- Pasajeros con destino a Francia favor de abordar por la puerta número tres. - escucho que anuncian por el altavoz.
Yo casi siempre me encuentro en la parte trasera del avión asegurándome de que todo esté en orden. Mayormente suelo atender a los pasajeros de primera clase pero hoy me toco el otro lado.
- Amiga ven, debemos sentarnos. - avisa Brenda asomando su rostro por la cortina.
Asiento y la sigo por el largo pasillo del avión, era amplio ya que el avión era muy grande y acogedor para todos.
Camino hasta mi asiento que quedaba entre ambas salas, me siento y abrocho mi cinturón.
- Pasajeros favor de abrochar sus cinturones. Estaremos despegando en cinco minutos. - anuncia el piloto.
Hoy me encontraba un poco distraída. La vida últimamente me ha estado tratando peor de lo que ya lo hace, no la culpo, soy un fracaso que no merece ser feliz pero, ¿no cree que exagera un poco con echármelo en cara todos los días?
Desde que era una niña siento el rechazo de todos saliendole por los poros cuando paso a su lado. Me dicen la chica gris, solo por que es el color que visto siempre.
Conservo la esperanza de que algún día alguien se detenga a preguntar. Se interese por mi supuesto gusto por el gris y me pregunte.
Pero no, todos juzgan y no preguntan. Todos creen pero no ven. Es...doloroso.
Sacudo mi cabeza intentando alejar todos esos pensamientos que vienen a mi y al sentir un leve ardor en la muñeca me di cuenta de lo que había echo.
Desabrocho mi cinturón y entro al baño junto a mi. Prendo el grifo y coloco mi antebrazo debajo del agua.
Observo como el color cristalino se vuelve rosado debido a la poca sangre que sale de esta.
Cuando me voy en esos pensamientos suelo comenzar a rasgar mi antebrazo, así hasta que los pensamientos paren o alguien me detenga.
El sonido de la puerta siendo abierta me alerta y tomo una toalla para cubrir mi brazo.
- Lo siento, no sabía que estaba ocupado Catalina. - levanto mi rostro para ver quien era y vaya sorpresa.
- ¿Tú? No puede ser. - respondo colocando una mano en mi frente.
- Parece que hubieras visto lo más feo en el mundo. - dice él haciéndose el ofendido.
- Exactamente por eso estoy así. - sonrío viendo como su boca se abre sorprendido.
Él no dice nada pero observa a ambos lados y luego entra cerrando la puerta detrás de él.
- ¿Que haces? Sal de aquí pervertido. Invades mi espacio. - digo intentando salir del baño.
El baño era el único lugar donde no cabian dos humanos dentro y él quería hacernos caber.
- Deja de chillar, pareces un bebe pájaro cuando nace. Siéntate te voy a curar la herida. - dice señalando el retrete.
- No soy ningún bebé pájaro y para tu información doctorcito, ya me curé sola. - digo molesta cruzándome de brazos.
- Vamos, no te enojes, solo déjame ayudarte, aún derrama sangre. - pide tranquilo.
Ruedo los ojos y me siento de mala gana en el retrete. Le señalo una esquina donde está el botiquín y él lo toma
- Me llamaste Catalina. ¿Como supiste mi nombre? - pregunto curiosa.
- Tu amiga - se limita a decir.
- Ah, traicionera. - mascullo con leve enojo. Hablaría con ella luego.
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SACRIFICIO POR AMOR
RomanceTodos deseamos una vida color de rosa, incluso yo la deseaba. Pero...¿quien dice que debe ser rosa para ser perfecta? Mi vida era gris, en su totalidad. Y si, irónicamente era un fracaso en todo. Para lo único que era buena era para mi trabajo. Soy...