17: "Te he soñado"

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Muy contrario a las escenas que había tenido la desgracia de presenciar en cientos de filmes románticos, las despedidas jamás me fueron algo difícil de asimilar hasta que nos vi involucrados en una, con maletas en mano frente a la entrada de aquel edificio que llevaba habitando tres escasos meses. Mirabas las puntas de tus pies como si éstas tuvieran algo de interesante que mostrar además del lustre en tus zapatos, mientras que yo intentaba no encorvar los hombros para no demostrar las pocas ganas que tenía de alejarme de ti durante un invierno entero, pues tenía la convicción de que moriría de frío en cuanto te arrancaran de mí.

—Daegu —susurraste el nombre de mi destino, y posteriormente te atreviste a enderezar la mirada— diría que procures no exasperarte en tu viaje, pero es Min Yoongi con quien hablo, mi perezoso compañero de cuarto cuya actividad favorita consiste en jugar a ser una roca durante horas —bromeaste, como queriendo deshacerte de tensión que flotaba inmiscuida en la ventisca corriendo entre nuestros abrigados cuerpos.

Esperaba que más de cien palabras brotaran de mis quebradizos labios, quise vestir la sonrisa ligera de siempre y charlar contigo hasta que se nos olvidase que era tiempo de pegar la media vuelta y marchar. La fuerza con que lo deseaba no era suficiente, ya que no emití más que una risita cohibida, la cual fungía como una seña de que me habías dejado sin habla.

Grabé en lo profundo de mis memorias aquella mueca dulzona que ponías sólo si yo era tu única compañía, y los luceros de mis orbes marrones se detuvieron a admirar con detalle el blanco paisaje invernal del que formabas parte.

Al parecer, con todo el dolor de tu alma, tendrías que pasar los días festivos acompañado por tus amados progenitores en su casa, ubicada en aquel ostentoso distrito de Gamnan. Me negué a dejarte pisar aquel futuro horripilantemente cercano, paseando mi mirada sobre tus lacios cabellos negros donde traviesos copos de nieve resbalaban cuesta abajo, esperando que me leyeras el pensamiento.

Estaba seguro de que la nieve en derredor nuestro se derretía ante la imagen de tu nariz enrojecida y tu torso protegido por un precioso suéter de color borgoña en compañía de un elegante abrigo gris. Usabas redondas gafas de lectura, porque según lo que me habías dicho mientras empacabas con facha de dirigirte a prisión, lo único a lo que te dedicabas en esa estancia era a encerrarte en una habitación que jamás sentiste como tuya y te dejabas consumir por la cristalina ilusión de algún pasaje de tus libros favoritos.

—Dijiste que tu autobús salía a las ocho —me recordaste.

Se me escapó un sonido de disgusto, y una expresión suspicaz no tardó en pintarse sobre tus facciones. Levantaste ambas cejas, como cuestionándome la repentinidad de mi desgano.

—Creí que tu familia te agradaba.

—Amo a mi familia —resalté, sin ser capaz de evitar ponerme a la defensiva— el problema es que mi hermana mayor tiene como hobbie el burlarme, mi madre no deja de atosigarme con sus interesantísimos descubrimientos en muchachos que, según ella, podrían agradarme y mi padre goza de recordarme lo inútil de mi elección de carrera cada que ve la oportunidad.

—Eso suena mejor que un sitio al que tus padres te arrastran sólo para dar la impresión de que su hijo los quiere y así no recibir las críticas de sus falsas amistades —contrapusiste tu desgracia, buscando generar alivio en mí— todos los años es así, pero esta vez tengo miedo —dijiste bajito, y la piel se me erizó ante el mundo de catástrofes en que parecías vivirla atrapado.

— ¿Realmente tienes que ir? Lo que he visto de tus padres no ha sido su mejor faceta —quité peso a mi comentario con una mueca de fatiga, simulando retener la idea como un no-tan-liviano material sobre mi espalda. Cobré valor cuando te escuché riendo y vi tus dedos oscilantes sobre la maleta a un costado de tu cuerpo— puedes evitarte todo eso y acompañarme. Mamá siempre hace ponche de frutas en una cantidad mórbida, parece que invitaremos a todo el vecindario a pasar las fiestas con nosotros. Yoonra noona es un dolor en el trasero, pero apuesto a que disfrutarías hacerme la vida imposible junto a ella; y bueno, papá... él es un malgenioso que probablemente te obligaría a dormir en el sofá y te haría interrogatorios extraños, pero estoy seguro de que en el fondo le caerías bien.

Índigo [ksj + myg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora