Estaba a punto de perder mi primera entrevista de trabajo, Joseph aún no llegaba por mí y me estaba desesperando. Faltaban solo 20 minutos para la hora indicada y mi ex novio no se dignaba a aparecer. Había insistido en llevarme por última vez y yo, con mi voluntad débil, acepté. Llamé otras tres veces a su móvil y el contestador me saltó de nuevo.
-No te voy a esperar más y tampoco voy a soportar que me falles de nuevo. No me busques, Joseph.
Salí volando de mi casa y conduje saltando todos los semáforos en rojo. Era una actitud muy irresponsable pero no iba a perder la mejor oportunidad de mi vida: por fin había sido contactada por una de las mejores editoriales de chicago y era mi único chance. Logré llegar con cinco minutos de anticipación y me encontré de frente con el jefe de personal.
-Señorita Ward, esperaba tenerla más temprano con nosotros.
-Mil disculpas Jackson, tuve contratiempos con el tráfico-dije, mientras arreglaba mi rebelde cabello.
-Estás a tiempo, pasa por favor.
Fueron los treinta minutos más largos de mi vida. Las preguntas de Jackson estaban hechas para no contratarte pero supe responder a todas y cada una de ellas sin titubear. Salí del lugar con la llave de mi nueva oficina y con los prospectos de las que serían las nuevas tiras cómicas de la sección de noticias. A pesar de que era un trabajo menor, no podía dejar pasar esa oportunidad, escalaría con el tiempo y llegaría a ser la jefe encargada de mi propia área. Había logrado graduarme con honores en The Illinois Institute of Art con una especialización de Media Arts y animación y a pesar de mi horrible pasado, logré superar mis traumas con ayuda de un excelente psicólogo que se convirtió en mi ex pareja. No había querido tener una nueva relación después de lo que viví con Gerard, pero debo admitir que Joseph supo cómo ganarse mi confianza, más que mi corazón. Conocí a una nueva amiga, Jane, una chica hermosa e inteligente que había llenado el vacío de pérdida que me dejó Pepper; desde el primer momento que llegué a la nueva universidad, se mostró amable y cariñosa conmigo y era lo que necesitaba en esos momentos. Entablamos una amistad sincera, llena de locuras y buenos momentos, pero sobretodo, nos entendíamos tan bien, que parecíamos hermanas. Ella fue la encargada de animarme a relacionarme de nuevo con chicos y tengo que decir que, en gran parte, fue la que me enredó con Joseph. Mi relación iba bien, hasta la semana pasada. Salí con mi amiga a una hermosa exposición de arte que se llevó a cabo en el parque del Milenio. Nos preparamos y decidimos que después de asistir al evento, iríamos a tomar algo a algún bar de la zona. Estuvimos en el lugar por menos de dos horas y nos dirigimos a tomar unos deliciosos Mojitos en un bar cubano muy agradable. Estaba tan concentrada en la música y el alcohol, que no me di cuenta de que mi móvil sonaba sin cesar; cuando por fin caí en la situación, ya tenía quince llamadas perdidas de mi novio, conteste a la número 16.
-¡¿Dónde carajos estás que no contestas el maldito teléfono?!
-¡Hey! Tranquilo, estoy en un bar cubano cerca al Milenio, no escuché tus llamadas por la música.
-¡Seguro! Apuesto a que estás tan borracha que ni siquiera te puedes parar. Te dije bien claro que el alcohol no es bueno para tu terapia.
-Joseph, estás siendo grosero-dije, mientras me alejaba del ruido-simplemente salí con Jane y estoy perfectamente.
-¡Con Jane! ¡Esa mujer solo te traerá problemas! Tienes que estar conmigo cuando bebes.
-Si quieres ven, ya te dije donde estoy.
Colgué la llamada antes de poder escuchar otra palabra de reproche. Muchas veces mi novio parecía tomarse muy en serio conmigo su papel de psicólogo y constantemente me vivía recordando lo que era ''bueno y malo'' para mi tratamiento. Yo me sentía bien, no necesitaba más recordatorios. Al cabo de una hora vi entrar por la puerta principal al enojado hombre. Llevaba su cazadora de cuero favorita, una camisa de cuello color vino, unos vaqueros negros y sus botas militares. Estaba despeinado y con una cara de culo que realmente me molestó. Se acercó a la mesa, empujando a la gente y sin importarle el malestar que estaba causando.
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Life on the Murder Scene
FanfictionEl primer día que lo vi, sabía que iba a causarme problemas. No quise jugar con el destino pero parece que él jugó conmigo. Gerard Way se convirtió en una obsesión, en una mala influencia y sobre todo, en un misterio que descifrar.