"Prensa"

1.2K 68 16
                                    

Narra Marco

Llevábamos un mes viviendo en este apartamento. Mi padre y mi hermano tuvieron que irse a Mallorca, los días libres se les habían acabado. Volvimos al piso de las chicas simplemente para coger toda su ropa y que se vinieran a vivir aquí, iban a estar mucho más seguras.

Así que se podría decir que Sam y yo estamos viviendo juntos, y la relación va viento en popa, al igual que la de Mateo y Emily. Intentábamos llevar una vida normal, que no supieran que sabíamos que nos estaban vigilando.

Sam iba por las mañanas a la universidad y por la tarde a trabajar, mientras que yo me tiraba toda la mañana entrenando y la mayor parte de las veces las pasaba con mini Isco y su padre que no estaban pasando por un buen momento.

Pero las noches eran lo mejor, eran los momentos de intimidad entre Sam y yo, cenábamos en el pequeño jardín y hablábamos de cualquier cosa normal, ninguna sacaba el tema que tanto nos preocupaba.

Eran las dos de la tarde cuando la puerta de casa se abrió y entró Sam cargada de un montón de libros. Era raro, tenía que estar camino del bar de Sole.

-¿Me echas una mano cariño? - me preguntó mientras intentaba cerrar la puerta sin que se le cayera nada de las manos.

Me acerqué a ella y la di un beso mientras le cogía los pesados libros de las manos, eran demasiado gruesos. Leí el título del primer libro "El helenismo en la antigua Grecia", aparecía en la portada el grupo escultórico del Laooconte, su escultura favorita. Cada vez que me habla del arte me doy cuenta de que está destinada a estudiar eso, le encanta.

-¿Ha pasado algo? - pregunté extrañado mientras íbamos al salón. Se dejó caer en el sofá y soltó un suspiro de cansancio.

-Me ha llamado Sole dándome el día libre, parece ser que ha llegado un camarero nuevo y empieza hoy - me dejé caer a su lado y automáticamente pasó su pierna por encima de las mías, me encantaba cuando se acurrucaba junto a mí - Y en verdad le doy las gracias porque estoy demasiado cansada como para trabajar, además tengo que hacer un trabajo.

Su mirada se dirigió a los libros apilados encima de la mesa, iba a estar toda la tarde sumergida en ellos.

-Hagamos algo diferente, vayamos a pasar la tarde a algún sitio nuevo, nosotros dos solos - su mirada se iluminó, hacía bastante que no nos íbamos a algún sitio los dos solos.

-¿Me estás pidiendo que elija entre escaparme una tarde entera con mi novio o pasarme toda la tarde encerrada en casa haciendo un trabajo? - me miró con esa cara de pilla que tan loco me volvía, cada día seguía enamorándome más. Asentí con la cabeza a su pregunta, aunque creo que no hacía falta que me diera la respuesta.

- Podríamos ir a la sierra, es octubre, tiene que estar preciosa y no hará nada de calor, naturaleza en estado puro - estaba de acuerdo con el plan que Sam acababa de proponer. La sierra era el lugar perfecto para desconectar, y para pasar desapercibido. No creo que haya mucha gente un miércoles en pleno octubre en la sierra.

Nos vestimos más rápido que nunca, unos pantalones de chándal y las zapatillas más cómodas. Hicimos un par de bocadillos para comer allí y pusimos rumbo a la sierra.

-Deberíamos hacer estas escapadas más a menudo - Sam tenía toda la razón del mundo, no debíamos caer en la monotonía y mucho menos en reducir nuestra relación a vernos solo por las noches.

Cuando llegamos no eran más que las cuatro de la tarde, lo ideal para comer. Encontramos un pequeño río con un puente y merendero, decidimos instalarnos allí. Nada más bajarnos del coche pude ver la cara de felicidad de Sam, era demasiado bonita como para no quedarme embobado mirándola.

-Echaba de menos esto - dijo mientras comíamos escuchando solo el ruido de los pájaros y del agua correr - Allí en Londres, mi madre y yo solíamos irnos los sábados al campo, hacíamos diferentes rutas y había veces que acampábamos, eran nuestros momentos favoritos.

Su mirada se perdió entre los árboles, y pude ver lo mucho que echaba de menos a su madre, pero también la culpa que sentía por dentro al no poder salvarla.

-Ahora es nuestro turno seguir haciendo eso - me levanté, me senté a su lado y pasé un brazo por encima de su hombro. Esto era todo lo que necesitábamos, ella, yo y la naturaleza.

Nos quedamos allí durante toda la tarde, riendo, andando, descubriendo lugares y siendo nosotros mismos, sin nada que temer. Pero el teléfono sonó y al leer el nombre de Isco tuve que cogerlo.

-Estás desaparecido en combate ¿dónde andas? - esa expresión me hizo gracia y no pude evitar reírme.

-Estoy con Sam, nos hemos escapado unas cuantas horas - puse oír cómo su hijo corría de un lado a otro.

-Habéis querido escapar después de haber leído la prensa ¿no? - miré extrañado a Sam mientras intentaba entender lo que me acababa de decir Isco.

-No te entiendo ¿qué ha pasado con la prensa? - automáticamente Sam cogió su móvil y comenzó a navegar en internet.

-Joder tío, pensaba que lo sabías, no quería estropearos la tarde - Isco parecía arrepentido de verdad, así que supuso que era algo gordo. Sam giró su móvil hacía mi y pude ver la portada del Marca: "Asensio y su nueva novia, parece que el joven promesa ya no está solo".

-Mierda - dije mientras me llevaba la mano a la cara intentando entender cómo nos afectaría esto - Mañana nos vemos en el entrenamiento Isco, gracias por llamar.

- No te preocupes Marco, y lo siento - nada más colgar pegué una patada al árbol más cercano.

Por qué la prensa no se puede dedicar simplemente a nuestra vida profesional y dejar la personal de lado, siempre tenían que estar detrás de todo. Di otra patada más al árbol y Sam me paró.

- Te vas hacer daño, Marco, vamos a hablarlo como personas normales - no sé la veía para nada alterada, pero a decir verdad, Sam era una experta en controlar sus emociones.

- Te conocen, ahora todo el mundo sabe quién eres, en cuanto indagen un poco sobre ti sabrán tu pasado y se publicará en las redes. La prensa es así de mala, sacará todos los trapos sucios sólo por hablar de algo e iniciar polémica - todas las consecuencias aparecieron en mi cabeza, una detrás de otra.

-Marco, tranquilízate por favor - Sam cogió mi cara entre sus manos y sus ojos me hipnotizaron - No va a pasar nada, no me van a descubrir, Emily se ha encargado de borrar todo mi pasado, si buscan lo único que descubrirán es que viví en Londres y cuando murió mi madre vine a España, nada más, ni si quiera mi antiguo nombre.

No consiguió convencerme, el miedo seguía ahí. Ser un personaje público tenía más desventajas que ventajas desde mi punto de vista y por eso no quería que Sam las sufriera. Sabía que Sam nunca lo reconocería, pero su vida estaba a punto de cambiar.

-Lo siento, de verdad - fui totalmente sincero con ella - Si en algún momento te sientes agobiada o algo parecido, no dudes en decírmelo ¿vale? - ahora fui yo quién cogió su cara con mis manos, era demasiado preciosa como para ser real.

-¿Estás de broma? - soltó una pequeña risita - Marco, soy yo la persona que ha trastocado tu vida entera, te has tenido que mudar de piso, te has llegado a pelear con tu padre y tu hermano por mí, incluso han robado a Sole por mi culpa. Si hay alguien aquí que está sufriendo las consecuencias de nuestra relación eres tú - pude ver todo el peso de la relación caer sobre ella, y eso era lo último que necesitaba ahora mismo.

-Ey, mírame - sus ojos conectaron con los míos y una corriente eléctrica me recorrió por dentro - No estoy sufriendo ninguna consecuencia porque tú me haces olvidarlas, quiero que se te quede marcado en esta cabecita de aquí - con mi dedo índice toqué su frente - Por ti todo vale la pena.

Déjame intentarlo. //Marco Asensio//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora