Tú y yo. [inconsciencia]

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El sonido de la música era ensordecedor, en el ambiente penetraba un profundo olor a alcohol y sudor mezclado con unos perfumes, que a su gusto, eran asquerosos. Se sentía aturdido y perdido, pero sobre todas las cosas, molesto, esto debido al poco gusto de estar ahí.

La grande palma de Ban le sostenía por el hombro con firmeza y suavidad al mismo tiempo mientras le guíaba a través del mar de gente, proveniente de la oficina, que estaba en el local, si era sincero respecto a su opinión sobre esta fiesta era terriblemente patético.

Se dió cuenta que por más que avanzaba él casi no veía nada; odiaba ser tan bajo,  a su paso miró algunas caras que reconoció al instante de viejos compañeros y meditó la sarta de chismes que habrían al día siguiente de las fiesta sobre todo el personal, volvió a fijar su mirada hacia delante y se dió cuenta que la silueta de Diane, que antes estaba ahí indicando el camino hacia Gowther, Elizabeth y los demás, se había desvanecido entre la gente, suponía que después los verían por ahí, por ahora estaba sólo con Ban.

"Qué reconfortante" pensó con sarcasmo.

El vello de su nuca se erizó ante la sensación de un aliento cálido contra ella y sus hombros se tensaron levemente, la voz de Ban sonaba algo amortiguada por la música pero aún así comprendió lo que dijo:

--Vamos a la barra de tragos.

Su cuerpo se movió bajo la guía del más alto de manera instantánea, era bochornoso; se sentía como un degenerado por encontrarse jodidamente excitado por la voz de Ban a su espalda, se sintió necesitado y quiso arrastrar a Ban lejos de la gente y obligarlo a dejarse montar por él hasta que sus piernas se cansarán y no pudiera más. Lo que era muy improbable dado a su gran aguante a la hora de hacer sentadillas.

Y sí, joder, estaba aceptando que él sería el pasivo, porque para ser honestos no conseguía imaginar al grande y alto hombre bajo él, jadeando, gimiendo y... Demonios, bendita fuera su imaginación ante tal imagen mental. Conclusión: Ban iba a ser el pasivo, fin.

Despertó de su ensoñamiento al sentirse cerca de la barra, sus manos reposaron con suavidad sobre el banco y miró algo ido sobre su hombro. Una larga hilera de asientos altos desfilaba frente al lustrado mármol que jugaba su rol como mesa, un hombre mayor se mantenía del otro lado de la barra, lucía ebrio y estaba casi seguro que era no más de su estatura.

--¿Qué les puedo servir, señoritas? --el travieso todo de su voz le dió desconfianza a King quien se mantuvo quieto en su lugar, además... ¿Señoritas?

--Este hombre está ebrio, vámonos, Ban --masculló King con suavidad mientras jalaba suavemente las prendas del peliplateado.

--Vamos, no seas aguafiestas, el Señor se ve completamente capaz de atendernos --King le miró molesto--. Por otra parte si tu inconveniente es otro, simplemente puedes decirme que te ayude a subir al banco porque no lo alcanzas.

El otro iba a darle unas suaves palmaditas en la cabeza, cuando la mirada colérica del más bajo cayó sobre él.

--No. Me. Toques.

--No decías eso ayer --retó el mayor con una sonrisa altanera, King enrojeció furioso.

--No me retes, Ban, de lo contrario vas a salir perdiendo.

--Tengo algo de lo cual retarte mucho más interesante, una competencia de bebidas.

Quién vomité o se desmayé, le hará una mamada al otro.


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