Segunda etapa: Antecedentes, la ignorancia sobre el futuro.
Ban había matado a una persona, por eso estaba ahí.
¿La razón? Ni siquiera él la sabía.
Lo relevante aquí era que incluso con todo eso encima miraba con indiferencia a los demás reos detrás de los barrotes, estaban mofándose del nuevo recluso, el lenguaje que utilizaban era tan vulgar como sus apariencias y tan grotesco como su gesto, se sentía casi decente ahí. ¿Debía temer por sí mismo? Probablemente, ¿Sentir arrepentimiento? Era lo común. Lo que quizá si llegaba a cuestionarse era el cómo demonios sobreviviría ahí adentro, acaso ¿Se volvería la puta de alguien sólo por protección? Eso sonaba jodidamente divertido.
Pero aún así era indescriptible la sensación que le recorría el cuerpo en esos instantes, era tan intensa, tan... Agobiante, y eso era quizás lo único que lograba identificar entre todo aquello: agobio. El choque del martillo contra la madera aún lo tenía sordo, la voz firme y gruesa del juez diciendo su sentencia, seguía tan viva que le aturdecía. Los guardias se pararon un momento, al parecer habían llegado a su celda, y él intentaba mantener la compostura.
--¡No eres más que un culo nuevo en esta cárcel, un inútil y poco hombre!
Inútil. ¿Dice que él es un inútil?
Todo se quedó en silencio unos instantes, nadie podía procesar bien la situación; había pasado demasiado rápido, se había liberado de los guardias con una agilidad que para él mismo era impresionante sólo para sujetar el cuello del imbécil ese y hacerlo chocar contra la reja, su sonrisa desquiciada y el tic en su ojo izquierdo no era amigables, y en esos momentos sólo le miró con esa sonrisa tan forzada, el recluso estaba a punto de hacerse encima, no dejaba de sudar, era asqueroso. Los guardias lo sometieron hasta poder aventarlo al suelo de su celda, no se resistió, no mucho, el barullo había acabado y por la sonrisa feliz de su compañero, le agradecía haber provocado silencio. Era rubio y muchísimo más pequeño que él, sus ojos eran de un verde brilloso, hipnotizantes como los de un gato, y en su gesto había un cartel que decía: "nunca he matado ni a una mosca". No parecía haber hecho algo malo y aunque se moría por preguntar, no lo hizo, sin embargo, su compañero sí habló.
--Meliodas, un placer.
Qué nombre tan curioso.
--Ban, un gusto.
Bueno, al menos tendría buena compañía.
[...]
--¡Es inaceptable! No pienso dejar a Meliodas dentro de la cárcel por algo que no hizo. --su gesto mostraba infinita molestia, además de que se veía cansada; su cabello plateado caía descuidadamente sobre su rostro y suaves ojeras se marcaban en su fino rostro alarmando sobre las pocas horas de sueño que comenzaba a tener--. No se puede quedar ahí, no es justo.
--No lo es, preciosa, pero cambiar el veredicto del juez puede ser imposible --la mujer enfrente suyo era imponente, su cabellera negra relucía ante la luz blanca de los focos en la sala, todos se encontraban en su despacho, todos estaban frustrados, el llanto de Elizabeth se comenzó a escuchar y el ambiente se volvió frío.
--Merlin, debe haber algo que podamos hacer, el capitán es inocente, todos lo sabemos --King se encontraba furioso, habían manchado el honor del capitán diciendo despectivamente que Meliodas era corrupto, cosa que obviamente era falsa y estaba preso--. Eres abogada, sabes cómo se mueven allá dentro, ¡haz algo, debes hacer algo, joder!
--Te recuerdo que ellos no saben lo que nosotros, y es nuestra palabra contra la suya, nuestra evidencia no es suficiente --Merlin tenía el ceño claramente fruncido ante las palabras del más bajo, se sostuvo de su escritorio con impotencia y coraje--. Por ello nosotros perdimos, es estúpido sólo llegar a quejarnos, piensa un poco y di algo que sirva...
--Cállense, si únicamente van a pelear, cállense. No sirve de nada pelearnos, no sirve de nada llorar... --Elizabeth no interrumpió su llanto ante las palabras de Diane, King miró de reojo los ojos de su compañera, siempre le había catalogado como un perro rabioso, puesto que si le sostienes la vista un instante se te echa encima, miró su suave rostro, el color rojo adornaba sus mejillas y una pequeña vena se marcaba en su sien denotando su molestia, ese carácter tan fuerte y explosivo eran únicos para él, ella era simplemente única.
La puerta siendo abierta y la calmada voz de Gowther le sacó de su ensoñación.
--Tengo algo...
--Tenemos --la imponente figura del sargento segundo, Gilthunder, se hizo escuchar, la esperanza lleno la sala en cuestión de nanosegundos--. Pero llevará tiempo.
[...]
--Pero mira a quién tenemos aquí, ¡Capitan! --la ruidosa voz del zorro avaricioso se hizo escuchar en el patio del "receso", Meliodas viró los ojos al escucharle sin dejar de sonreír, Ban al enterarse de su antigüo puesto en la fuerza militar no dejaba de hacer escándalo a cada instante incluso si se habían visto hace diez minutos, como ahora, se sentó enfrente a él y con una sonrisa estúpida colocó su codo contra la mesa de concreto, retándole con la mirada, Meliodas frunció las cejas divertido.
--Si llegó a ganar, que es lo más probable, me darás tu comida de primera calidad toda la semana --Ban notaba los bastantes privilegios que le daban a Meliodas, pero el rubio los desperdiciaba por orgullo probablemente, por su parte estaba cansado de comer engrudo al que llamaban arroz, el apetitoso filete del plato del rubio le llamaba a gritos.
--Si yo gano, cuando salga de aquí te unirás al equipo de rehabilitación para las fuerzas armadas.
¿Eso existía? Probablemente sí, había escuchado algo pero no le importaba mucho, de cualquier modo iba a ganar.
--¿A ese montón de carne para cañón? Suena arriesgado --su sonrisa no se borró ni un instante mientras acariciaba sus cabellos con su mano izquierda, sus iris carmín brillaron ansiosos y excitados--. Incluso para mí.
No se dijo más y la fuerza bruta y testosterona se olía en el aire además de la sangre y orines, los ruidosos gritos de sus compañeros que aumentaban gradualmente alzaron su varonil ego, sus miradas no se despegaban y una sonrisa torcida surcaba el rostro de ambos, una apuesta que llegaba a resultar estúpida y un orgullo era lo que se defendía ahí.
Por lo que es jodidamente vergonzoso admitir que le ganaron.
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Adulterio.
FanfictionLe llamaban el zorro de la avaricia; por sus venas corre los más impuros sentimientos de pertenecía y anhelo a lo que no es suyo. [...] ⚠ADVERTENCÍA⚠ ×Los personajes de Nanatsu no Tazai NO me pertenecen. Se reservan dichos derechos a sus respectivos...