29 × Calm down.

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Marinette.

Llevaba toda la mañana buscando opciones de empleo en distintos portales de internet. Si bien, Adrien y yo habíamos acordado que no trabajaría hasta después de dar a luz, me preocupaban todos los gastos que se nos venían encima y como mis ahorros seguramente no alcanzarían a cubrirlos por completo.

Tal vez era muy pronto para anguastiarme por algo como eso, pero prefería estar preparada para cualquier situación. Además, Adrien tenía una suma considerable ahorrada y las reproducciones de las canciones de su banda le generaba un ingreso mensual digno para cubrir algunos de sus gastos pero, según sus propias palabras, se retiraría de la música por un tiempo.

Sobra decir que no estaba de acuerdo con su decisión, pero por otro lado, lo entendía por completo. 

Adrien quería estar conmigo, cuidar de su familia y asegurarse de que yo guardara reposo y no hiciera ningún esfuerzo, pues temía que algo pudiese pasarle a nuestra semillita.

Aun así, el quedarme cruzada de brazos era algo que no iba conmigo. Necesitaba mantenerme activa, sentirme de utilidad y, ahora que estaba desempleada, encontrar la manera de conseguir ingresos y ayudar un poco a mi precioso futuro esposo. 

—Y faltan los gastos de la boda... —Susurré para mi misma, llevándome las manos a la sien. 

Me encontraba sola en el apartamento que para entonces, ya compartía con Adrien. Él había acordado reunirse con Chloe esa misma tarde y, a diferencia de otras veces, no sentía el más mínimo rastro de celos por ello.

Ellos compartían algo tan puro y hermoso como la crianza y cuidado de Claude. Adrien amaba a su hijo por sobre todas las cosas y nada ni nadie impediría que él siguiera con su papel de padre aun cuando no compartía genes con el pequeño bebé.

—Debería pedir una pizza… —Murmuré, recostándome de espaldas sobre el colchón mientras dejaba la portátil a un lado— ¿Tu quieres pizza, gatito? —Pregunté, llevándome una mano al vientre.

Sonreí al imaginarme a mi pequeña bolita glotona asintiendo. Ansiaba saber su sexo, quería saber si había un hermoso gatito o una pequeña princesita creciendo dentro de mí.  Pero, fuera lo que fuera, estaba segura que su padre y yo le daríamos todo nuestro amor.

Tomé el teléfono y me dispuse en marcar a alguna pizzería, sin embargo, en ese momento, el timbre de la entrada sonó, lo cual me resultó de lo más extraño. No esperaba visitas y, Adrien aseguró regresar a casa por la tarde.

Una vez más, el sonido del timbre resonó por los rincones del apartamento, lo cual me hizo levantarme de la cama de una vez por todas y dirigirme a la puerta para atender. Antes de abrir, eché un vistazo por la mirilla y, al ver los sonrientes rostros de Alya y Kriss tras la puerta, solté un suspiro de alivio.

— ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? —Preguntó Alya, dando unos suaves golpes a la puerta y, en medio de una risita divertida, finalmente abrí.

—Hola chicas.

—Hola, señora Agreste. —Saludaron al unísono, provocando que la sonrisa en mis labios se ensanchara. 

Me hice a un lado, para que ellas ingresaran al apartamento, cerrando la puerta después. Al hacerlo, ambas inspeccionaron el sitio y sus ojos reflejaban el asombro que las dimensiones y la decoración de aquel sitio provocaba en ellas.

—Vaya… Adrien si que es un poco excéntrico —Comentó Alya, mientras se acercaba a mí para abrazarme. —Y sin temor a equivocarme, eso te encanta ¿No es así?

—No del todo.

— ¿Por qué lo dices? —Preguntó Kriss, tomando asiento en uno de los sillones de la inmensa sala, Alya y yo nos unimos a ella enseguida. 

𝐑𝐄𝐅𝐋𝐄𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍𝐒 / (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora