Ella.

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Ban caminó con calma reparando en lo ligero que era King y lo muy bello que lucía su rostro al dormir; no tenía ese ceño fruncido con el que siempre lo miraba o sus ojos ámbar mirándolo fijamente siempre con reproche por haber hecho alguna estupidez, sus mejillas lucian levemente sonrojadas a causa del alcohol y su gesto era tranquilo, relajado.

Pensó en las palabras dichas por el más pequeño hace a penas unos momentos, se sintió completamente agobiado y aturdido, nunca había visto a King mentir, no parecía saber hacerlo, era honesto, brutalmente honesto, dado que podía rozar lo violento de lo muy sincero que era, por eso, no pudo evitar notarse sorprendido cuando de sus propios labios salió aquella respuesta instantánea para el más bajo, teniendo en cuenta que él no sabía hacer otra cosa que no fuera mentir, afirmando que correspondía sus dulces sentimientos de una manera sutil, esos sentimientos que, en ese instante, le hacían más difícil caminar el pequeño trayecto hasta la casa del menor, que sólo constaba de unos pocos metros más, antes de llegar al bello jardín de rosas blancas que parecían brillar ante la luz de la luna.

Meditó si King recordaría algo de lo ocurrido esa noche al día siguiente. Lucía demasiado ebrio para que fuera así y no supo qué más pensar, miró el rostro del menor y suspiró levemente, se sentía agotado.

Estaba jodido.

--Si tan sólo fueras una chica... --podía sonar estúpido dado al hecho de que era un delincuente a toda regla, además de ser un imbécil, bruto y un total desastre, sin embargo, la simple idea de ser señalado por la calle mientras paseaba con King de la mano no era la idea más gratificante de una relación para él. King le gustaba, sí, era jodidamente caliente y lindo a su extraña manera; moría por tocarlo y deshacerlo entre caricias, podía admitir que estaba enamorado, la actitud tan única del menor lo había encadenado el alma, por eso y otras cosas más, creía que lo amaba, al menos eso pensaba hasta que notaba que por otra parte, el hecho de que le diera... Vergüenza estar a su lado de esa manera contradecía esa idea de manera brutal--. King... Definitivamente mereces algo mejor que yo.

Qué estúpido, no había nada mejor que él.

Un suave retorcijón le hizo fruncir el gesto al imaginar a King con alguien más, tomados de la mano y sonriendo mientras tenían una estúpida y cursi cita por la ciudad, sin miedo de que los vieran. Ese simple pensamiento le daba ganas de vomitar, además, era absurdo, King había demostrado que sí lo amaba y no lo iba a cambiar por cualquier otro idiota sólo porque Ban no le correspondiera.

Sumergido en aquel sentimiento que claramente no-eran-celos paró de caminar frente a la puerta blanca de esa enorme casa y mientras miraba el hermoso jardín que había atravesado momentos atrás tocó el botón dorado adornado con otras figuras del mismo color, recargó totalmente el cuerpo de King sobre su pecho, sintiendo el suave olor a alcohol e hierba buena, y esperó, era consciente de que probablemente dentro de la casa estaban durmiendo, pero poco le importó mientras tocó una vez más el botón de manera insistente.

Momentos posteriores a ello una hermosa cabellera rubia se dejó ver tras la puerta de manera magistral; la luna dio de lleno con ella y la hizo brillar cual finos hilos de oro, la joven subió la mirada dejando ver un rostro joven y hermoso con un gesto que le recordaba bastante al de King cuando se encontraba molesto con él por cualquier idiotez que seguramente habría hecho, se quedó hipnotizado por los ojos ámbar de la muchacha, su piel que lucía suave a la vista con un par de colorete en ambas mejillas, su rostro no tenía marcas y sus labios lucían tan rosas y perlados que incluso podría decir que la chica se había maquillado antes de ir a abrir la puerta, tan bello a la vista y sólo podía pensar que se parece tanto a... King.

Un pensamiento egoísta invadió de manera rápida su mente y sonrió con seducción a la jovencita frente suyo, quien se sonrojó totalmente al mirar ese gesto por parte del más alto, no estaba acostumbrada a dichos gestos por parte de los hombres.

"No es lo mismo" fue lo único que se le vino a la mente a Ban cuando miró a la joven mujer frente suyo.

--He venido a dejar a King, se ha quedado dormido después de-ehm... --permaneció en silencio unos momentos, se sintió avergonzado momentáneamente, sin embargo, recuperó la compostura casi instantáneamente--. Después de beber, y como ha dicho que no vivía lejos del bar, me he ofrecido a traerlo.

Elaine pareció mirar por primera vez a su hermano y se sorprendió de ver que, en efecto, el chico estaba durmiendo pacíficamente, sin saber que desde ese momento...

Aquella soledad que se alojaba en su pecho cuando era más joven, regresaría, hasta hacerlo sentir asfixiado.

Adulterio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora