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-Aquí tienes cariño, ya puedes comer.

-¿No es mucho, hyung? 

-El desayuno es la comida más importante del día, por favor deja de medir las comidas en calorías. 

SungGyu mira su plato, se ve increíblemente delicioso, sin duda su hyung no tiene problemas con el colesterol. Huevos, tostadas, yogurt, galletas, pan, café, jugo... De solo verlo sentía que subía varios kilos, pero también sabe que SungJong tiene auténtica preocupación por su condición, viene comiendo mal, fuera de horario y cuando lo hace es solo para atascarse con lo primero que encuentra cerca, si mal no recuerda anoche se levantó por la madrugada y devoró en segundos un sándwich de pollo que su hermano mayor, DongWoo dejó guardado y también sabía que cuando se diera cuenta lo mataría. 

-¿Puedes dejar de mirar el plato como si fuera veneno y comer de una buena vez? O puedo jurarte, Kim SungGyu, que te lo meteré a la fuerza por la nariz,- suena amenazante y SungGyu sabe que lo cumplirá. 

Toma un tenedor y empieza cortando una porción de huevo y se ve tan delicioso, se le hace agua la boca y lo engulle y traga casi sin masticarlo. 

-Mmh.- Se deleita y se da un golpe mental. 

"Basta de comer", se dice a si mismo pero no se escucha y en menos tiempo del que se supone está pasando un pedazo de pan para no dejar ningún sobrante, termina por limpiar el plato. 

Pero no es suficiente, observa que SungJong se levanta del desayunador para ir a buscar el periódico del día y rápidamente se pone de pie para buscar algo más en los armarios de la cocina. 

Cereales. Los encuentra y los guarda en los bolsillos del pijama. 

-Estaba delicioso, hyung- agradece cuando lo ve entrar- iré a cambiarme, se me hace tarde para ir a la tienda. 

-¿Lo ves, cariño? ¿No te sientes mejor? Ve tranquilo, tendré listo el almuerzo para cuando vuelvas,- le sonríe y el menor se arrebata hacia su cuarto para buscar el uniforme de trabajo. 

Está revolviendo los cajones en busca de un pantalón que le sujete la barriga y a la vez no le apriete las nalgas. Nada. Usará deportivos una vez más, necesita más de esos, anota mentalmente y termina colocando su delantal. Por lo menos con ese lindo uniforme no se marcan las lonjitas que sobre exceden su ropa. 

Kim SungGyu tiene apenas diecisiete años y veinticinco kilos demás según su evaluación de masa corporal, él ha sido gordito desde que tiene memoria. Cuando su madre vivía ella, le decía que ser gordito era estar sano e insistía en que sus compañeros de la escuela solo estaban envidiosos de lo rozagantes que eran sus cachetes. Esos que sus tías insistían en pellizcar cuando venían de visitas los fines de semana. Pero mamá ya no estaba, se la llevó esa maldita leucemia y ahora, él dependía del cuidado de sus hermanos mayores SungJong y DongWoo, y aunque los amaba, ellos no eran su madre, tierna y amorosa siempre con palabras dulces y reconfortantes, icono visible de su autoestima. 

Cuando su madre estaba con él, SungGyu parecía invencible, algo así como inalcanzable. Los comentarios discriminatorios de sus compañeros no lo tocaban, pero cuando ella se fue hace dos años atrás, todo su mundo se derrumbó y ahora solo estaba el pequeño y fofo SungGyu frente al espejo siendo motivo de burla de todos los que lo rodeaban. 

-¡Otra vez se comió mi sándwich!- escucha la estruendosa voz de su hermano que seguro está rabiando por encontrar su tupper vacío- ¿A caso no es suficiente con todo lo que le cocinas? ¡Deberías ponerlo a dieta de una buena vez! 

Sabe que SungJong no debe asumir la responsabilidad de sus actos pero aun así lo hace, el mayor de los tres responde por él como siempre lo hace y como lo haría su madre. 

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