Todos deseamos una vida color de rosa, incluso yo la deseaba. Pero...¿quien dice que debe ser rosa para ser perfecta?
Mi vida era gris, en su totalidad. Y si, irónicamente era un fracaso en todo. Para lo único que era buena era para mi trabajo.
Soy...
- Perfecta. Esa es la respuesta a tu pregunta. Eres, perfecta. - susurro sobre sus labios.
Ella me observaba asombrada sin siquiera parpadear. Unas pocas lágrimas rodaban por sus hermosas mejillas, lágrimas que limpié con pequeños besos.
- Tengo miedo...al no sentir miedo contigo. - susurra abrazándome.
Me dediqué a abrazarla sin decir ni una palabra. Olía el rico olor que desprendía su cabello, era algo como a vainilla con coco.
- No me tienes miedo, de lo que tienes miedo es de quien eres cuando estoy contigo. Temes que algún día todo pueda desaparecer y dañarte aún más. - el apretón en su agarre me lo afirmó.
- No lo había entendido, ¿sabes? Me pase toda la noche tratando de entender que había echo para que me trataras como basura. Pero lo comprendí cuando dejé de pensar por mi y me coloqué en tu lugar. - explico aún sin soltarla.
Ella levanta su rostro y me sonríe apenada por lo que había dicho. Sabia que se sentía mal por como me trataba, es por eso que no le devolvía el gesto.
Ella se separa de mi y me hala de la mano para llegar a su cama. Me hace una seña para que me acueste y luego ella se acuesta en mi pecho.
La abrazo y dejo un beso en su frente. Se sentía tan bien que ella me permitiera estar aquí con ella.
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- No puedo creer que me hayas robado un beso. - dice con reclamo en su voz.
Río levemente. - Te lo hubiera robado hace mucho, pero no quería que terminarás dejándome sin dientes. - digo viéndola.
Ella ríe y niega con la cabeza. Comienza a hacer dibujos sobre mi camisa mientras yo solo observaba el techo.
Unos segundos después tocan a la puerta y entra la hermana de Catalina. Nos observa y su rostro cambia a uno de pocos amigos.
- ¿Que hacen ahí tirados? A mamá no le gustaría verlos así. - dice sonriendo con maldad a mi parecer.
- A mamá no le importa lo que yo haga o deje de hacer y a ti tampoco así que sal de mi habitación. - responde Catalina con evidente enojo.
- Zorra - susurra su hermana para luego marcharse furiosa.
- ¿Que demonios le pasa a tu hermana? - pregunto viéndola incrédulo.
- Es una idiota. - gruñe sentándose en medio de la cama.
Asiento para mi mismo pensando en que debía averiguar que pasaba con esta familia. Todos eran tan distintos a la mía, los únicos como nosotros era Catalina y sus dos hermanos.
- Mañana me gustaría que me acompañaras a un lugar especial para mi. - digo de momento tratando de cortar la tensión que su hermana había causado.
