× Prólogo ×

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—— Marinette. ——

4 años atrás  

Adrien...  Efectivamente era el padre de ese bebé.

Suspiré, dejé mi móvil sobre mi mesa de noche, evitando responder los mensajes de Adrien como dolorosamente era ya común en mi y salí al balcón de mi habitación, perdiendome en el hermoso y futurista paisaje nocturno de aquella increíble ciudad.

Había transcurrido un mes desde que Adrien me reveló la verdad acerca de los resultados de su prueba de paternidad

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Había transcurrido un mes desde que Adrien me reveló la verdad acerca de los resultados de su prueba de paternidad...  Aún así, me sentía sumamente insegura, angustiada, nerviosa, preocupada, triste y...  Tenía miedo,  muchísimo miedo... 

Un bebé...  Un pequeño Adrien bebé...

Apreté mis manos contra el frío borde del balcón y suspiré, luchando incansablemente contra el doloroso nudo que se formó en mi garganta al recordar las palabras de Adrien al decírmelo: 

"Perdóname Marinette...  Pero...  Claude si es mi hijo"

Sacudí mentalmente la cabeza, no quería llorar, no debía llorar, yo había prometido aceptar los resultados de esa prueba con madurez, Adrien, por su parte, había prometido ser él  mismo quien me notificara de ellos una vez que los tuviera en sus manos, que sin importar cuales fueran éstos, él siempre sería mi novio, me esperaría y que cuando yo terminara la universidad...  Ambos regresaríamos a París, para estar juntos toda la vida.

Él había cumplido a su promesa, al menos a parte de ella, en cambio yo... Había fallado cobardemente a la mía.

De verdad me esforzaba por tomar las cosas con madurez, por confiar en él, por creer que un hijo suyo con Chloe no era ningún impedimento para que nosotros estuviésemos juntos, como pareja y que en un futuro... Formáramos nuestra familia.

Sin embargo, yo estaba lejos, muy lejos y el pensar que el convivir aún más con Chloe, el cuidar juntos de su hijo hiciera que Adrien poco a poco se olvidara de mi... Me tenía devastada.

Es decir, ellos se veían seguido, lo sabía por las redes sociales de Chloe, además, Adrien mismo me informaba de los días en que la visitaba, los cuales se habían vuelto más frecuentes desde el nacimiento del bebé, eso sin contar los días en que era ella quien lo visitaba a él.

Amor de lejos...

Uno, dos, tres golpes a la puerta de mi habitación y después de un sonido electrónico, esta se abrió, apareciendo Alya con la cena.

— ¡Adivina que vamos a...! ¿Mari?...

Suspiré, limpié las traidoras lágrimas que habían escapado de mis ojos y regresé al interior del edificio, fingiendo mi mejor sonrisa a mi amiga.

𝐑𝐄𝐅𝐋𝐄𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍𝐒 / (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora