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SungGyu se había mantenido callado desde que salieron de casa de MinHo, no estaba precisamente en shock, él se sentía lo suficientemente maduro como para enfrentar algo como aquella morbosa escena. No es mucho más extraño que trabajar en una línea telefónica. La sexualidad no era, para él, algo que tuviera que mantenerse oculto tras una puerta, aguantando gemidos para no ser escuchado o hacer el amor bajo unas mantas para mantener el pudor a raya.

El sexo era para disfrutarse. 

Lamentablemente, la gente estaba criada para reprimirse. Es por eso que la demostración de amor entre MinHo y ChangMin no le era extraño. Había miles de personas allí afuera disfrutando de una sexualidad libre y positiva, con fetiches o preferencias y gustos particulares que a otros les parecerían terribles, capaces de causar paros cardiacos a todo un convento de monjas. Y estaba bien, si no lastimaba a nadie y los hacia felices estaba bien. 

–SungGyu –WooHyun no se encontraba lejos de esos pensamientos. Por fortuna ellos aún eran jóvenes, sus mentes no estaban moldeadas del todo y conocer siempre era una buena manera de ser más comprensivos y aceptar las diferencias. 

SungGyu lo miró, una pequeña sonrisa se formó en sus labios y se abrazó al chico que caminaba a la par. Eso era lo que quería para él, en el último tiempo había descubierto más maneras de amarse de lo que había obtenido en toda su vida. SungGyu ahora sabía que podía tener una buena personalidad capaz de gustar y también podía apreciar la sensualidad de su cuerpo aun cuando no estuviera entre el régimen estipulado. 

¿Pero que podía hacer él? 

Si los canales de televisión, las publicidades y todo, absolutamente todo promovían que solo los cuerpos delgados, con curvas en los 'lugares adecuados' y músculos en otras partes eran aceptablemente lindos. 

No, ya no. Se lamentaba por las personas que no podían ver más allá de eso y por otro lado se apenaba de tantos jóvenes y niños creciendo sintiéndose disconformes con su físico por culpa de aquella imposición implícita sobre lo que es lindo y lo que no. 

Y no era solo un problema de 'gordos'. También había allí afuera personas demasiado delgadas, con afecciones en la piel, con alguna discapacidad o incluso con diferentes colores de piel que tampoco entraban en la regla. ¿Y qué? ¿No eran hermosos ellos también a su manera? Ahora estaba seguro de que no era malo ser diferente. 

Miró a WooHyun a su lado, él no era particularmente guapo. Demasiado delgado, demasiado pálido y su rostro nunca demostraba expresión alguna, su caminar era letárgico y pocas veces sonreía, el cabello reseco y los labios finos. No era precisamente un modelo de revistas por los que a las mujeres se les humedecen las bragas. Pero para SungGyu, WooHyun, era lo más hermoso que había visto nunca y no lo cambiaría por nada. 

Entonces era cierto: 'La belleza está en los ojos de quien la mira'

Una vez había leído esta frase e inmediatamente pensó '¿Quién podría mirarme y encontrar belleza en mí?' pero hubo alguien. Fue él mismo quien se encontró hermoso, luego llegaron los demás. Pero siempre iba a ser él, el primero que se amó. No era fácil y tampoco definitivo, no era como si hubiera despertado una mañana y se dijo 'Hoy voy a quererme'. Todavía cuesta, aún falta mucho por descubrir pero querer hacerlo es un primer paso. 

–Vamos a casa WooHyun, creo que tenemos mucho por hacer –SungGyu le sonrió con picardía y WooHyun supo que no había otro lugar donde quisiera estar. 

Cuando llegaron a casa de SungGyu, SungJong y DongWoo estaban allí. Ellos lucían sensibles y dubitativos pero aun así les sonrieron cuando los vieron entrar. 

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