No acostumbro a tener muchos amigos; los tipos que frecuento en la universidad, son una partida de imbéciles que me ayudan cuando necesito alcohol o algo de drogas, solo tengo un amigo, Matt y mi hermano, Mikey, son los únicos que han aguantado mi alocada personalidad. Tampoco tengo amigas o ''novias''. Intenté salir con una chica en la secundaria, pero me rechazó por ''gordo y raro'', desde ese entonces decidí que las mujeres eran una pérdida de tiempo, pero hace unos días miré a una hermosa rubia que se sonrojó al verme, me pareció una chica demasiado estirada, pero no puedo negar su belleza excepcional. Tuvimos un pequeño encuentro donde la saludé rápidamente y eso fue todo, tampoco estoy planeando volverla a ver o invitarla a salir, no acostumbro hacer ese tipo de cosas.
La noche del viernes se acercaba y mi hermano, estaba planeando salir con sus amigos de secundaria. Mi madre me obligaba a salir con él, para cuidar del pequeño muchacho, siempre lograba meterse en problemas; el asunto era, que querían meterse a un bar, donde era muy difícil que los dejaran entrar, por ser menores de edad. Para su suerte, Matt trabajaría esa noche en la seguridad del lugar, así que, teníamos que llegar temprano, antes que los supervisores, para que mi hermanito y sus insulsos amigos pudieran disfrutar del lujoso bar. Llegamos casi a las 7 de la noche, obviamente el sitio estaba vacío, así que, sin nada más que hacer, nos pusimos a beber y a escuchar la música de la banda en vivo, cabe resaltar que no podía emborracharme del todo ese día, era conductor elegido y tampoco quería armar un show. Pasadas las 10 de la noche, sentí una energía peculiar dentro del bar. Empecé a buscar con la mirada y en medio de la multitud, miré entrar a la rubia estiradilla de la facultad y a sus dos amigos. Se ubicaron en una de las mesas con vista a la ciudad y empezaron a charlar. Los perdí de vista unos minutos después, ya que el bar estaba a tope, así que, pedí una bebida y me concentré en mi hermano, sus amigos y la música. Estaba en medio de la euforia, cuando sentí que mi bebida se derramaba encima de alguien, me llevé una gran sorpresa al ver el escote de la rubia, manchado por mi verde cóctel, tuve unos segundos para levantar mi mirada y alejar mis ojos de sus pechos, sentí rabia más que vergüenza, el trago había sido bastante caro. Intenté sin éxito limpiar el líquido, a lo que la chica respondió un tanto enojada, que dejara así y fue lo mejor, porque sabía que estaba tocando más de lo debido. Dejé el incidente atrás, poco me interesaba lo que había pasado, más bien, sentía ganas de ir y pedirle que reponga mi bebida, pero obviamente no lo hice pues tampoco quería parecer un patán.
Decidí no volver a buscar a la chica, ya estaba muy enojado como para ganarme otro disgusto. Salí del bar para fumar un cigarrillo y cuando volví a entrar, me concentré de nuevo en disfrutar del ambiente del bar, que ahora parecía más animado que antes. Pasaron un par de horas y fue cuando miré a la rubia acercarse bailando hacia mí. Su rostro estaba rojo y sus ojos un poco desviados, era obvio que estaba ebria. Parecía que me iba a decir algo, pero la detuvo un chorro de vómito que voló directamente a mi pantalón y a mis zapatos. Otra vez me sentí furibundo, quería asesinarla en ese instante, en medio de toda la gente. Cuando me disponía a gritarle, vi como se desplomaba en mis brazos, no tuve opción, la tomé y fui en búsqueda de sus acompañantes, pero no los encontré por ningún lado. ¡Vaya amigos! Mi hermano me miraba con su cara burlona y solamente me hacía señas para que me fuera. No podía dejarlo ahí, mi madre me iba a matar si no llegaba con él.
-¡Es hora de irnos, Mikey!-grité en medio del ruido.
-¡Vete tú, el problema es tuyo no mio!
-Mikey, sabes que no puedo llegar a casa sin ti.
-¡Ve a dejar a la chica y vuelves, no me iré a ningún lado!
Parecía una idea sensata, lo único malo, era que no tenía ni idea de dónde vivía la rubia. Me había ganado un problema sin pedirlo. Me dirigí a mi coche y recosté a la ebria mujer en el asiento de copiloto. Traté de despertarla, le grité, la sacudí y hasta intenté besarla, pero su olor nauseabundo me detuvo. Miré su bolso de mano tirado en el suelo del auto y sin pensarlo dos veces, lo abrí. Tenía un montón de papeles, un teléfono caro, su billetera y un recibo de agua, ahí fue donde encontré la dirección de su apartamento. Prendí el motor y aceleré lo más que pude. Al llegar al lugar, quedé impactado con los lujos, era una estirada, lo sabía. Busqué su habitación y la recosté en la cama, le quité las zapatillas y vacilé entre dejarle o quitarle el vestido. A pesar de que suelo ser un hijo de puta a veces, respeto mucho a los que me rodean, más si se trata de una chica ebria. Busqué debajo de las almohadas a ver si encontraba una pijama y hallé un sexy camisón, no pude resistirlo, tenía que verla en él. Lentamente empecé a desabrochar y a quitar su ceñido vestido, me di cuenta de que no llevaba sostén, soy un hombre, sentí como alguien dentro de mis pantalones iba despertando, pero traté de ignorar el sentimiento y seguí con mi tarea. Fue más difícil de lo que pensé, pero lo logré. Había dado por terminada mi buena acción del día, cuando miré su rostro, era un desastre. Su maquillaje se había esparcido por sus ojos, sus mejillas y su mentón, además estaba combinado con vómito y sudor, así que no me quedó más de otra que limpiarle la cara con unos paños que por suerte tenía en su mesa de noche. Al verla así, indefensa y calmada, fue cuando decidí que tenía que volver a hablar con ella, así que tomé su teléfono, guardé mi número y llamé a mi móvil desde el suyo para tener su contacto. Hecho esto, me dirigí al bar de nuevo, donde los problemas, no dejaban de aparecer.
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Life on the Murder Scene
FanficEl primer día que lo vi, sabía que iba a causarme problemas. No quise jugar con el destino pero parece que él jugó conmigo. Gerard Way se convirtió en una obsesión, en una mala influencia y sobre todo, en un misterio que descifrar.