—¡No te pases, Kenny! Baja de una vez.—No.
Enterró el rostro en ambas manos, los carruajes en ese año eran horrendos, iban muy rápido y las personas estaban vestidas de una manera muy diferente. No bajaría.
—Si no bajas, le diré a Tom que te lleve.
—¿Tom? —Alzó al rostro.
—Claro, mi bebé.
Emmy golpeó el capot de su vagoneta, y la alarma empezó a hacer de las suyas llamando la atención de los transeúntes.
—¡Ah! —gritó ante el ensordecedor ruido y salió de un brinco del tal Tom.
Emmy pudo haberse reído, pero al ver los ojos cristalinos de la castaña, suspiró. No podía jugar con ella porque en el fondo el cambio era brusco, y pues... A decir verdad Kennydos era más cobarde que cien juntos.
—¿Por qué hace ese sonido? —la miró espantada y ella presionó el comando.
—Es la alarma, Kenny, no puedes asustarte por un auto, todo el mundo tiene uno.
—Pero... ¿No hacen nada?
—No si manejas sobrio —susurró Emmy, tirando de su brazo para ingresar al spa.
—¿Dónde estamos? —musitó sorprendida al ver a tantas mujeres allí, ¿sería una reunión de té?
—Te depilaremos, no podemos ir por ropa si no estás impecable.
Emmy siguió a la mujer que las reconoció ni bien entraron, por suerte con influencia de Grace ellas se saltaban las largas filas y listas de espera.
Ingresaron al cuarto donde se realizaban depilaciones y sujetó una de las batas para entregársela.
—Póntela, debes desvestirte en el baño —le señaló una puerta y Kenny se sonrojó.
—¿Desvestirte, estaré sin nada? —miró la camilla recelosa.
—Sí, la doncella —decidió hablar un poco en su idioma—, pronto vendrá y te atenderá, es su trabajo.
—Pero no tengo dinero para pagarle —musitó.
—Claro que lo tienes, Nathaniel pagará por ti.
—Él no vino.
—Pero te envió esto —Sacó la tarjeta y Kenny se confundió—. Esto es como las tarjetas blancas que los nobles asignan a alguien para que el que la porte pueda comprarse lo que quiera porque ya luego ellos cancelarán todo.
—Oh, no debió molestarse.
—¿Estás de broma? Soy una tacaña de primera, así que usaremos su dinero.
Sin darle chance a hablar, Emmy la metió dentro del baño y le dio cinco minutos para que se desvistiera. Cuando estuvo lista, salió del lugar solo con una bata y se cohibió al ver a una mujer junto a la camilla, ella estaba junto a un cuenco de metal que tenía algo oscuro y espeso en él. ¿Qué sería?
—Ven, siéntate —Emmy golpeó la superioridad acolchonada, retirando la vista de su celular.
No dijo nada y así lo hizo, respingó cuando la obligó a recostarse en la camilla.
—No te asustes, ¿sí? Está claro que antes usaban navajas para su depilación porque tus piernas no son suaves, pero no te preocupes, con cremas y aceites eso quedará resuelto.
La empleada evitó sentirse confundida por las palabras de la rubia y empezó a hacer lo suyo.
—¿Qué es eso? —preguntó Kenny al ver la oscura masa espesa cerca de su pantorrilla.
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Este siglo no es mío
Romance¿Qué sucede cuando un acto de rebeldía provoca un cambio de ciento ochenta grados en tu vida? Kenny Ginger sólo quería conocer la suerte de su desgraciado destino y Kenny Grace sólo quería escaparse de su fiesta de compromiso. Y por eso, ahora el Du...