Disclaimer: Aunque quisiera, los personajes a los que leerán a continuación no me pertenecen, pertenecen a Tazuki Takahashi, sin embargo, ésta historia es toda mía, espero que disfruten el leerla.
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Atem POV
La oscuridad se había cernido sobre mí como una masa hambrienta y desesperada, quizá no tan desesperada como lo había estado yo antes de convocarla pues, de otro modo, jamás habría tenido que llamarla a mí.
Flashes de mis decisiones me habían ido alejando de las tinieblas, pero mi apremiante necesidad de permitir que la oscuridad reinante a mi alrededor me consumiera me ayudaron a acercarme cada vez un poco más hasta arremolinarme dentro de mí mismo y dejarme ir hacia el vacío que había estado consumiendo mi alma durante años. Yo, el rey de los juegos y de la oscuridad, el faraón consumado que se dedicaba a contemplar su reino, el adolescente problema y al mismo tiempo el cliché más clásico de todos los tiempos desde que se había inventado el bullying, ahora me deslizaba hacia el más profundo olvido.
En medio de la oscuridad podía darme cuenta de cuáles eran los errores que había cometido tras adjudicarme los títulos que la gente de la escuela solía ponerme. Si lo pensaba bien, lo normal habría sido que me convirtiera en un deportista ávido de poder y fuerzas o en el peor de los canallas que la historia de mi generación y las dos siguientes hubieran conocido; sin embargo, y como jamás habría permitido que el aburrimiento y lo clásico se apoderara de mi alma tan peculiar y distinta, decidí romper el patrón del bully que maltrata a todos hasta lo imposible y decidí parar con todo ese círculo vicioso.
Así que en lugar de continuar con mi lugar en la cadena alimenticia, en lugar de seguir causándole dolor a mi madre, en lugar de seguir haciendo pasar vergüenzas a mi padre, en lugar de causarle más problemas a mi tutor, en lugar de seguir deshonrando a mi familia (Sí, yo era una deshonra para ellos), decidí citar textualmente a cierto cantante cuya voz de lija decía tantas verdades...
Lo recuerdo bien, de hecho, a mí mismo diciendo con voz trémula ese verso que me atormenta desde que fui capaz de comprenderlo: Lo peor del amor es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le quedan dos puntos suspensivos...
Y decidí plasmar en mí mismo ese verso, no como un tatuaje sino como una acción en carne propia. Borrar los dos puntos suspensivos.
Ni por todos los dioses de Egipto habría permitido que nadie jamás supiera que me gustaban canciones tan cargadas de emoción, la gente seguiría creyendo, hasta el funesto final que me esperaba, que mi corazón sólo albergaba en él, espacio para la oscuridad y desesperación.
Hacía semanas que había conseguido que de las once de la mañana y hasta las once veintidós, el baño de hombres del segundo piso de la escuela estuviera desierto, la hora de nuestro segundo receso. Nadie sabía por qué quería el baño para mí solo y los rumores eran bastante sosos e interesantes entre ellos, había quienes aseguraban que yo tenía amantes escondidas esperando por mí, otros decían que simplemente era donde planeaba mis siguientes tácticas de acoso y venganza contra aquel que osara desafiarme, había incluso quienes decían que había convencido a Gardner de sostener una relación carnal conmigo en aquel corto espacio de tiempo, pero en realidad me regodeaba en la soledad y permitía que la desesperación me consumiera; de vez en cuando hasta encendía un cigarrillo y miraba atento las volutas de humo subir hasta perderse.
Nadie se había atrevido a imaginar siquiera que esos veintidós minutos me servían para suplicar por perdón para mi alma. Servían para suplicar que mi alma pudiese ser salvada en la balanza de Anubis y yo pudiera pedir perdón por mis pecados.
