❥ | ➳[WooGyu]

❥ 🍡¦12¦🍡

WooHyun carga una sonrisa deslumbrante desde el mismo momento en el que sus ojos se fijaron en el bello rostro de Kyuzi, él no podía estar más radiante. Esa mañana hasta se atrevió a sentarse en la mesa a desayunar con su hermano y su madre antes de salir de casa y ahora que caminaba directo al trabajo no podía quitar el gesto de su rostro. Era un enorme avance, un paso más cerca de la meta, ahora, con un rostro fijo podía buscarlo y tener más posibilidades de encontrarlo. Aún sería como buscar una aguja en un pajar, pero ahora el pajar era uno más pequeño y la aguja tenía un rostro.

¿Qué nombre tendría aquel bello ser? 

SungGyu está estresado, él no ha podido pegar un ojo en toda la noche y en su pecho solo late el desconsuelo de saberse roto. 

Está aterrado de ver a WooHyun. 

Antes, para él, pensar en Namstar era como un refugio, una persona totalmente diferente a todas las demás. Le daba esperanzas, sentía que en algún lugar en este mundo había alguien con el corazón tan grande y la mente tan abierta capaz de abrazar sus diferencias y reconstruirlo de nuevo. Pero estaba equivocado como un gran bobo y además, ciego. 

No había en este mundo alguien capaz de abrazarlo a él, nadie podía llegar a desear siquiera tener contacto con un gordo como lo era SungGyu. Su pequeño castillo de ilusiones había caído vilmente bajo sus ojos. Las pequeñas esperanzas que mantenía en su pecho habían sido arrancadas por las garras de la realidad. Cruda e impiadosa. 

A veces, solía caminar por las calles mirando a los demás, siempre viendo qué tan bien estaban, cómo sus cuerpos eran generosos e incluso, cuando encontraba a otra persona con sobrepeso, hasta ella parecía más hermosa, con sonrisas perfectas o sin piel colgante en algunos sectores, con lindos ojos o por lo menos con más estilo que él. 

Por alguna razón los demás siempre parecían ser mejores. 

En algunas ocasiones se halló a sí mismo mirando a alguna persona gorda y pensando: 

"¿Cómo es que hasta ella puede tener un novio?" o "Se ve tan linda aun con su obesidad, tan libre, segura y feliz". 

Y ese sentimiento feo de envidia burbujeaba en su estómago, pero lo mitigaba diciéndose que no debe pensar así, que no está siendo mejor que los que lo juzgan y critican a él. 

Pero ahora el asunto es que acababa de perder el último poco de certidumbre, ahora veía que realmente lo había idealizado y que caer desde la nube en la que estaba le había dolido como la mierda. Se refugió en la figura magnánima de un desconocido que sería su posible salvador y ahora no tenía nada. Ni siquiera esas pocas ganas de vivir que antes centellaban en su corazón. 

–Buenos días, SungYeollie. –Lo saludó pero no se detuvo a oír una respuesta e ingreso al depósito. 

SungYeol notó la profundidad de sus ojeras y el hecho de que sus ojos estuvieran rojos como el demonio lo hicieron preocuparse, así que no dudó ni un segundo en ir detrás de SungGyu aún si dejaba la tienda sola. 

El mayor fingía no haberlo escuchado entrar mientras dejaba sus cosas en el cuartito donde solían cambiarse, esperando a que se fuera, no quería ver ni hablar con nadie. No había nada que decir que no hiciera que se quebrara y rompiera en llanto. 

– ¿Puedes dejar de ignorarme? –pregunta cuando nota los obvios intentos de esquivarlo. 

–No te ignoro Yeol, lo siento. Es que acaban de llegan los proveedores y hay mucho que inventariar. –Declara tratando de pasar de largo y no mirarlo a la cara. 

Pero el menor no era idiota, detuvo su paso cuando estaba junto a él impidiéndole salir. Colocó ambas manos en su rostro y lo obligó a mirarlo. Era mucho peor de lo que imaginaba, él no tenía los ojos llenos de llanto, los tenía llenos de desilusión, de abatimiento y pesimismo.