PREFACIO

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(MARINETTE)

—Tenemos que pagar la hipóteca o el banco nos embargará la casa... —oí a mi madre decir, y fue la frase que marco mi destino.

Decidí ayudar con esa deuda, después de todo había cumplido los 20, debía cuando menos ser un pilar donde mis padres puedan sostenerse.

Con mis estudios pedagógicos en curso, no podía optar por muchos trabajos, a) por la falta de disponibilidad de tiempo y b) por la falta de experiencia, entonces recordé que tenía relativo don en el diseño, fue por donde empecé a buscar alternativas.

Después de tocar varias puertas llegué a la factoría de modas "Agreste", hacía algunos años atras había ganado uno de sus concursos de diseños, en ese entonces pensé que aquello me sirviria de experiencia.

Posteriormente a conseguir una cita con el dueño y aprobar en la entrevista comencé a diseñar para su marca.

A poco menos de medio año me convertí en la mano derecha del exigente hombre.

Tenerlo cerca me causaba nerviosismo y no precisamente del bueno yo aún lo veía como el hombre que algún día imagine como suegro, así es, estuve enamorada de su único y mimado hijo Adrien, él cual jamás me correspondió.

—Necesito de tu ingenio a tiempo completo —escuché una tarde en mi elegante pero delicada oficina desde la puerta, era nada más y nada menos que el "jefe" Gabriel recargado sobre el marco con una taza de cafe en las manos.

—Usted sabe que estudio señor...

—No perjudicaremos tus estudios, quiero que vengas a vivir a mi casa y me ayudes en todo el tiempo libre que te quede, por su puesto tu sueldo sera bastante mejor que el actual.

—Mis padres quizá no me lo permitan.

—Pues si es el obstáculo yo me encargo de convencerlos.

Salimos esa noche con dirección a casa de mis padres y después de varias posturas contradictorias entre mi padre y mi jefe terminé oyendo.

—Le pagaré a una persona que haga el trabajo de Marinette dentro su casa, incluso podría seguir mejorando mis ofertas, el talento de su hija representa un 60% de los ingresos actuales de mi empresa de ninguna manera aceptaré un "no" por respuesta.

—En ese caso es decisión de ella —habló mi padre y todos se enfocaron en mí.

—Dado que mis estudios no se verán efectados, aceptaré ya que el dinero no nos caerá nada mal papá —dije y mi padre asintió aprobando mi decisión.

Empaqué muy poco después de todo no me estaba yendo a la China. Me despedí de ellos y me subí al elegante automóvil del Agreste.

Llegamos a la mansión, me acomodó en el cuarto que quedaba al lado del suyo, porque era el más cómodo después del de Adrien —quien no estaba en el país puesto que estudiaba en la Universidad de Cambridge, Inglaterra— así empezó mi estancia en la mansión Agreste.

Había pasado un año de aquel día y aunque todavía me sientía incómoda la gente me trataba muy bien, sin contar con las amabilidades de mi jefe que me daba todo, mis padres pagaron su deuda y estaba mád tranquila.

O al menos lo estaba, hasta que un día oí por los pasillos de la empresa "la mujer de Agreste", aparentemente la gente pensaba que yo era la "amante del jefe", traté de salir de ese malentendido e irme a mi casa sin embargo, mi jefe me tiró la copia de mi contrato en la cara resaltando el cuarto párrafo: "Si la empleada decide rescindir el contrato, deberá indemnizar un monto de dos millones de euros en efectivo al tiempo de la cancelación del presente".

Aún sigo pensando de donde conseguir el dinero para poder irme de una vez de esta jaula de oro.

QUE NADIE SE ENTEREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora