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SungGyu lleva y trae cajas, mueve el carro de un lado a otro y aun así sonríe a cada cliente con el que se cruza y les hace una venia de respeto. Vuelve atrás y saca los artículos de limpieza para asear algún pasillo sucio por la torpeza de algún niño que derrama su jugo o de algún descuidado que tiró el chicle y termina pegándose al piso. Cualquier cosa que haga siempre está allí tan fastidiosamente sonriente que WooHyun se pregunta si tiene algún problema en el rostro.

Luego, SungGyu le cambiaría el turno a SungYeol y atendería a los clientes, siempre tan correcto y cortés y terminaba hablando con todas las clientas mayores de edad que lo trataban como a un nieto, contándoles de sus problemas de salud o de la vida de sus gatos y el chico las escucharía atentamente y daría una respuesta a cada comentario. Finalmente, le pellizcarían los cachetes con algunas palabras de cariño y se irían cargando con sus bolsas de verduras y otras veces cuando no hay mucho movimiento en el local SungGyu se ofrecería a ayudarlas a cargarlas hasta sus casas recibiendo un agradecimiento por su buena intención. 

Tan ridículamente solidario con todos. 

Después de solo cuatro horas de trabajo, el mayor ya estaba agotado, no podía mover ni un dedo. Sin embargo, el pesado chico aún corría de un lado a otro con auriculares puestos con tanta energía que sentía cansarse aún más. 

—¿Siempre es así? —Le pregunta a SungYeol cuando lo ve entrar. 

—¿Así, cómo? ¿Feliz? —WooHyun asiente y SungYeol suspira con pesadez—, SungGyu es muy particular ¿sabes? A pesar de tanta mierda él siempre sonríe a los demás. 

Tanta mierda 

Esas palabras hacen eco en su interior, pero no se inmuta y sigue intentando organizar el suministro de artículos de baño que lo tiene desquiciado desde que llegó y aún no termina. Bufa molesto. 

—Si hubieras aceptado la ayuda de SungGyu todo sería más fácil. —Lo reprende tranquilamente. 

—No necesito ayuda, puedo hacer esto solo. —Lo dice aunque acaba de tirar varios paquetes de algo que parece algodón y agradece que no fuera algo rompible. 

—Si, bueno. Eso espero. Solo voy a ponerte una condición —gira para mirarlo antes de salir de nuevo a su puesto—, Conócelo. Podrías sorprenderte mucho.

¿Que podría tener ese niño que pudiera sorprenderlo? Quizás algún modo de escabullir comida al cine, piensa y luego vuelve a lo suyo. 

Él está pensando que debe aguantar, que todo esto es para seguir en contacto con su niño de voz dulce y quizás algún día convencerlo de poder conocerse más íntimamente. 

Últimamente ellos envían más mensajes y están yendo un poco más allá de los negocios, lo que él quiere conseguir de Kyuzi está más cerca y no puede permitirse retroceder. No se rendirá hasta tenerlo a su lado y poder estrechar su fino y elegante cuerpo entre sus brazos.  

SungGyu entra al depósito y lo observa luchar con los grandes paquetes de papel sanitario, se recuerda a él mismo en los primero días y le encantaría poder ayudarlo pero sabe que si se acerca lo rechazará. Así que se limita a observarlo desde atrás mientras repone su carrito de cosas para el local. 

¿Que podría hacer él para ayudarlo? 

Aún si WooHyun no quiere que lo hable ni que se acerque debería haber alguna manera. Entonces lo observa dando pequeños saltos para sacar un paquete en la parte superior y ve tambalear la enorme pila del producto, el mayor aún no se da cuenta, pero obviamente terminará sepultado entre los kilos y kilos de rollos de papel doble hoja. Sigue saltando sin detenerse y lo que debe pasar, pasa. 

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