XI: "PROBLEMAS"

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No hay peor desgracia para un hombre que esperar a que una mujer se aliste para salir.

Dos horas, dos horas llevo esperando sentado como tonto en un mueble a que mi preciosa damisela se preparé para salir a una cena familiar.

Dos horas en las que me memorice los versos escritos en los cuadros de la chimenea. En las que grabé el orden de las fotos y me aprendí el rostro de toda su familia.

Y aún después de todo ella no baja por esas escaleras.

Lo que se hace a veces por amor puede ser tan bonito como tan estúpido.
¿Pero que hacer?

Estaba enamorado de esa chica como no tienen idea. Y si debía esperar cien horas más y aplanar mi trasero en el mueble lo iba a hacer.

Por suerte no necesité de ello ya que escuché unos tacones resonar en el salón y segundos después la vi parándose en el umbral de la puerta.

Me puse de pie y la observé desde el mínimo detalle hasta el mayor.

Llevaba un hermoso y elegante vestido adherido a su cuerpo que resaltaba perfectamente sus hermosas curvas.

- Wow - exclamo sorprendido.

¿Ya ves tonto? Esperar valió la pena.

Por primera vez estuve de acuerdo con mi consciencia. No voy a negar que había sido molesto esperar tanto pero...

Verla que ese hermoso vestido y la sonrisa sincera en su rostro me habían dejado más tonto de lo que soy.

- Deja de verme así. Pareces el lobo observando a caperucita. - dice ella sonrojada.

Me acerco a ella a paso lento y dejo un suave pero bonito beso en su frente. Luego echando su cabello hacía un lado me acerco a su oído.

- ¿Podemos llegar a la parte en la que el lobo se la come? - pregunto con picardía en su oído.

Cualquier otra chica me hubiera seguido el juego y justo ahora estaríamos en su habitación haciendo quien sabe que cosas.

- ¿Eso quieres? - pregunta dejando un beso cerca de mi cuello.

Eso me dejó sorprendido pero me gustó que hiciera eso. Uno nuestras frentes pero cuando iba a besarla llegó lo que viniendo de Catalina no me sorprende.

- ¡Mierda! - exclamo doblandome con las manos entre mis piernas.

- Te dije que dejes de jugar conmigo cariño. No me tendrás en tu corazón pero no entre tus piernas solo por que te quiera. - dice sonriendo y pasando por mi lado para salir de la casa.

Ese golpe con la rodilla si que dolió. Ya pronto no tendremos descendencia.

Me levanto como puedo y salgo aún quejándome por el golpe. Y la muy...hermosa está sentada en mi auto esperando por mi.

- ¡Vamos Jared! ¡Llegaremos tarde! - grita desde el auto.

- ¡Claro, tarde! Te quedas dos horas alistandote, me memorizo a toda tu familia. Me coqueteas y luego me golpeas. Nos dejas sin descendencia y a ti solo te preocupa llegar tarde. Pero claro, como los hombres no tienen sentimientos. - gruño con ironía.

Me subo al auto molesto y arranco a toda velocidad. Había un silencio sepulcral por mi molestia y sus ganas de reírse reprimidas.

- ¡Anda! ¡Ríete! - exclame molesto.

No pasó ni un segundo cuando ella estalló en carcajadas sin la mínima vergüenza o el mínimo intento de ocultarlo.

- Te viste tan gracioso gritándole al cielo. - dice entre risas.

- Anda, burlate. Ya llegará mi momento. - digo sin mirarla.

- Sabes que te quiero Jared. - dice mientras limpia una lágrima de su ojo derecho.

- Claro, misericordia tuvieron al dejarte quererme por que si me odiaras, ya sería estéril. - respondo con ironía.

Ella solo volvió a reír mientras negaba con la cabeza.

Habíamos llegado al restaurante. Bajamos del auto y un hombre se lo llevó.

- Buenas Noches, somos de la familia Williams. - avisa Jared.

- Siganme - dice el hombre comenzando a caminar.

Catalina venía a mi lado observando todo el restaurante con preocupación y ¿miedo?

- ¿Estás bien? - pregunto al ver que sus manos comenzaban a temblar.

- Estoy bien. - dice apenas en un susurro.

Cuando llegamos a la mesa su actitud empeoro. Su temblor era aún más notable y su rostro comenzaba a ser bañado por una fina capa de sudor.

Su vista estaba en un solo punto al que la mía también se dirigió para ver a un hombre de al menos unos 45 años de edad en una de las sillas.

Pasé mi mano por su cintura y la atraje hacía mi captando la atención del hombre.

Estábamos aún a un metro de distancia y los padres de Catalina no nos habían notado.

- Todo estará bien hermosa. Te protegeré de lo que sea. - susurro cerca de su cabello.

- Solo no me dejes sola. - dice apenas audible.

La apego más a mi y cuando todos nos vieron se levantaron para saludarnos. Nos sentamos en nuestros lugares, habían dejado a Catalina junto al hombre pero yo tomé su lugar y la senté a ella en mi puesto.

Aún faltaban Nicolás y Jazmín por llegar. Todos estaban hablando animados excepto Catalina y yo solo veía por ella.

La cosa explotó cuando llegó Nicolás y vio al hombre junto a mi.

- ¿Que hace este hombre aquí? - pregunta con los dientes apretados y viéndolo con furia.

- Ese hombre es tu tío y merece respeto. Siéntate que llegas tarde. - responde su madre con molestia.

- No, no pienso ser como ustedes. No pienso hacer la vista gorda mientras ese hijo de... Se sale con la suya. Tal vez a ustedes no les importa lo que pasa conmigo y mis hermanos, pero a mi si. - dice viendo a sus padres con odio puro.

- Nick... - intenta decir Catalina.

- No Catalina. Esto se acabó. Vámonos, ven conmigo Josh. - dice Nicolás.

El pequeño Josh se levanta y toma la mano de su hermano para luego estirar la otra en dirección a Catalina.

Ella me observó pidiendo ayuda y yo solo la hice levantarse y la voltee hacía mi.

- Mírame, sé que esto es difícil para ti. Sé que te duele demasiado pero tienes que ser fuerte hermosa. Tú puedes con esto y más. Debes tomar una decisión. La que decidas hazlo por ti, por que realmente sabes que serás feliz y que nunca te arrepentirás. Yo te apoyo en la que sea que tomes, a donde vayas, yo iré. - digo secando las lágrimas que bajaban por sus mejillas.

Ella asintió, tomó mi mano y viendo por última vez a sus padres tomó la mano que Josh le brindaba.

Salimos del restaurante pero justo en la puerta un recuerdo vino a mi. Todos se detuvieron a observarme confundidos.
- Así estabas anoche...Él...Él... - observé a Catalina para saber si era cierto lo que pensaba.

Su mirada al suelo y las lágrimas nuevas en sus mejillas me lo confirmó.

Me quedé en shock por un instante y soltando su mano lentamente me la vuelta para regresar al restaurante.

Esto era grave...

¿Por qué?

Por qué tenía un arma en mi pantalón y estaba a punto de utilizarla.

SACRIFICIO POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora