XIV: "MUJERES"

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No sé cuanto tiempo llevo aquí sentado. Quizás horas, días e incluso semanas. No he comido, dormido o tan solo movido.

Por mi mente solo pasa mi rostro decepcionado reflejado en los ojos llorosos de Catalina.

Me encontraba en un tipo de shock por la noticia tan grave que había descubierto.

Ese niño al que tanto cariño le tenía era hijo de ese hijo de...

No le había tomado enojo, rabia o tan siquiera manía a Josh. Él era inocente y no tenía la culpa de la causa por la que llegó al mundo.

Y me parecía sorprendente que aún después de ello. Catalina lo ama y es capaz de dar su vida por él.

- ¿Donde estás idiota? - escucho que preguntan abriendo la puerta.

Al ver en la dirección estaba mi pequeña hermana observándome con los brazos en jarra y el ceño fruncido.

- ¿Que haces ahí tirado? ¿Tienes complejo de planta? ¡Levántate! - reclama con su voz chillona de niña pequeña.

- Anda, ¿y desde cuando la mocosa manda al hombre? - pregunto sonriendo.

- Mocosa tu hermana. Vergüenza debería darle que yo sea más madura y menos llorona que tú. - dice cruzando sus brazos molesta.

- ¡Hey! Yo no lloro. - gruño levantando mi rostro con ego.

- Si, y yo soy Ariel ¿no? - responde con ironía.

- Agh, ¿para que vienes? - pregunto por sus ganas de ganar esta guerra.

- Para ver si el idiota de mi hermano pretende levantarse de la cama. Ya pareces una sabana. - responde.

- No me levantaré de aquí. - me vuelvo a tirar.

- Bien, entonces le diré a Catalina que se vaya. - dice encogiéndose de hombros con indiferencia.

Doy un salto en la cama. Corro hasta el espejo y me veo en el. Cuando logro arreglar mi cabello bajo corriendo las escaleras.

Fue entonces como llegué a estar corriendo tras mi hermana para asesinarla.

- ¡Vuelve aquí niña del demonio! ¡Me las pagarás! - grito intentando atraparla.

¿Como demonios una niña corre más rápido que yo? Debía hacer más ejercicio.

- ¡De alguna forma debía levantarte! ¡Valora eso y ve a buscarla idiota! La perderás por hacerte el de rogar. - grita trepada de un árbol.

- ¿Cuando aprendiste a hablar de esa forma? - pregunto sorprendido por su forma de expresarse.

- Cuando nací idiota. No hagas preguntas y ve. Mientras intentas matarme alguien puede llegar y robártela. - dice sonriendo con maldad.

Me quedé pensando un segundo y tenía razón. Yo quería a esa chica y me había alejado por idiota. Ella no tenía la culpa de nada y debía pensar que yo no lo creía así.

- Me iré, pero no te libraras de esta engendro. - digo señalándola.

- No te hagas, me amas y lo sabes. No puedes vivir sin este encanto. - responde guiñando su pequeño ojo.

Me quejaría por su egocentrismo. ¿Pero que hacer cuando lo heredó de mi? Me vería patético reclamándole algo que yo le enseñe.

Decidí hacerle caso e ir a visitar a Catalina. Pero antes, debía darme un enorme y largo baño. Ya saben, por eso de las pestes.

(...)

De nuevo me encuentro en la situación de estar parado como idiota frente a su casa y no saber que hacer.

De pronto mi móvil comienza a sonar sacándome de mis cobardes pensamientos.

- ¿Que sucede Jaz? - respondo al ver que era mi hermana.

- Espero que el idiota que está parado frente al portón no seas tú con tu cobardía. - reprende molesta.

- ¿Que? ¿Yo? Jamás, acabo de llegar. - digo viendo hacia todos lados.

- ¡Acaba y entra o te pateare el trasero! Catalina te necesita. - gruñe para luego cortar la llamada.

Cuando escuché eso ni siquiera lo pensé dos veces. Crucé las rejas y caminé por todo el jardín hasta llegar a la puerta.

Cuando toco la abre la misma señora que me atendió el otro día pero esta vez sin cara amable.

- Vine a ver...- iba a decir.

- Lo sé, entre. Esta en su habitación. - interrumpe haciéndose a un lado.

La miro extrañada pero entro.  Subo las escaleras y llego a su habitación. Toco la puerta y luego de un "pase" entro.

- ¿Que quieres? - pregunta sin verme.

Estaba sentada junto a su ventana con un lindo pijama naranja. Comencé a reír por ese detalle.

- ¿De que te ríes? - pregunta volteandose.

- Tienes un pijama naranja. - digo riendo aún.

Ella al principio no entendió hasta que recordó como yo solía llamarla. Entrecerró sus ojos y fue ahí cuando mi risa se esfumo.

- ¿Te tragaste un payaso antes de venir? - pregunta cruzándose de brazos.

- Mm, no he comido nada de hecho. - digo fingiendo pensar.

- ¿Y que esperas? ¿Acaso vives de aire? - pregunta molesta.

- Vivo de besos y abrazos. Pero nadie quiere dármelos. - digo haciendo un puchero.

Ella rueda los ojos y comienza a acercarse. Abrió sus brazos y los estiro para darme un abrazo.

Cuando yo estire los míos ella aprovecho y me dio un rodillazo en el abdomen.

- Como me te vuelvas a burlar por tener algo de mi color o tan solo me digas algún comentario sobre este...el rodillazo será más abajo cariño. - dice lentamente.

Deja un beso en mi frente por estar inclinado y luego se va hacía el baño.
- ¿¡Pero que demonios les pasa a estás mujeres de hoy día!? - grito furioso.

Ella solo se voltea y me observa con rostro hartado.

- Mis hermanas no paran de decirme idiota. Me insultan y juegan con mi sensibilidad de hombre. Tu nana casi me asesina con la mirada, ¿¡y tú!? ¡Tú tienes un complot para dejarme estéril! ¡Agh! - exploto del enojo.

Salgo dando un portazo y camino como puedo hasta llegar a la puerta. Salgo y aún tengo que caminar todo el jardín.

- ¡Jared! - llaman pero no hago caso. Continuo caminando hasta que alguien se posa frente a mi.

- Déjame ir. - digo sin verla a la cara.

- Mírame Jared. - dice a lo que yo niego con la cabeza.

Ella se molesta y toma mi mano para comenzar a halarme hasta una banca en su jardín.

Se trepa en esta quedando a mi altura y gira mi rostro para que la vea directamente.

- Lo siento, creo que soy un poco violenta. ¿no? - dice haciendo un gesto avergonzado.

Yo no le respondo nada, solo la observo ahí parada. Con sus lindas y pecosas mejillas coloradas por la vergüenza.

Tenía unos ojos verdes tan preciosos que me dolía saber que ella no podía admirar ese color tan hermoso.

Le había prometido que le traería color a su vida. No me importaba el riesgo de quedarme sin volver a verlos. Por ella estaba dispuesto a todo.

Incluso a dar mis ojos por salvar los de ella...

SACRIFICIO POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora