Capítulo 33

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―Entonces...  ―comencé a hablar luego de 15 minutos en los que estuvimos en silencio,  tomados de la mano, caminando por la orilla del mar. En mi otra mano  tenía mis tacones.

―Entonces...  ―repitió él carraspeando―no sé porque  pero me gustan los  dinosaurios―dijo de repente. Lo miré confundida. Luego entendí, él  quería que yo lo conozca.

―Entiendo. ¿Qué más te gusta hacer? ―pregunté.

  ―Te haría una canción o un poema, como Nick Jonas en Camp Rock 2... pero  no sé de música así que... ―vaciló por un momento. ―Me gusta andar en  skate, jugar al básquet y al hockey, no tengo paciencia, no soy nada  puntual, me gustaría conocer África y se bastante sobre tecnología. Mis  hermanos son lo más importante que tengo, si algo les llegaría a suceder  a ellos... yo no sé qué haría. Siempre estuve con ellos y para ellos, y  ellos conmigo y para mí. Son lo mejor, aunque seamos una familia rara.

¿Por qué no me siento como la Karol de hace dos semanas? No lo sé.

  ―¿Sabes algo? Creo que si esto hubiera sucedido hace dos semanas no  estaríamos así, agarrados de las manos en una caminata potencialmente  romántica―contesté.

―¿Y esta caminata potencialmente romántica está siendo un fracaso? ―preguntó.

  ―Para nada. Creeme que para nada. Estás creando cosas en mí que nunca  creí que estarían, que solo suceden en las novelas que leo. ―me detuve y  él pasó sus manos en mi cintura, acercándome a él.

―Tú y toda tú me hicieron y hacen sentir cosas que no creí que nunca sentiría. Tú eres realmente única.

Y ahí fue cuando me derretí por dentro, fuera y lo que no es lo anterior. Si es posible.
Y lo besé. Así es. Dios mio, cambié demasiado o no lo sé. Pero nunca hice esto en mi vida antes.
El celular de él sonó, Ruggero lo ignoró pero seguía sonando. Gruñó y farfulló algo separándose y tomó el celular.

―¿Hola? ―contestó con un tono algo enojado, puso en altavoz el celular.

  ―Se ven súper tiernos juntos, en serio... es un beso de novela. Pero el  papá de Karol está que le da un infarto porque no encuentra a su  hija, y al parecer su hija se fue con un muchacho... o sea, tú. Si no te  quieres quedar sin suegro, vengan. ― dijo una voz femenina. Me dí cuenta  de que era la voz de Lea. Ella cortó y yo abrí mis ojos sorprendidas.

―Tenemos que irnos―dije.

  ―Okay, pero esto no quedará aquí―contestó dándome pequeños y cortos  besos en mis labios. ―Vamos―dijo poniéndose de espaldas, en una posición  como invitándome a subir a su espalda.

―¿Qué sucede? ―pregunté riéndome.

―Sube―sonrió. ¿ya dije cuanto amo su sonrisa? Sí, lo he dicho.

―No―reí. Últimamente ando muy risueña.

―Te puedo lastimar, tienes el brazo.

―Tú sube, no te preocupes. Enreda tus piernas en mi cadera. ―contestó y  yo insegura me subí. Y el comenzó a correr tambaleándose. Yo gritaba y  reía, al igual que él. Porque corría pero por la arena y mi peso, le  costaba mucho.

―¡AL INFINITO Y MÁS ALLÁ! ―gritó él corriendo, yo solté un par de carcajadas.

  ―¡ARRE TIRO AL BLANCO! ―grité y cuando ya llegamos a la entrada del  restaurante todos nos estaban esperando, yo me bajé riendo acompañada de  sus risas, también. Nos dimos cuenta de que estaban todos allí.

―¿Se te pasó el mareo, hija? ―preguntó mi mamá con una sonrisita socarrona.

―Sí, por suerte sí―sonreí.

Todos nos miraban con una mirada divertida y de brazos cruzados,  nosotros evadimos sus miradas y todos nos fuimos de allí directo al  hotel.


