12: "Te he seguido"

1.9K 348 78
                                    

El augurio de un despertar que me recibiera abundante de ridículas discusiones se vio marchito entre mis manos desde el momento en que abrí los ojos, encontrándome con tu silueta a medio vestir, despreocupado como si compartieras habitación con un hombre ciego, actuando si no hubiese alguien medio dormido al otro lado del cuarto sufriendo por tu apariencia.

Debíamos imponer reglas acerca del pudor que necesitabas y el libertinaje con que andabas a sabiendas de la desnudez de tu cuerpo; lástima que una parte de mí no quisiera hacerlo en realidad, apropiándose en secreto de aquellos momentos.

Ignoraba si debía tomar con gratitud que conserváramos la voz para nuestros interiores o repudiar el hecho de que diéramos la pinta de ser completos extraños, separados por la displicencia que nos impedía darnos los buenos días aunque fuera por mera educación, esforzándonos de más por concentrarnos en nuestros propios asuntos. Me ponía de malas el sólo verte, esquivándome como si mi persona se tratase de un objeto inanimado que fungía de estorbo a tu presuroso andar.

Septiembre me daba la bienvenida de la forma menos idónea que pudiese existir, pues al instante de tomar mi mochila, dispuesto a caminar hacia la salida, tuviste la maravillosa idea de hacer lo mismo. Deslindarme de mi tan característica necedad no se encontraba dentro de mis planes, y al parecer tu obstinada persona no me cedería el triunfo esa ocasión, por lo que, desesperados, nos empujamos con tal de salir antes que el otro. Gané la batalla, y valió la pena aun si, a juzgar por mi apariencia, parecía haber sido víctima de un tornado, todo gracias a tus manos. 

— ¿Por qué me sigues? —cuestionaste quejumbroso después de unos minutos, girándote a verme como si fuese por mi causa que nuestros pasos estuviesen encaminados hacia un mismo lugar.

—¡Oh! no creo que se deba a que no planeaba quedarme parado fuera del dormitorio, y dudo que sea porque ambos debemos asistir al salón treintaicuatro para nuestro taller de las ocho treinta. Dímelo tú, Sherlock, que mi intelecto queda corto a comparación del tuyo.

Entornaste la mirada, así que te sonreí en respuesta a tan nefasta expresión, sabiendo que el dejo de cinismo en el gesto terminaría por sacarte de tus cabales. Murmuraste algo que no alcancé a escuchar, pero estaba muy seguro de que tus ininteligibles palabras iban acerca de la forma en que deseabas deshacerte de mí. Si las personas se atrevían a tildarme de gruñón significaba que en definitiva al mundo le hacía falta conocerte.

Acelerabas el paso de forma paulatina, cambiando de velocidad cada que te percatabas de mi presencia andando de la mano de tu sombra. Contabas con una enorme ventaja, pues tu metro ochenta de estatura te permitía dar zancadas más largas y rebasarme con una facilidad casi envidiable, pero mi ferviente deseo por no dejarte victorioso esa mañana de lunes era más grande.

En el momento menos esperado te diste por vencido, y asumiste que no importaba cuánto intentaras dejarme tras tus huellas, yo siempre hallaría la forma de llegar junto a ti; así que en un último intento por alejarme, echaste a correr hacia el edificio de lenguas, provocando que los demás estudiantes voltearan a verme como si fuese algún acosador del que querías escapar.

Importándome poco la percepción ajena, apresuré a guiarme por el invisible trazo de tus pasos hasta dar contigo nuevamente. Comenzaste a reír como un niño cuando me viste lidiar con mi poca capacidad física, pero a pesar del ardor en mi pecho y el escaso aire que retenían mis pulmones, era capaz de correr tras de ti hasta finalmente atraparte.

Comenzaba a tener la costumbre de carecer de razones, pero existía algo en mi persistencia por no dejarte ir que iba más allá de un infantil juego que habíamos armado en cuestión minutos, a través de eventos aleatorios. En mi búsqueda por comprender, creí que me estabas poniendo a prueba, pues tus ojos parecían ansiosos por ver hasta dónde era capaz de llegar con tal de no perderte. Te seguí como si fuese una prioridad tenerte a mi lado, y a pesar de compartir el mismo destino sabía que no era él a quien perseguía.

Índigo [ksj + myg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora