzó a correr tambaleándose. Yo gritaba y reía, al igual que él. Porque corría pero por la arena y mi peso, le costaba mucho.
―¡AL INFINITO Y MÁS ALLÁ! ―gritó él corriendo, yo solté un par de carcajadas.
―¡ARRE TIRO AL BLANCO! ―grité y cuando ya llegamos a la entrada del restaurante todos nos estaban esperando, yo me bajé riendo acompañada de sus risas, también. Nos dimos cuenta de que estaban todos allí.
―¿Se te pasó el mareo, hija? ―preguntó mi mamá con una sonrisita socarrona.
―Sí, por suerte sí―sonreí.
Todos nos miraban con una mirada divertida y de brazos cruzados, nosotros evadimos sus miradas y todos nos fuimos de allí directo al hotel.
Tres días despues...―Tres días, tres. No contesta mis llamadas, ni mis Whatsapp, ni mis Snapchats, ni los mensajes directos de twitter e intagram, ni mensajes en facebook, ni sms's. Hasta descargué line para hablarle por allí. ―decía Bryan, caminando de un lado al otro. Con Lea lo seguíamos con la mirada, sentadas ambas sobre la cama de Lea.
―No te preocupes hermano, ya llamará o te contestará. Todo pasará. Si en verdad es real todo, te contestará. ―habló Lea.
―Oh dios, ¿Cómo no me dí cuenta? ―preguntó parando de repente. ―¡Tengo que hablarle por Skype! ―exclamó, hasta me lo imaginé con el foquito de la idea sobre su cabeza―iré a hablarle por allí―dijo saliendo de la habitación. Yo miré a Lea y suspiré.
―La quiere de verdad―espeté.
―Sí, nunca había estado así con nadie―contestó ella.
―Ya vuelvo―me pusé de pie tomando mi celular.
―Claro, déjenme todos sola... total estoy bien―contestó ella fingiendo un drama.
―Lo sé, trata de no hacer explotar nada ni que nos denuncien―sonreí antes de salir. Me apoye en la pared del pasillo y al desbloquear mi celular, llame a June. Hace un par de días estoy pensando en hacer esto, así que le robé el celular a Bryan y me fijé en el numero de June... y en las 57 llamadas que le iba dejando Bryan a June. Debe tener un buen plan telefónico si es que todo eso le costó poco.
Marqué el contacto de June y me llevé el celular a mi oído. De inmediato me contestó.―Hola―contestó con la voz entrecortada.
―Hola. ¿June? ―pregunté.
―Sí, ¿Quién habla? ―preguntó.
―Soy Karol, la especie de niñera de los Brinley. Por favor, NO ME CORTES―casi grité lo último.
―¿Qué quieres?
―Hablar contigo.
―Es lo que estamos haciendo.
―June... estás equivocada con Bryan―exclamé.
―¿Te mando a decirme eso, no? ―rió amargadamente.
―No, si se entera de esto creo que me arrancaría el celular del oído. Llamé por mi cuenta. ―expliqué. Ninguna de las dos dijo nada más, así que continué . ―Bryan... es Bryan. Es la verdad. Desde hace algunos años se convirtió en la imagen que tienes. Sexo, alcohol, fiestas, chicas... y con tan poca edad. Pero, él en verdad no es así. Es toda una armadura para protegerse de sus propios sentimientos. A él y a toda la familia Brinley le sucedió algo que no te tengo que contar yo, pero que devastó a la familia. Más que nada a Bryan y a Ruggero, su hermano. Ruggero me lo contó a mí, pero no sé si Bryan sabe que yo lo sé.
―Esas son excusas. ―espetó.
―No, no lo son. Mira... él te ha llamado miles de veces, hasta casi por señales de humo. Es tu desición hacer lo que quieras, pero piénsalo. Hasta sus hermanos dicen que nunca estuvo así por una chica. Lo vuelves completamente loco. ―me senté en el suelo porque estaba cansada de estar parada. ―yo en media hora te mandaré un boleto hacia Cancun. Si quieres hablar con él... ―hice una pausa―si puedes... ven, sino llamalo por celular. Y si no quieres saber nada más de él... llamalo y dile todo
―Okay―murmuró.
―Gracias por escucharme―dije ―piensalo, y adiós.
―Adios. ―dicho eso, ella cortó.
Camine algunos metros y toqué la puerta del matrimonio Brinley. La señora Brinley me abrió la puerta, y me recibió con una sonrisa.
―¿Me ayudas con tu hijo. Bryan? Necesito un pasaje a Cancun para una chica. ―sonreí, ella me miró confundida y con curiosidad. Me abrió más la puerta y me dejó pasar.
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Cuidando a los Brinley TERMINADA.
FanfictionQue tus padres se vayan de vacaciones dejándote sola en tu casa en el verano suena genial, ¿no? Puedes hacer lo que quieras, comer lo que quieras, despertarte cuando quieras, ¡libertad! El mejor verano en verdad. Pero toda esa felicidad y unicornios...