—Señorita, Kenny, por favor, debe detenerse, esto es muy peligroso, no tiene idea del riesgo que corre llevando esas prendas.
No la escuchó.
Además, no había ningún riesgo ni problema porque llevaba una capa sobre su hermoso vestido, y los tacones en la mano. Tampoco era muy amante de los deportes extremos como para caminar con quince centímetros bajo sus pies por el empedrado.
—No regresaré, y me llevaré conmigo todo lo que traje.
No pensaba dejar sus preciados zapatos, le salieron una fortuna.
—Mi Dios, ahora entramos a Park Lane, no podemos ser vistas.
Nadie iba a reconocerlas, ella tenía el pelo suelto y lo traía cubierto con la capucha de su capa, ya no pensaba seguir las estúpidas normas de esa sociedad, ella sería Kenny Grace Bellamy le gustase a quien le gustase.
—Ya no iré con usted. —Paró en seco y se giró hacia la rubia.
—Debes decirme dónde están, no puedes dejarme sola justo ahora.
—Puedo decirle como llegar, pero no iré con usted.
Bufó e hizo un gesto con la mano para que lo hiciera, no tenía tiempo que perder.
Emma le explicó cómo llegar al campamento, esperanzada de que se arrepintiera por su descabellada idea, pero no sucedió, ojiplática tuvo que ver como la extraña mujer seguía con su camino. A diferencia suya, Kenny sí iba totalmente cubierta por la capa, pues ella había liberado su rostro para enfrentarle.
Para Grace caminar sola no representaba un problema, al parecer en esa época las mujeres no podían ir solas ni al baño, alguien tenía que enseñarles a defenderse y protegerse; eran patéticas.
Siguió caminando sin problema alguno con los tacones a la mano, si no conseguía regresar a su siglo tendría que saltar de un acantilado.
¿Qué estaría sucediendo por allá? ¿Su padre se habría dado cuenta de su ausencia? ¿Emmy estaría con su yo fracasada?
Frenó en seco.
¿Su yo fracasada estaría por allá? Jadeó. Nunca se puso a pensar si la tal Ginger fue a parar a su siglo. Era como que un cincuenta por ciento dictaba que sí y el otro que no.
Mierda.
Dio dos pasos más, y la voz muy conocida de Emma hizo que se volviera hacia atrás.
—¡Suélteme!
Dios, por eso no tenía que seguirle, ahora estaba siendo acosada por esos ingleses flacos y larguiruchos.
—No, ven, cariño, te pagaremos muy bien.
Si serán cabrones. Molesta e indignada, se agachó sin pena alguna de llevar su hermoso vestido de diseñador bajo la horrenda capa azul, y sujetó una de las pequeñas piedras.
—¡Ey! —se la lanzó al más espaldón y le dio justo en el hombro.
—Qué diantres —se giró este, al igual que el otro.
—Los borrachos deberían estar en su cama —puso más manos en jarras—, no contaminando el ambiente con su asqueroso aliento.
Emma ahogó un grito, sofocado. ¡Estaba loca, esa mujer las llevaría al otra mundo!
—Quítate la capa —le ordenó el otro hombre tambaleando en su lugar.
—¿A ver tu haz el cuatro sin caerte? —bufó divertida y ambos fruncieron el ceño.
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Este siglo no es mío
Storie d'amore¿Qué sucede cuando un acto de rebeldía provoca un cambio de ciento ochenta grados en tu vida? Kenny Ginger sólo quería conocer la suerte de su desgraciado destino y Kenny Grace sólo quería escaparse de su fiesta de compromiso. Y por eso, ahora el Du...