"El coche de Marco"

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NARRA SAM

Cuando llegué a la puerta había una mujer esperándome.

-¿Eres Samantha? - me preguntó.

-Sí, soy yo.

Asintió con la cabeza y abrió la puerta para que entrara. Nos adentramos en una serie de pasillos y puertas, era como un laberinto y cada puerta la abría con su identificación. Cada vez me estaba poniendo más nerviosa, no llegábamos nunca a la enfermería.

Nos paramos ante una puerta y pude oír voces al otro lado, eran muchas y a penas las distinguía.

-Hemos tenido que traerla aquí, era el lugar más cercano desde donde la encontramos- solo pude asentir con la cabeza y esperar a que abriera la puerta. Si no la abría ya, iba a quitarle la maldita identificación y a abrirla yo misma.

Pasó la tarjeta por el lector y sonó un ruidito, la abrió y la imagen que menos me esperaba era esta.

El vaho de las duchas se mezclaba con el sudor y las risas de los chicos. No había ninguna chica allí menos Emily. Estaba tumbada en una camilla mientras un hombre le tomaba el pulso, seguía inconsciente.

Automáticamente entré de lleno en la sala y me puse al lado de mi amiga, no podía distraerme en levantar la mirada y encontrarme con todos los jugadores del equipo del Madrid.

-Ya estoy aquí, qué ha pasado - pregunté un poco fatigada. El hombre me miró y sonrió.

-No se preocupe, su amiga se pondrá bien, le hemos tomado la tensión y la tenía un poco baja. Pensamos que en vez de ser una bajada de azúcar ha sido de tensión - tenía una voz tan relajante que acabé de tranquilizarme - Vamos a esperar a que se despierte y ver como reacciona.

Asentí con la cabeza y salió del vestuario. Sí, estaba con mi amiga inconsciente en el vestuario de mi equipo favorito. Y es que esto era surrealista. Miré más allá y vi como otras tres camillas azules estaban impolutas y colocadas en la misma posición. Al fondo un armario que contenía todo lo necesario de primeros auxilios.

Las duchas estaban a la derecha, junto a un pequeño jacuzzi. ¿Quién se mete en un jacuzzi después de jugar al fútbol? Negué con la cabeza y mi mirada se fijó en él. Acababa de salir de la ducha, llevaba una toalla atada a la cintura y otra sobre los hombros.

Iba mirando al suelo secándose el pelo cuando alzó la mirada y me vio. Que ojos más bonitos tenía, y su sonrisa era de ensueño. Pero se le borró enseguida cuando vio a mi amiga a mi lado y cómo yo la cogía la mano preocupada.

Se acercó a paso rápido y no pude evitar fijarme en las pequeñas gotas que caían de su pecho.

-¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien? - preguntó mientras ponía una mano en mi brazo.

-No lo sé, se fue al baño en el descanso - señalé a mi amiga que seguía con los ojos cerrados - y no aparecía, la busqué y no la encontré, así que decidí llamarla pero no me lo cogía - tragué saliva intentando no alterarme - Y cuando quedaban 5 minutos me llamaron y aquí estoy. Dicen que es una bajada de tensión, que está bien pero debemos esperar a que despierte.

Marco no había apartado la mirada de mí ni un solo momento, y su mano no había dejado de pasar por mi brazo de arriba abajo en modo tranquilizador.

-He visto como te ibas cuando me han cambiado, pensaba que tendríais que marcharte para volver a casa por algún motivo, pero no sabía que era por esto - así que, no estaba equivocada, me estaba mirando a mí en ese momento.

-Ojalá hubiera sido por eso - susurré.

-Se pondrá bien, no te preocupes - me sonrió con esa sonrisa suya tan impactante.

Iba a darle la enhorabuena por el partido y por sus dos asistencias pero un gemido de dolor nos interrumpió. Giré mi cabeza para mirar a mi amiga y pude ver que se estaba despertando.

-Ey, Emily, ¿cómo te encuentras? - dije preocupada.

-Voy a llamar a Pablo - salió por la puerta y a los pocos segundos apareció con el mismo hombre de antes.

Marco se colocó a mi lado mientras que el hombre se posicionó en el otro lado de mi amiga tomándole una vez más la tensión.

-¿Te duele algo? - le preguntó el hombre.

-La cabeza, parece que me va a explotar - respondió mi amiga con gesto de dolor.

-¿Qué es lo último que recuerdas?

-Estaba lavándome las manos, era la última que quedaba en el baño y... - mi amiga se quedó pensativa, me miró y pude saber que había pasado algo, algo que no contó - y ya está, no me acuerdo de más.

-Luego fue cuando una mujer de seguridad entró al baño y te encontró en el suelo, lo primero que pensó fue en llevarte aquí, no sabíamos cuanto tiempo llevabas así y no daba tiempo a llamar a la ambulancia - terminó de decir Pablo.

Sabía que Emily me ocultaba algo pero que no me lo iba a contar hasta que no llegáramos a casa.

-¿Entonces puedo irme a casa? - preguntó mi amiga.

-Sí, simplemente tómate paracetamol e ibuprofeno cada ocho horas durante dos días. La herida tendrás que lavarla dos veces al día, y si tienes algún problema ves al hospital.

Emily y yo nos miramos, ir a un hospital sería la última cosa que haríamos. Demasiado arriesgado para nosotras, nos podrían descubrir. Dos años viviendo en España y habíamos esquivado los hospitales de primera mano.

-¿No deberían de ir al hospital? - apareció la misma chica que me había conducido hasta allí - Lo digo porque puede tener alguna contusión por el golpe, deberían ir a examinarla.

Emily me agarró de la mano fuertemente y me suplicó con la mirada que nos fuéramos de allí ya.

-Lo mejor será que vayamos a casa, mañana dependiendo de cómo se levante vamos al médico o no - contesté rápido dándole la espalda a la chica.

-¿Habéis venido en coche? - me preguntó Marco.

-No, pero no pasa nada, ahora llamo a un taxi y que nos lleve a casa.

-De eso nada, me cambió en 10 minutos y os llevo hasta vuestra casa - esa propuesta me dejó de piedra. No creo que haya subido a muchas admiradoras en su coche, ni mucho menos que alguna de ellas saliera herida.

Esto era surrealista.

-Que no, de verdad Marco, estamos bien, iremos en taxi - volvió a insistir esta vez mi amiga.

-No os voy a dejar que vayáis en taxi pudiendo ir yo, de verdad que no es ninguna molestia, además ya es muy tarde.

En el fondo tenía razón, era la una de la madrugada, dado que el partido había empezado a las diez y con todos estos acontecimientos, se había hecho muy tarde. Aún se escuchaba el ruido de las voces. Por lo que escuché, alguno de ellos se iba a ir de fiesta para celebrar la victoria.

También escuché como Isco bromeaba con Asensio de algo que no logré a entender, y que iban a esperar a la final de la Champions para presentar al público la copa de la Liga.

10 minutos más tarde, mi amiga, yo y Marco íbamos camino de su coche. Mi amiga iba apoyada en mí porque tenía pequeños mareos.

Nunca pensé que montaría en el coche de Marco Asensio.

Déjame intentarlo. //Marco Asensio//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora