Episodio 01.

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Perfecta Para Mí.

Parte 1. Prólogo.

San Francisco CA.

Mantenía una de mis manos recargada al aparador con mi muñeca sosteniendo mi cara mientras cabeceaba, jugaba una partida con el cansancio y este estaba venciéndome.

-Harold... pss, pss ¡Harold!

Demonios. -Mi cabeza había dado en el escaparate. -Lo-lo siento. Dime. -Respondí levantando mi cabeza, abriendo los ojos y sobando mi barbilla.

Eleanor volteó los ojos y me hizo una seña con su cabeza para indicarme que debía atender.

Froté mis ojos y me dirigí a la mesa donde recién se acomodaba un cliente.

-Buenos días señor. -Saludé. -Sea bienvenido.

-Buenos días muchacho.

-¿Qué desea ordenar?

-Quiero un café cargado por favor. -Pidió tomando un pañuelo que estaba sobre la mesa.

Asentí. Lo anoté con una gran sonrisa y me dirigí a la pequeña cocina que había dentro del restaurant.
Mientras rellenaba la taza con el humeante líquido negro levanté mi vista para mirar por encima de la barra de cristal.
Era la sonrisa de Eleanor que había llamado mi atención, ella atendía a un hombre de unos treinta años de edad y descaradamente coqueteaba el uno con el otro. Mi mirada cayó de golpe al suelo.

Llevé un suspiro al aire, no es la primera vez que sucedía algo así, pero supongo que lo mejor es ignorarlo.
Ella me lo ha dejado claro demasiadas veces, entre nosotros dos no hay nada más que sexo, sexo y unos enormes sentimientos de mi parte que son cruelmente rechazados por ella. Pero es que cuando estamos a solas. Sus besos dicen que si me quiere.

Eleanor es mi compañera de trabajo, ella vive sola en un pequeño apartamento, en una de las zonas más demacradas de la cuidad.
Gracias a este trabajo puede mantener el techo de su casa sobre su cabeza. Aunque los fines de semana tiene doble turno y no me permite acompañarla, de igual manera intento ayudarla económicamente, no, mi salario no es mejor que el de ella, trabajamos en el mismo lugar, pero al menos no tengo que pagar impuestos por el lugar en que vivo.
Además de que frecuentemente consigo un poco de dinero extra.

-Gracias. -Habló el señor mientras situaba la taza de café en la pequeña mesa. Sonreí amablemente y me retiré.

Ingresé de nueva cuenta al estante de la cocina para lavar unos platos y vasos que habían en la pila de fregar.
Sentí mi celular vibrar en mi bolsillo y lo saqué cuidadosamente para que ninguno de los mayores me viera, era un mensaje de texto.

Everette: Amigo necesito que me cubras hoy en la competencia.

Yo: ¿Qué? Olvídalo amigo.

Everette: Recordaos quien ha salvado tu culo en más de 1O ocasiones.

Yo: Buen punto. Mañana recoges tu dinero.

Supuse que no tenía más opción que aceptar. Guardé el teléfono asegurándome que nadie me viera.
Desde que conozco a Everette me ha sacado de problema tras problema y lo menos que puedo hacer por él es ayudarle de vez en cuando.

Caminé hacia el mostrador y noté como el cliente que había atendido ya no estaba.
Llegué hasta la mesa y aprecié un billete de 50 dólares.

Lo tomé un poco dudoso.

El precio de la taza de café eran 6 dólares, no podía haberse ido sin pedir el vuelto. Oh quizá si, hay a muchas personas que les sobra el dinero.

Me dediqué a buscar a Eleanor por todo el piso sin tener éxito a encontrarle, me dirigí hacia la caja registradora y deposite el billete quedándome tímidamente con el vuelto. Entonces sentí como alguien picaba mi hombro haciéndome voltear.

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