유독 한 ; toxic ;; yoonmin [pausada]

•11•

  YoonGi se obligó a calmarse, a pesar de que sentía que estaba a punto de sufrir un puto ataque de pánico.

  — M-Mierda... — se sentó en la cama de la habitación principal, su mano sujetando con fuerza su pecho mientras la otra revolvía su cabello.

  «¿Dónde está? ¿Con quién está? Maldita sea» Se obligó a detener el rumbo de sus ideas cuando notó la dirección que tomaban. «Jodido enfermo...»

  Su JiMinnie no era una puta, él lo sabía. Claro que no había ido donde nadie más. Él jamás le haría algo así...

  Pero ahí estaba nuevamente esa voz, esa odiosa voz en su cabecita que parecía disfrutar susurrándole cosas, sugiriéndole ideas que sabía no eran probables, pero que no podía ignorar. Tal vez le había dado la oportunidad perfecta de irse con otro, lo había dejado libre, quizás...

  — ¡Basta! ¡DETENTE, MALDITA SEA!— mordió sus labios y se obligó a no gritar por la desesperación e impotencia. Se odiaba. Claro que lo hacía.

  ¿Cómo es que JiMin había logrado soportar tanto tiempo a su lado? ¿Después de todo lo que le había hecho, cómo podía decir que lo seguía amando? «Tal vez está tan mal como yo...» No, se dijo. Claro que no. Su JiMinnie era lo más dulce y bello en lo que jamás había posado sus ojos, el siquiera pensar así de él era como pecado para él. O al menos en ese momento, ya que cuando esa horrible faceta suya salía a la luz...

  Se estremeció al recordar todas las cosas horribles que había hecho. Miró sus manos, sintiéndolas sucias. Su cuerpo lo traicionaba, hundiendo su conciencia y dejando salir esa pequeña mierda que trataba de ocultar de todos y que no sabía cómo eliminar.

  Pero... ¿Cómo podía eliminarla si también era él? Él era el abusador, el niño pequeño sin amor, el adolescente asustado y herido, y el hombre que por primera vez había conocido lo que era el verdadero amor a manos de un lindo y despistado chico que había tirado su café sobre sus papeles un día cualquiera, haciéndolo enojar muchísimo, y luego dejándolo casi en trance al verlo hablarle con su linda boquita, mirarlo con esos ojos chocolate tan brillantes...

  Sabía que lo amaba. Eso jamás lo había dudado, tampoco ahora lo hacía. Pero su amor estaba siendo enfermado por esa parte de él que parecía no querer dejarlo ser feliz, que destrozaba y hundía todos sus deseos de amar de verdad, no ese amor enfermizo y falso que abría conocido de niño, sino verdadero amor. El amor que su JiMin le había enseñado, que le había entregado sin inhibiciones y sin temores.

  Por eso, por ese amor puro que había recibido y que sentía que no podía entregarle, o al menos no al cien porciento, es que le había dicho que se fuera. Si no podía amarlo como realmente deseaba hacerlo, entonces debía alejarlo de sí antes de que fuese tarde.

  El solo imaginarse a su bebé, a su pequeño siendo aún más lastimado por sus manos lo hacía sentirse enfermo. Pero vamos, se dijo, él nisiquiera tenía derecho de sentirse así. ¿Cómo podía sentirse enfermo si él era el único en la vida de su Jiminnie que le hacía verdadero daño? ¿Cómo podría personarse a sí mismo, si había hecho cosas horribles?

  " — Monstruo, eres un monstruo. No te quiero ver más por aquí, adefesio. ¡FUERA! "

  " — Vamos, pequeño. ¿No querías que estuviéramos juntos? Entonces deja de lloriquear y quédate quieto. "

  " «Tu mamá era una perra sin vida, y tu padre, un maldito borracho. ¿Vas a negarlo, YoonGi? ¿Sigues tratando de mentirte a tí mismo?» "

  " — ...dicen que es gay. Qué asco... "

  " — Déjalo. Es huérfano, y vive en esa horrible casa de acogida, que más vas a esperar de él."