Tres días despues...

―Tres días, tres. No contesta mis  llamadas, ni mis Whatsapp, ni mis Snapchats, ni los mensajes directos  de twitter e intagram, ni mensajes en facebook, ni sms's. Hasta  descargué line para hablarle por allí. ―decía Bryan, caminando de un  lado al otro. Con Lea lo seguíamos con la mirada, sentadas ambas sobre  la cama de Lea.

―No te preocupes hermano, ya llamará o te contestará. Todo pasará. Si en verdad es real todo, te contestará. ―habló Lea.

  ―Oh dios, ¿Cómo no me dí cuenta? ―preguntó parando de repente. ―¡Tengo  que hablarle por Skype! ―exclamó, hasta me lo imaginé con el foquito de  la idea sobre su cabeza―iré a hablarle por allí―dijo saliendo de la  habitación. Yo miré a Lea y suspiré.

―La quiere de verdad―espeté.

―Sí, nunca había estado así con nadie―contestó ella.

―Ya vuelvo―me pusé de pie tomando mi celular.

―Claro, déjenme todos sola... total estoy bien―contestó ella fingiendo un drama.

―Lo sé, trata de no hacer explotar nada ni que nos denuncien―sonreí  antes de salir. Me apoye en la pared del pasillo y al desbloquear mi  celular, llame a June. Hace un par de días estoy pensando en hacer esto,  así que le robé el celular a Bryan y me fijé en el numero de June... y  en las 57 llamadas que le iba dejando Bryan a June. Debe tener un buen  plan telefónico si es que todo eso le costó poco.
Marqué el contacto de June y me llevé el celular a mi oído. De inmediato me contestó.

―Hola―contestó con la voz entrecortada.

―Hola. ¿June? ―pregunté.

―Sí, ¿Quién habla? ―preguntó.

―Soy Karol, la especie de niñera de los Brinley. Por favor, NO ME CORTES―casi grité lo último.

―¿Qué quieres?

―Hablar contigo.

―Es lo que estamos haciendo.

―June... estás equivocada con Bryan―exclamé.

―¿Te mando a decirme eso, no? ―rió amargadamente.

  ―No, si se entera de esto creo que me arrancaría el celular del oído.  Llamé por mi cuenta. ―expliqué. Ninguna de las dos dijo nada más, así  que continué . ―Bryan... es Bryan. Es la verdad. Desde hace algunos años se  convirtió en la imagen que tienes. Sexo, alcohol, fiestas, chicas... y  con tan poca edad. Pero, él en verdad no es así. Es toda una armadura  para protegerse de sus propios sentimientos. A él y a toda la familia  Brinley le sucedió algo que no te tengo que contar yo, pero que devastó a  la familia. Más que nada a Bryan y a Ruggero, su hermano. Ruggero me lo  contó a mí, pero no sé si Bryan sabe que yo lo sé.

―Esas son excusas. ―espetó.

  ―No, no lo son. Mira... él te ha llamado miles de veces, hasta casi por  señales de humo. Es tu desición hacer lo que quieras, pero piénsalo.  Hasta sus hermanos dicen que nunca estuvo así por una chica. Lo vuelves  completamente loco. ―me senté en el suelo porque estaba cansada de estar  parada. ―yo en media hora te mandaré un boleto hacia Cancun. Si quieres  hablar con él... ―hice una pausa―si puedes... ven, sino llamalo por  celular. Y si no quieres saber nada más de él... llamalo y dile todo

―Okay―murmuró.

―Gracias por escucharme―dije ―piensalo, y adiós.

―Adios. ―dicho eso, ella cortó.

  Camine algunos metros y toqué la puerta del matrimonio Brinley. La  señora Brinley me abrió la puerta, y me recibió con una sonrisa.

  ―¿Me ayudas con tu hijo. Bryan? Necesito un pasaje a Cancun para una  chica. ―sonreí, ella me miró confundida y con curiosidad. Me abrió más  la puerta y me dejó pasar.

Cuidando a los Brinley  TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora