UMBRA -[Nevra] [ELDARYA]

CAPÍTULO 2 ////CRISTAL////

-No puede ser-gritó ella desde las espaldas de Valkyon.

Valkyon, por su parte, bajó los brazos con las armas bien sujetas en sus manos. Suspiró vagamente con un murmuro por lo bajo. Rosemarie corrió escaleras arriba teniendo en cuenta que tanto sus botas como el mármol del suelo estaban húmedos y resbaladizos. Abrió los brazos con una sonrisa dejándose envolver por el minúsculo cuerpo que ahora rodeaba su cintura.

-¿Qué haces aquí, Mery? Deberías de estar con tu madre en la aldea.-dijo ella con una sonrisa en el rostro.

-Mamá está ocupada con unas cosas que no me quiere decir.-respondió separándose de su cintura.-¿Estás ocupada?

-Por supuesto que no, pero no abras así la puerta o si no Valkyon se enfadará mucho.

-¡Vale!

Rosemarie se giró hacia Valkyon sujetando la mano de Mary con delicadeza. Movió la cabeza dándole un mensaje secreto que hizo que se fuera asintiendo con la cabeza hacia la herrería, quince pasos y veinte escalones.

-Vayamos a algún sitio donde podamos divertirnos sin molestar a Miiko.

Mary asintió con la cabeza dejándose guiar por la muchacha de larga melena oscura recogida en una trenza. Durante el camino, el niño miraba de reojo a Rosemarie percatándose de que sus mejillas estaban coloradas, los latidos de su corazón habían aumentado y, sobre todo, el nerviosismo que hacía temblar el firme leve agarre. Llegaron al kiosko del jardín, donde la muchacha cogió al niño en brazos y lo subió en la estructura para que jugara seguro allí. Ella se apoyó en el barandal. Dejó caer los brazos en la barandilla mojando las mangas del abrigo con la nieve humeda.

-Entonces tu madre está ocupada con asuntos privados.

-Sí, y encima me ha dicho que debo de comerme el brocoli sin rechistar.-refunfuñó cruzando los brazos.

-Lo comprendo bien; a mi también me lo decían cuando era pequeña.-rió ella.-Aunque...siempre me lo comía sin rechistar.

-Eres muy rara.

Volvió a reir esta vez apartándose del kiosko con las manos detrás de la espalda. Mary la observó con las mejillas rojas. Rosemarie estaba tarareando una canción moviendo la cabeza lentamente. Parecía concentrada y sin querer ser molestada. Mantuvo el silencio escuchando con los cerrados aquella dulce melodía que parecía igual a la de un ángel, literalmente. La voz angelical de Rosemarie paró para dejar escapar de sus labios un suspiro entristecido.