Atem entró a la escuela con Kisara tomando su brazo y Mana pisándole los talones. Por algún motivo, sus padres habían decidido que era buena idea que, durante su estadía en Dominó, ambas jóvenes estudiaran en la escuela del joven faraón para convivir un poco más con el muchacho y aprender de la cultura.
Atem y Duke a duras penas pudieron mantener la calma en público cuando vieron la expresión de sorpresa de Kaiba al ver a la doncella de ojos azules entrar del brazo del faraón, y Mana no ocultó su alegría al toparse con Yugi en los pasillos.
Atem le dijo a su prima que ella estaría en el mismo salón que Kaiba, así que ella sonrió dirigiéndose al castaño, despidiéndose de su primo con una sonrisa cálida, Mana la siguió para decirle algo antes de volver a alcanzar a Atem. Sin embargo, ese momento de soledad fue más que suficiente para que se desatara una guerra nueva.
El faraón no se había detenido para esperar a Mana, siguió caminando a pasos calmados hasta que Ushio pasó por su lado.
—Alteza. —Saludó él con voz cordial y una sonrisa macabra en el rostro. —Lindos pendientes, dignos de una reina.
—Lo sé, pero pensé que se me verían mejor a mí que a ti.
—Eres bueno para las respuestas rápidas. —Exclamó deteniéndose y metiendo las manos en los bolsillos, como Atem no se detuvo, Ushio se paró de lado mirando al faraón alejarse. —Me pregunto si el perdedor de Muto será tan bueno para defenderse como tú.
Durante una fracción de segundo, Atem se detuvo en seco, apretó los puños y una expresión feroz cruzó su rostro, pero se fue tan rápido como llegó y el faraón siguió caminando.
Mana se detuvo frente a Ushio y le plantó una patada en las espinillas antes de alcanzar a su amigo, sin detenerse a mirar al bravucón retorcerse de dolor.
— ¿Cómo se atreve a amenazar al joven Yugi de esa manera? —Espeto furiosa. — ¿No sabe que los dioses egipcios y nosotros lo cuidamos?
—Lo sabe. —Soltó gélido Atem. —Pero siempre hay gente dispuesta a desafiarnos.
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Ninguno de los amigos de Yugi sabía qué pensar al respecto. El faraón los había saludado con poco más que una sonrisa en la mañana; en la hora del receso, sólo Duke se había sentado a comer con ellos porque el egipcio tenía que tratar unos asuntos pendientes con sus parientes. Incluso Ishizu había llegado a la hora del receso, causando revuelo entre los estudiantes de último curso. Si bien, el faraón seguía siendo extremadamente frío con todo el mundo, a ellos parecía dedicarles miradas cómplices y sonrisas por media fracción de segundo. A todos menos a Yugi, a quien había saludado abiertamente con un beso en la frente.
Ahora, Yugi esperaba a Joey para decirle que se quedaría como parte de la cuadrilla del aseo de ese día. El rubio lo alcanzó en la entrada disculpándose por haberlo hecho esperar, pero Yugi lo recibió con una sonrisa cálida.
—Descuida, perdóname tú a mí, me tocó quedarme a limpiar, pero saliste corriendo tan rápido que no pude avisarte.
—Cuando hay que ir, hay que ir. —Dijo rascándose la nuca con una amplia sonrisa. —Te veré mañana entonces, Yugi.
—Sí.
—Oye, por cierto. ¿Algo que deba saber? —Inquirió con una sonrisa pícara, codeando al pequeño y haciendo que se sonrojara. — ¿Algo que debas decirme del faraón?
— ¡Joey! —Exclamó sorprendido. —No molestes, no hay nada qué decir.
— ¿Seguro?
—Sí. —Dijo con tristeza. —Para el faraón sólo soy el pequeño Yugi. Alguien a quién proteger, ni su amigo ni su igual, así que no hay nada qué hacer.
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Tras el intento de suicidio
FanficParticipé en el concurso de fanfics y One-shots de Yu-Gi-Oh! 2018, hecho por @yiyi004 y GANÉ el primer lugar en ORIGINALIDAD. Tenemos derecho a elegir nuestro destino, pero ¿qué procede cuando alguien se entromete y arruina nuestros planes? Atem es...