Era más que suficiente para mí, llegar y hacer una señal con mi cabeza para que todo los que estuvieran en el lugar, desalojaran de inmediato y me permitieran disfrutar de mi soledad. Y así había sido sencillo planear la tragedia. A las once y veinticinco terminaban los recesos, nadie se atrevía a volver al baño para ese entonces así que tenía tiempo de sobra. Además de saber que si se corta de abajo hacia arriba no hay nada qué hacer. No hay manera de arreglar las venas si cortas en esa dirección, los que cortan de un lado a otro no quieren la muerte, quieren la farándula. Yo de verdad quería un suicidio.
Y de pronto, de la nada, burbujas emergen en mi memoria y me obligan a flotar hacia arriba, a alejarme de la oscuridad que me había estado consumiendo hasta éste momento.
Trato de luchar, trato. Pero no puedo contra las burbujas que me empujan de nuevo a la conciencia.
Un sonido lejano y agudo llama mi atención pero luego se detiene en seco, justo como inició. Y de pronto siento una llamarada golpeando mi interior. Es curiosidad sobre el sonido, así que floto en mi inconsciencia en busca de su origen.
Una vez más se eleva entre las sombras y las disipa, y eso se repite dos, tres, cuatro veces más hasta que me percato de que escucho mis signos vitales. Abro los ojos desorientado y me encuentro con la blancura inmaculada del techo, una lámpara encendida, la máquina marcando mis latidos, el goteo del suero y el dolor en mis muñecas y en el antebrazo por las agujas que me mantienen con vida. Suspiro y recuerdo que fui un tonto, que corté de un lado a otro en lugar de abajo hacia arriba, no llegué a los tendones así que abro y cierro las manos un par de veces, parece ser que quería la fama.
Sonrío hastiado de mi mala suerte y una risa gutural y desesperada se abre paso en mi garganta, pero la callo en cuanto me percato de que hay alguien más conmigo. Miro a mi lado, en la silla de la esquina hay un niño, o al menos eso me parece hasta que reconozco sus facciones.
Qué curioso, ni mi madre, ni mi padre, ni mi tutor. Junto a mí hay un muchacho que luce cansado sobremanera y duerme tranquilamente.
Y un nuevo recuerdo aflora en mi mente como una burbuja en medio del agua turbia. Yo estaba sentado en el suelo, recargado de espaldas en la puerta de entrada, cayendo en la inconsciencia y luchando por hacer el proceso más rápido cuando un niño empujó la puerta y me hizo caer al lado, estaba tan confiado en que nadie vendría que ni siquiera eché el seguro, y cuando él me vio en medio de la sangre, cuando sus ojos se llenaron de determinación, supe que si no me moría de una vez, no moriría.
Es el nuevo en la escuela, se hizo amigo de Gardner pronto, y Wheeler también le siguió. Hizo amigos rápido para ser tan torpe, un día y ya tenía su propio grupo, llegó el día anterior a mi intento de suicidio, claro. Él no conocía las reglas y yo no fui precavido... Tiene nombre, es con Yu... algo... Yu... Yu...
—Yu... —Mi garganta arde cuando mi voz por fin se arma de valor para salir del letargo y hacer saber que estoy aquí. —Yugi Muto... —Él se despereza un poco y se remueve en el asiento pero no me mira, parpadeo una vez, y otra, y poco a poco me va venciendo la oscuridad. En el último momento, Yugi abre sus ojos y se encuentra con los míos; tiene unas preciosas orbes violetas que son diáfanas como el cielo de Egipto, así que sonrío de saber que si pudiera morir, si tan solo mi alma decidiera romperse y abandonar el juego, sus ojos serían lo último en mi memoria.
Él se levanta a toda prisa, tira la silla en el camino y se para en la puerta para gritar.
— ¡Enfermera, se despertó! ¡Él despertó!
Y la piadosa oscuridad, que no ha osado abandonarme, me arrastra de nuevo hacia el fondo, hacia el dolor y la fría soledad.
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Tras el intento de suicidio
FanfictionParticipé en el concurso de fanfics y One-shots de Yu-Gi-Oh! 2018, hecho por @yiyi004 y GANÉ el primer lugar en ORIGINALIDAD. Tenemos derecho a elegir nuestro destino, pero ¿qué procede cuando alguien se entromete y arruina nuestros planes? Atem es...