Yugi caminaba con aires distraídos por la escuela. Iba tarde para verse con Tea y no soportaba la idea de hacer esperar a nadie, menos a una de sus mejores amigas, que constantemente se quedaba esperando al muchacho que terminaba, siempre, llegando tarde. Vio a su amiga recargada en los casilleros con los audífonos puestos y decidió apresurar el paso, comenzando a trotar en su dirección, con una mano levantada y su nombre en medio grito.
No lo vio venir. Aunque al principio el camino había parecido despejado, se había topado con un obstáculo que lo había hecho tropezar y desperdigar sus papeles frente a sí, revolviendo las hojas sueltas que llevaba consigo. Una sombra se ciñó sobre él y sintió unas manos frías tomándolo por los hombros para obligarlo a levantarse. Se encontró con los ojos de Yami, enrojecidos y oscurecidos de una forma violenta y macabra, sonreía de medio lado cuando lo apresó contra el pilar tras el que estaba oculto antes de meterle zancadilla. Puso una mano recargada en el concreto a la altura de su rostro y con la otra mano se cubrió un ojo de manera perturbadora. Yugi se percató de que Yami llevaba colgando el rompecabezas del cuello, pero no dijo nada al respecto, esperó acobardado, como una presa, a que su atacante diera la estocada final. Pero nunca llegó. Yami se irguió en toda su estatura, viendo al pequeño Yugi hacia abajo, y murmuró.
—Esto es sólo una advertencia. Cobraré mi parte del trato.
Y sin más, se dio la vuelta.
Yugi se deslizó hasta el piso y respiró entre cortado a la par que Tea llegó a su lado. La chica estaba pálida y había visto demasiado tarde el incidente con Yami, que se alejaba para encontrarse con Duke, quien lo esperaba sosteniéndole su maletín.
El faraón se colgó el maletín sobre el hombro y se alejó sin volver la vista hacia atrás, dejando a Yugi acobardado.
—Yugi... —Llamó temerosa Tea.
—Estoy bien. Descuida. —Murmuró recobrando la compostura. Suspiró un par de veces y luego miró a su amiga, levantándose de su lugar para irse a clases. —Tenemos mate, será mejor que nos movamos rápido o perderemos la clase.
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Afortunadamente para ambos, el profesor no había llegado aún y ambos estaban a salvo de la mirada castigadora de aquel estricto docente. Tuvieron tiempo de sobra para poner al corriente a Joey y a Tristán de lo ocurrido en la mañana.
— ¡Ese malagradecido! —Soltó Joey levantando un puño en el aire. —Si yo hubiese estado ahí, habría puesto a ese cretino en su lugar.
—Sí. —Coincidió Tristán sarcástico. —Justo después de recibir la paliza del faraón.
— ¡Oye! Explica exactamente qué quieres decir con eso. —Espetó retándolo. Tristán correspondió al reto, fastidiado como siempre, y como siempre, Tea tuvo que ir a meterse entre ellos para tratar de separarlos.
Yugi soltó una risa por lo bajo, sin embargo su mirada se perdió en la ventana y su mente viajó a lo que Yami le había dicho en el hospital.
—Se te acabó el tiempo. —Espetó Yami arrebatando el rompecabezas de las manos de Yugi y consiguiendo que las piezas botaran de su sitio, se quedó únicamente con la pieza del ojo y suspiró. —Tu tormento no será tan escandaloso, después de todo. Pero óyeme bien. No te has salvado.
Suspiró bajando la mirada y sonrió cuando vio a Bakura entrar al salón a ocupar su sitio, frente a Yugi.
—Supe que el faraón te sentenció ésta mañana.—Murmuró a manera de disculpa.
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Tras el intento de suicidio
أدب الهواةParticipé en el concurso de fanfics y One-shots de Yu-Gi-Oh! 2018, hecho por @yiyi004 y GANÉ el primer lugar en ORIGINALIDAD. Tenemos derecho a elegir nuestro destino, pero ¿qué procede cuando alguien se entromete y arruina nuestros planes? Atem es...