Brunettes Have More Fun

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Dany había escuchado que su abuelo estaba muy grave en la habitación contigua a la suya. Supuso que debió ser terrible para su frágil corazón ver sus tierras en llamas. Se levantó llevando con ella el suero conectado a su muñeca y el tubito que llevaba aire limpio a sus pulmones. Se aseguro de que no hubiera nadie en el pasillo antes de salir y entró a la habitación de su abuelo.

Estaba dormido, pero despertó en cuanto escuchó que habían entrado.

— La siento, no quería despertarte.

— No te preocupes. Quería saber cómo estabas, Daniela.

— Mejor. ¿Tú cómo estás?

No respondió. Dany se sentó en el sofá que estaba a lado de la camilla y se recargó en el pecho de su abuelo.

— Desearía poder hacer algo.

Don Antonio acarició el cabello de Dany.

— Prométeme que vas a mantener tu palabra. Sobre lo que hablamos ayer.

A Dany se le encogió un poco el corazón.

— No será necesario, abuelo.

— Sólo prométemelo. ¿Si?

— Si. — dijo en un susurro.

— Vuelve a la cama, Daniela, necesitas descansar. Y yo también.

Dany se acercó a besar la mejilla de su abuelo y se dispuso a salir.

— Ah, y Dany. — volteó con la mano sobre la perilla de la puerta. — Siempre admiré que hayas aprendido  a tocar el piano tú sola. Eres una niña muy inteligente.

Dany sonrió y sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

— Lo hice por ti.

— Lo sé. Ya, ve a dormir.

— Hasta mañana, abuelo.

— Hasta luego, Dany.

**     **

La dieron de alta justo después de recibir la noticia. Salió del hospital acompañada por Ricardo y fueron a la Hacienda a que se aseara y se vistiera para la ocasión.

Las cosas estaban a punto de cambiar radicalmente, para Dany y para todos los que estuvieran cerca (y no tan cerca) de ella...

— Tus padres y tú hermana llegarán en un par de horas.

Dany asintió.

— ¿Quieres comer algo?

— No, Fernando, no tengo hambre.

— Pero necesitas comer...

— ¡QUE NO!

Fernando miró a Dany y luego ella misma notó lo agresiva que había soñado.

— No tengo hambre, Fer. Lo siento.

Él se acercó a ella y la abrazó.

— No te preocupes, sé cómo te...

— ¡No sabes cómo me siento! ¿Tú desde cuando estás bien? ¿Por qué no me lo dijiste?

Fernando clavó sus ojos en los de Dany.

— Bueno yo... había estado avanzando mucho en mis terapias, pero fue hasta que te vi en peligro que saque fuerzas para caminar de nuevo, chiquilla. No podía dejarte ahí.

Dany no lo creía del todo, pero no tenía ánimos para debatir eso.

— ¿Y Clara?

— Están... en una cosa de Servicios Sociales. No me han dejado acercarme a ella ni a sus hermanos. Pero me estoy encargando de eso, princesa...

Don't Let Me GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora