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WooHyun está de pie frente al trabajo. No hay señales de SungGyu ni de SungYeol... pero sobre todo de SungGyu. El chico es lo más responsable que ha visto en todos sus años de vida, parecía poseer un sentido de la responsabilidad incalculable. Siempre puntual, prolijo y servil.

Pero no hoy, últimamente ellos solían esperar a SungYeol, que por alguna razón llegaba un poco demorado. Hoy estaba solo ¿Le habrá pasado algo? Cualquier tipo de idea se esfumó cuando vio llegar a SungYeol, corriendo y despeinado, saludó torpemente y azotó las persianas metálicas que cubrían el frente. 

–Buen día, WooHyun... Se me hizo un poco tarde.

–Buen día SungYeol, no te preocupes. Lo noté hace quince minutos. –El mayor quedó unos minutos esperando a recibir alguna clase de noticia sobre la ausencia de SungGyu que no parecía molestarle al otro. 

SungYeol colocó sus cosas en orden detrás de la caja registradora hasta que se dio cuenta de que WooHyun seguía allí, de pie sin decir ni una sola palabra. 

–Oh, WooHyun... SungGyu no vendrá a trabajar hoy. –Exhaló un suspiro de aflicción que no pasó desapercibido ante los ojos del mayor – Él tiene algunos asuntos pendientes, me aviso esta mañana. 

Eso estaba bien para WooHyun, él no necesitaba ningún tipo de explicación sobre SungGyu o su ausencia, o eso creía pero finalmente se encontró preocupado y tentado a tomar su teléfono y marcarle para saber si todo iba bien con él. 

El trabajo en la tienda se volvió pesado y fastidioso esa mañana, por alguna razón se sentía inquieto. Nada tenía que ver con SungGyu, o eso quería creer. Pero al final del día tenía que ponerse la mano en el corazón y admitir para sí mismo que el lugar no era el mismo sin el chico de las mejillas redondas tarareando alguna canción o jugueteando con los niños. La gente mayor también lo extrañaba. Eso no era nada para sorprenderse, SungGyu tenía una paciencia y una gentileza digna de ser envidiada, se hacía querer rápidamente y su aura emanaba una calidez invaluable. 

Bien. ¿Quién no extrañaría todo eso? 

Además de sus dulces ojos marrones desapareciendo en cada sonrisa o su voz resonando armoniosamente con cada "Buen día" "Gracias por su compra" o un simple "Vuelva pronto", sus labios entonando las canciones que pasaban en la radio o sus dientes mordiendo su lengua levemente saliendo hacia afuera cuando se concentraba en decorar los productos en sus góndolas, sus pequeñas manos acariciando las melenas de los pequeños o el sutil movimientos de hombros que causaba una buena canción en los altavoces del lugar. 

Si, cualquiera extrañaría a SungGyu. 

La mañana fue mortalmente lenta y densa. Cuando volvió a casa se sorprendió de ver allí a HoWon ¿No se suponía que debía estar en el instituto? Pudo escuchar un poco de la conversación que estaba teniendo con su madre, algo sobre una enorme deuda y un remate, pero no le dio mayor importancia, él tenía que acudir a la universidad también así que corrió hasta el baño y se metió bajo la ducha. Mientras el shampoo burbujeaba en su cabello pensó que tal vez, solo tal vez, podría acercarse a HoWon para verificar si SungGyu estaba bien. Simple curiosidad. 

El frio aún no había cesado, el invierno parecía no querer abandonar la ciudad, así que se abrigó correctamente y luego de despedirse de su madre salió. 

Era increíble la manera en la que las cosas a su alrededor estaban cambiando de a poco, nunca había visto a su madre con tanta energía, estaba más comunicativa e incluso había llegado a sorprenderla regando las flores del jardín cuando antes ella trataría de evitar ser vista en público ¿O era el quien estaba cambiando su mirada hacia los demás? Tal vez estaban sucediendo ambas cosas. 

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