-Mi vida nunca ha sido de flores y color rosa siempre. Vivía en una aldea de Ángeles Caídos lejana a Eel, por el Norte, con mi familia durante la minoría de edad. Mis padres siempre nos consintieron todo a Adrien y a mi cuando pedíamos cosas...hasta que mi padre se fue con otra persona de la aldea y no volvíamos a saber de él. Mi madre cambió drásticamente y nos obligó a hacer cosas que no queríamos. Adrien tomo el control de la familia y yo, como planes para seguir con el estilo de vida de mi madre, tendría que casarme cuanto antes con un vecino para unir a nuestras familias; lo que significó que me encerrara en casa sin dejarme salir para mantenerme...pura, como lo decía ella.
»Durante dos años estuve sin contacto con el exterior para seguir con mi virginidad intacta. En ese lapso de tiempo esa mujer encontró un pretendiente políticamente correcto para ella: guapo y con maana suficiente, es decir. Cuando cumplimos la mayoría de edad, Adrien y yo nos marchamos en secreto de la aldea para dejar atrás esa vida. Nos unimos a Eel, él murió y...te conocí a ti.
Nevra me mira sin decir nada. Baja los ojos hacia mis labios, donde deja un delicado beso antes de ocultar la cabeza en mi cabello suavemente. Nunca se lo habrá dicho a nadie que fuera mi hermano para que no olvidásemos lo que pasamos allí, en Ithur. Acaricia con el brazo mi cabello de arriba a abajo en un bucle sin fin. No voy a llorar. Eso mostraría debilidad por una persona a la que sólo he amado una vez en toda mi vida; cuando era pequeña.
-Tu madre, ella, te dio a vida -dice.
-¿Y eso qué más da? Prefiero comerme la comida de Shaitan durante una semana que volverme a encontrar con ella en una habitación. Es un monstruo, Nevra, lo he comprobado durante mucho tiempo.
Sonrío tontamente. ¿En qué cabeza cabía que después de ser abusada por tu propia familia y retenida como un pájaro tuviera que perdonarla no por gusto, sino por razones de moral? Pero claro, Nevra siempre se iba por el lado "bueno" de las cosas. En su corazón -me parecía desde hacía mucho tiempo- no albergaba odio alguno hacia las personas; a no ser que se dañara a algo que le importase: Karenn o yo, por ejemplo. Entonces, amigo, ya podrías salir corriendo como si el demonio -literalmente- te diera caza. No habría zona donde pudieras esconderte.
Te cogería de todas formas. Era un vampiro y podría localizarte incluso a kilómetros de él.
-Eso ahora da igual. Intenta dormir un poco, aunque estés enfadada -susurra jugando con mi flequillo.
-No estoy enfadada.
-Claro, y yo no soy el hermano de Karenn.
Doy una risa.
-Bueno... No es que tengáis mucho parecido el uno del otro.
-Me ofendes. ¿Estás diciendo que mi hermana es adoptada y todo este tiempo nuestros padres nos han estado diciendo -tira de uno de mis cabellos haciendo que me revuelva-. ¿O acaso estás diciendo que soy yo el adoptado y mi hermana siempre lo ha sabido, y nunca me lo ha dicho porque me ama con locura?
Le devuelvo el tirón de pelo. Nevra se revuelve frunciendo levemente el ceño y mirándome con indignación. Me imagino lo que debe de estar pensando por su ego subido de tono: «¿Como te atreves a tocar mi suave y único pelo, estúpida?». Beso su nariz y me quedo en esa posición durante unos segundos, mirando el parche que tapa su ojo cegado. Nunca me mostró lo que había tras aquella capa de tela negra. ¿Ocultaba algo más que una profunda herida? Toco el parche sin pensarlo ni un segundo más. Era suave y una parte estaba dura, como si protegiera algo más que una herida.
Lo miro apenada. ¿Y si eso fuera porque Shaitán sabía lo que pasaba con él y muchas mujeres? ¿Lo había hecho a posta para que ninguna mujer lo tocara y jugara con él? Eso era un error; y muy grande. Ese parche, según muchas de las muchachas de la Guardia Sombra y algunas de Absenta, le resultaba más atractivo de lo que ya era. Muchas de ellas decían que ya era atractivo sin él, pero con él lo era mucho más y, por si fuera poco, le daba un aspecto salvaje que las tenía locas. ¿Acaso aquellas imbéciles sin cabeza sabían lo que debía de haber sentido ese día, cuando el ojo dejó de ver y la quemazón se extendía por todo su cuerpo? El corazón se me encoge intentando imaginar !a profunda herida, rodeada de un gran hematoma y seguramente sangre. No puedo imaginar el dolor que debe de sentir con las soturas aún tirándole cuando se despierta o mueve ese lado de la cara.
-Yo... Lo siento mucho -digo llena de tristeza-. Shaitán no sabía lo que hacía.
-Eso es el pasado -pasa una mano por mi mejilla acariciándola. No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que seca una de mis lágrimas con el pulgar-. Shaitán es un Familiar problemático, pero lo quiero igual que un hermano -dice lo más suave que puede-. Rosemarie, no llores...
-No tengo ni idea del porqué estoy llorando, Nevra -me froto los ojos con los puños cerrados-. De alguna forma me siento culpable de lo que te pasó aquel día aunque no nos conociéramos aún. Quiero imaginarme el dolor que sentiste para saber lo que tuviste que sufrir, pero no puedo imaginarte en una camilla con la cara empapada de sangre y gritando de dolor, mientras que Ewëlin intenta curarte y muchas de tu Guardia y de la mía te ven atractivo. No puedo, Nevra, no puedo.
-¿Eso es lo que te preocupa? -acuna mi mejilla cuando la tenso-. Sentí dolor, sí, y también saber mucho. De hecho, casi muero por insuficiencia de sangre porque me encontraron tarde. Pero estoy aquí, contigo, y no pienso dejar que te imagines como estuve aquella vez para que tú también sufras lo mismo.
Suelto un risa tonta cuando finaliza de decir eso.
-Tengo que hacerlo. Los Ángeles Caídos fuimos creados para eso, para sentir lo que los mortales hicieron y absorber su mala aura. Dios nos obligó ha hacerlo...
-A mi Dios me da igual, lo único que me importa eres tú -se endereza conmigo. Sus fuertes manos me zarandean varias veces para volverme a la realidad-. La única persona que he amado con locura quiere sentir lo que yo sentí una vez aún sabiendo que soy inmortal y no tengo aura y alma. ¿No es eso muy tacaño de tu parte?
-...Me da igual...
Nevra nos recuesta con suavidad en el colchón abrazándome por la cintura. Me habla durante toda la noche intentando que entre en razón respecto a lo que había pasado. Mi misión como Ángel Caído era absorber la pecados de los mortales como castigo instruido por Dios a uno de sus hijos, Lucifer, no a los inmortales. Era cierto. Llevaba convencida de eso gran parte de mi estancia en el CCG para proteger a mis seres queridos; los únicos que me quedaban aquí. Pero Nevra tenía razón: si él no era mortal no podía purificar su alma de la misma forma que a los demás. ¿Como iba a protegerlo si no podía hacer eso con él?
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UMBRA -[Nevra] [ELDARYA]
Fanfiction----------------------------------------------------------------------------------------------------------- «-Tu eres la única persona que me ha importado de tal forma como me comporto. Y verte allí, tirada en el suelo, me hizo recapacitar sobre lo...