•08•

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  La vida de YoonGi no había sido lo que uno podría denominar "fácil". La verdad, su vida podría definirse mejor con las palabras "absoluto desastre". Desde pequeño, había vivido en un ambiente bastante malo. Que va, eso era un simple eufemismo si se trataba de la vida del pelinegro. Su infancia había sido una mierda, una total y absoluta mierda. Su padre, un desagradable y penoso alcohólico, maltrataba a su madre cada fin de semana, luego de ir de copas con sus odiosos amigos. Ella nunca se defendió, se dejó maltratar por su marido sin nunca abrir la boca ni tratar de hacer nada por salir de esa situación. El pequeño YoonGi había vivido expuesto a esa realidad a pesar de su corta edad, siendo lo único que habían conocido, su única realidad.

  Una realidad donde cada vez que le preguntaba a su madre por qué papá le pegaba, ella sólo respondía con un simple "me ama", un estúpido y vacío mantra que se repetía todas las noches luego de sufrir maltratos por parte de su esposo, tratando de convencerse a sí misma de que los golpes de su esposo simplemente eran su forma de demostrarle que la amaba, que se preocupaba por ella y que tenía que ser una mejor mujer para él.

  Una realidad donde su padre estaba poco y nada, pero que cuando estaba junto a él lo trataba con amor. Porque a él también lo "amaba", y YoonGi había tenido que convencerse a sí mismo, al igual que lo había hecho su madre, de que los golpes y maltratos que recibía de su padre a pesar de su corta edad eran la forma en que el hombre le daba amor. ¿Qué otra explicación le podía dar? Su mente era joven, y no habría sido capaz de entender que lo que menos sentía su padre por él y su mamá era amor. Que el amor no eran golpes, malos tratos o palabras hirientes. El amor era algo muy diferente, algo que tristemente no se le había entregado.

  Un día, cuando el pequeño Min tenía apenas ocho años, su papá le dió mucho amor a su mamá y ella simplemente no pudo aguantarlo. Lo único que escuchó el pálido niño desde su habitación, donde permanecía con sus oídos tapados y sus ojitos anegados en lágrimas, fue un grito gutural y luego un golpe seco. Nada más. De pronto, el silencio se volvió inquietantemente prolongado, se destapó sus oídos y escuchó atentamente. Nada. Tragó saliva y frotó sus entumecidas piernas, las cuales tapaba con un delgado pantalón que ocultaba los incontables moretones que manchaban su pálida piel. Se acercó a la puerta y la abrió lentamente, transformando sus labios en una delgada línea al escuchar el crujir de las bisagras. Tragó saliva y se asomó por la puerta. Vacío.

  De pronto, se escuchó el golpe seco de la puerta principal en el primer piso. El pequeño se armó de valor y comenzó a bajar por las viejas escaleras, conteniendo la respiración al oír cada agudo chirrido que está productos bajo su peso. Llegó al descanso e inhaló con fuerza, dándose valor.

  «Tal vez mamá está dormida o necesita una de esas pastillas blancas para el dolor»

  Con eso en mente, siguió el lento proceso de bajar las escaleras y finalmente llegó al primer piso. Caminó hacia la pequeña sala, donde unos viejos y gastados sillones frente a una mesa ratona eran los únicos muebles. Se asomó tímidamente, para comprobar que esa habitación estaba vacía.

  Siguió su camino, pero ahora hacia la cocina. La puerta estaba cerrada, pegó su oído en la fría madera y se concentró. No se oía nada, tal vez habían salido a pasear y no le habían avisado.

  «Aprovecharé el viaje y me haré un sándwich» pensó inocentemente el menor, para luego empujar con sus escuálidos bracitos la puerta. Cuál no sería su horror al ver a su madre, tendida en el piso, un pequeño charco de sangre rodeando su cabeza. El pequeño miró el cuerpo inmóvil sin comprender, y llamó a su mamá en un tembloroso susurro.

  Al ver que no había respuesta, se acercó temerosamente, sus labios comenzaron a temblar y sus mejillas se humedecieron cuando la fría verdad lo golpeó con fuerza. Mamá ya no estaba, y papá lo había abandonado. Se agazapó junto al cuerpo inerte, para luego comenzar a sacudirlo por el hombro mientras grandes lágrimas mojaban sus pantalones.

유독 한 ; toxic ;; yoonmin [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora