2018, Londres.
No importaba cuanto buscara ni cuanto se esforzara, llevaba al menos una hora allí dentro y no hallaba una explicación lógica para la situación.
¡¿Por qué diantres no había ni un solo corsé ni pololo en ese lugar?! Por primera vez en años deseaba a una doncella junto a ella para que le pudiera ayudar. No sabía dónde bañarse, qué cajón abrir ni hacía donde ir.
«¿Qué harás, Ginger?». Todo estaba mal para ella, nunca fue dada a tocar cosas que no eran suyas.
—Kenny...
Se volvió hacia la voz de Emma, esperanzada, pero no, la que tenía enfrente era un reflejo de ella.
—Vine a ayudarte.
Dubitativa ante la mirada curiosa de la rubia, no le quedó más remedio que aceptar. Si le dejaron entrar hasta su cuarto, seguro era de confianza.
—Gracias.
—Pondré algo de música. Ya sabes, tu amiga Emmy la adora —dijo exageradamente. Le agradeció, así que ese era su nombre.
Viendo cómo sacaba algo cuadrado, largo y plano de su extraño ridículo, Ginger ahogó un grito cuando alguien empezó a gritar allí dentro.
—¡¿Qué es eso?! —corrió para esconderse detrás del sillón, espantada—. ¿Por qué grita?
Emmy la miró con fijeza y puso en pausa su reproductor.
—Canta, Kenny, no grita, que culpa tengo yo que Ariana Grande tenga un excelente registro para "gritar" así —hizo un gesto con los dedos.
¿Ariana Grande? Así se llamaba la pobre mujer que estaba encerrada en ese artefacto.
—Tranquila, Ken... Ven, ¿por qué no te das una ducha?
Sonó tan maravilloso que se olvidó de la prisionera de Emmy y la siguió hacia una de las puertas que ella había temido abrir.
—Te traje un nuevo cepillo.
Sujetó aquello que le tendía, le abrió la puerta y jadeó sorprendida al ver todo ese maravilloso espacio. Al lado lateral, donde un cuenco de porcelana se alzaba, vio un instrumento parecido al que Emmy le dio.
—Ya no sirve —comentó la rubia, tirando el palillo y la miró—. Puedes cepillarte.
Pasó saliva, ¿el cabello?
—¿Cómo? —se sonrojó.
—Claro... —dijo ella con ironía—, tu memoria. Mira bien, Kenny, dame tu cepillo.
Le entregó lo único que tenía en manos. Con curiosidad vio como vertía algo espeso y blanco sobre las cerdas delgadas del cepillo. ¿Qué sería?
—Debes llevártelo a la boca y, sobre tus dientes, hacer esto —le indicó un sube y baja con las manos, lejos de su dentadura—. Ahora tú.
—¿Yo?
—No, la reina fíjate tú.
Ginger retrocedió.
—Su alteza siempre debe ir primero.
Emmy ahogó una carcajada y carraspeó, ¿quién demonios sería? Ella no era su Kenny.
—No seas burra, toma y cepíllate.
Sorprendida recibió el cepillo y no muy segura se lo aproximó a su boca, la rubia la miraba expectante.
Cerrando los ojos, se metió gran parte del cepillo a la boca, abrió los ojos como platos segundos después.
—Quema... pica... ¡Me está ardiendo! —gritó ella, lanzando la cosa blanca y soplando con la boca abierta mientras jadeaba una y otra vez—. Agua, agua, agua...
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Este siglo no es mío
Romance¿Qué sucede cuando un acto de rebeldía provoca un cambio de ciento ochenta grados en tu vida? Kenny Ginger sólo quería conocer la suerte de su desgraciado destino y Kenny Grace sólo quería escaparse de su fiesta de compromiso. Y por eso, ahora el Du...