CAPÍTULO 9 ////COGIDA////

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[...]

Aparto el pelo de mis ojos intentando parecer sana. La cicatriz de mi pecho se había curado y cicatrizado. Solo quedaba una línea blanquecina que se camuflaba con mi color de piel, blanco. Cuando salí de la enfermería hace rato decidí arreglarme para lo que quedaba de día, así como recogerme el pelo en lo alto dejando solo que la parte trasera de mi pelo se quedara libre. Alájea me había prestado unos palos chinos para hacerme ese peinado. No quería abusar, pero los necesitaba porque los míos me los había roto Shaitan jugando.

Con la cabeza sumergida en mis pensamientos veo que una sombra se mueve entre la luz pasando desapercibida entre las columnas del hall. Yo, apoyada en una de ellas, contemplo como la figura desaparece sin dejar rastro de camino al pasillo que va directo hacia las habitaciones. Recordándolo bien hoy los Guardias tendrían una reunión en la Sala del Cristal para hablar de algo que a los demás no se nos ha informado. A mi la primera, que estaba en la enfermería esperando mi diagnóstico final. Por mi cabeza pasa la imagen de Karenn cotilleando sobre el asunto o Alájea queriendo hacer algo con lo que beneficiarse. Lo aparto rápidamente. ¿Ahora criticaba a la gente? ¿Y más a la única familia que me quedaba?

-¿Ahora te interesan las cosas así?-preguntan a mis espaldas desde la columna par.

Me estremezco. Ezarel estaba echado en ella con una pierna de soporte y los brazos cruzados esperando con impaciencia mi respuesta. Arrugo el ceño cruzando los brazos sobre mi pecho. ¿Tan transparente me había convertido?

-No sé a que te refieres, Ezarel.-reprocho en un murmuro queriendo parecer relajada.

-Sí, si que lo sabes.-se acerca a mi con una mirada seria. Pasa la mano por encima de mi cabeza retirando algo que luego me hace cosquillas por los hombros.-¿Ahora te va la cultura del Norte de Eldarya?

Entonces lo comprendo. En su mano está el palo de Alájea reluciendo el rojo con el que nunca conseguía ella conjuntar sus ropajes. Algo dentro de mi se alivia de no ser tan transparente como se esperaba haber convertido, y otra dice que me marche cuanto antes.

-Solo es un conjunto.-digo más calmada. Le arrebato de un manotazo el palo.-No deberías acercarte mucho. Recuerda la última vez que lo hiciste y Nevra nos vio.

-Nevra es un idiota.-ríe él.-¿Ahora es tu dueño?

-Lo digo por tu salud. En cierto términos es más fuerte.

-Pero yo soy más listo. Me defenderé y le dejaré mal frente a toda la Guardia Sombra y Absenta. Los de Obsidiana se enterarán más tarde, y ya ni hablar de la Brillante.

No evito soltar una risa. Ezarel siempre conseguía de alguna forma hacer reír a los que le rodean, como Nevra con la diferencia de que él solo lo hace con las mujeres y Ezarel con todos.

-Claro que sí...

Ezarel me contempla sin añadir nada a mi burla. Tuerce el rostro, divertido, cerrando un ojo y sacando la lengua.

-Nos vemos luego, cuídate.

-Sí, lo haré.-respondo sacándole otra sonrisa.

Se aleja de mi desapareciendo en el camino hacia la Sala del Cristal con las manos en la espalda como si estuvieran atadas. Cierro los ojos para pasar el dedo sobre mis pestañas, acariciándolos con las yemas y calmado mi nerviosismo. Cuando los abro, suelto el aire de mis pulmones girando en dirección contraria a la de Ezarel y anteriormente Karenn mi cuerpo. Si me ponía a cotillear como hacía ella, lo más posible que pasaría es que nos pillarían y obligarían a hacer una misión para compensar la "broma".

Toco de nuevo con la yema de los dedos esta vez mi frente, notando como se calentaba igual que mis mejillas. "¿Por qué las cosas son así?", pienso sacando de mi bolsillo el palo chino para jugar con él. Lo muevo en el aire sintiendo varias descargar eléxtricas a través de la madera, sintiendo como mi mano se transformaba en un conductor de energía. Dirijo los palos a mi cabeza, haciendo maniobras alrededor de mi pelo hasta recogerlo como había hecho anteriormente en mi habitación frente a la cómoda. Inspiro aire y lo expulso por la boca formando con las mejillas hoyuelos al pasar la saliva por toda mi boca. Había heredado los mismos hoyuelos que mi hermoso hermano tuvo una vez en su rostro pálido pero bien formado.

Los Ángeles Caídos teníamos una gran belleza que acompañaba a las maldiciones que Dios nos había hecho para alejarnos de los puros de corazón. Me río en su cara. Nuestra belleza se debía a muchas cosas, al igual que los Ángeles, pero nada de maldiciones divinas o diabólicas para volvernos antisociales.

Muevo mi cadera hacia un lado moviendo los brazos al ritmo de mis pulsaciones. Inicio mi camino directa a mi habitación, decidida a no detenerme. Tenía que ducharme y mis pertenencias estaban en mi residencia. Después, sin lugar a dudas, le preguntaría a Karenn que es lo que iba a pasar.



UMBRA -[Nevra] [ELDARYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora