4: "Te he encontrado"

2K 417 24
                                    

Esa tarde en la biblioteca fue una de las más desastrosas que he vivido en lo que llevo de mis estudios universitarios, tanto así que la misma sensación de impaciencia y apatía me invade el pensamiento cada que la recuerdo. Gracias a dicho momento aprendí que no era bueno dejar todos los pendientes para último momento, pues podía jurar que los caracteres en el teclado de mi computadora se habían emborronado debido al uso rudo, y cuando cargué con todos los libros que había tomado prestados para devolverlos al bibliotecario, sentí que mis brazos de enclenque se desprenderían de mi torso en cualquier momento.

Una vez fuera celebré en silencio pues al fin me había librado de mis dos semanas de proyectos atrasados, lo cual significaba que al menos esa noche podría dormir con la consciencia tranquila. Cual chiquillo de jardín de infantes ajusté las correas a mis hombros y bajé los escalones con cuidado de no tropezar, pues mi fama de distraído se hacía presente únicamente en momentos donde la felicidad me vendaba los ojos, impidiéndome ver la crueldad del mundo exterior.

De camino a los dormitorios para estudiantes, mi vista quedó perpleja ante el cielo multicolor que se extendía hasta llegar al más remoto rincón del horizonte, pues parecía haber salido de una pintura del mismísimo Vincent Van Gogh. Era todo vetas azules, lilas y rosáceas entrelazándose en la más bella de las imágenes que alguna vez vi en la vida.

Sin poder contener mi floreciente emoción, deslicé mi celular fuera del bolsillo de mis jeans, dispuesto a tomar una fotografía para enviársela a Taehyung, quien era fiel seguidor de aquel pintor con fama de melancólico. Lástima que los resultados no fueron los esperados, por lo que no me quedó más que textearle la vaga expresión "Tienes que mirar el cielo" esperando que hiciera caso. Antes de guardar el teléfono, repleto de decepción pues la imagen capturada no tenía comparación con lo que veían mis propios ojos, una llamada apareció de un instante para otro.

Leer el nombre de "Park Jimin" en pantalla no fue sencillo, pues el recuerdo de tenerle agendado bajo un cursi sobrenombre y haber sostenido su mano durante seis meses aún hacía meollo en mi cabeza cada vez que conversábamos por asuntos académicos y de trabajo, porque si bien estudiar la misma carrera era difícil, también servíamos todos los fines de semana en la cafetería donde nos conocimos. Al parecer lo primero no era suficiente para hacer de nuestra relación una situación incómoda.

— ¿Diga?

—Hola Yoongi-ah —exclamó con el mismo tono frívolo que usaba desde la noche en que rompimos, ese que aún conservaba la dulzura en su voz, pero distinguido por esconder cierta indiferencia y establecer una pauta para evitar malentendidos— la doctora Lee me ha dicho que necesita el adelanto de nuestra pintura para el jueves, así que tu presencia es urgente. ¿Te molestaría venir a mi habitación ahora?

—Estaré ahí en cinco minutos —respondí, aunque estar bajo el mismo techo que mi exnovio no era algo que me apeteciera en realidad— nos vemos.

—Te esperaré en la entrada del edificio.

Junté toda la fuerza de voluntad que me quedaba después de un ajetreado día, puesto que desconocía la sensación que dejaría en mí volver a pisar esa suave habitación de aroma a frutos rojos, porque esta vez los motivos de mi presencia serían completamente diferentes a todos los anocheceres que pasé en ese mismo lugar, acariciando cabellos rubios antes de caer dormido en brazos de quien no me había abrazado en meses.

Conforme me acercaba el temor por dejarme sucumbir ante el desconsuelo de un amor del que no quedaba nada aumentó hasta el punto de lo insoportable, y allí, sentado en las escaleras, fui a encontrarte, sumido en tu escritura, haciéndome olvidar del resto del mundo y sus escalofriantes pesares.

Supongo que el hecho de que no portaras nada más que una camiseta negra se debía a que deseabas ser acobijado por la escasa luz del atardecer, y el viento jugaba con tus cabellos negros de tal modo que parecías sacado de un libro para adolescentes, siendo el cliché del chico oscuro que se refugia en sus pensamientos y cuya personalidad no da para encajar con los demás. Parabas de escribir por momentos, y al hacerlo acercabas el lapicero a tus labios propinándoles suaves golpecitos, como si eso ayudara a que las ideas fluyeran libres sobre las amarillentas hojas de tu cuaderno.

— ¿Le conoces? —Jimin apareció de repente, sonriendo de tal modo que atiné sus intenciones de ser cordial muy a pesar de su mirada castaña, la cual me dejaba en claro que verme no le era del todo grato.

— No realmente, ¿por qué? —cuestioné de vuelta, pues él parecía saber algo sobre ti de lo que yo no tenía ni la menor idea. Sabía que de ser honesto con él, lo reservaría para sí mismo y respondería como si se tratara de una banalidad.

—Bueno, en este edificio ese complejo escritor es toda una celebridad —con un encogimiento de hombros restó importancia al tema— su forma de ser es tan confusa que algunos jurarían lleva una doble vida o algo así. 

— ¿Doble vida?

—No esperes que te explique, Yoon. Estoy tan ocupado que apenas sé lo que pasa en mi propia vida. Lo único de lo que estoy al tanto es que se dice cambia cuando menos te lo esperas. Unos cuantos juran haberlo visto con sus propios ojos, pero yo veo al mismo chico escribiéndole al atardecer todos los días, así que mi testimonio no da para confirmar los rumores.

Hice de lado el mar de dudas que comenzó a inundar mi cabeza, caminando hasta el interior de los dormitorios y dejándote atrás, aunque quise quedarme a averiguar qué es lo que te hacía ser conocido en ese lugar como un ser misterioso de personalidad tan cambiante como la marea. Me pregunté si dejarías de ser un patán para convertirte en un alma dadivosa, o si tu odiosa actitud se duplicaría bajo la luz de luna llena.

Cuando menos me di cuenta dejaste de ser el chico de mi taller de redacción que tanto detestaba, ya eras mucho más que eso: eras un enigma del cual deseaba averiguar las pistas suficientes con tal de resolverlo. Anhelaba saber mucho más sobre ti, Kim Seokjin. 

Índigo [ksj + myg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora