2:

1K 133 76
                                    

Durante el viaje de autobús se puso a jugar con las funciones de su nuevo teléfono. Estaba en su mayoría configurado para que no pudiera ser rastreado incluso si se conectaba a una red inalámbrica de internet. Sabía mejor que nadie que debía evitarlo lo más posible aunque el móvil tuviera seguridad contra rastreadores o hackers. Fuera de algunas funciones que servían en caso de emergencia, de resto era un móvil normal y corriente. Al no encontrar nada interesante lo guardó en su mochila y se quedó mirando por la ventana. Le advirtieron que el viaje sería de una hora y media, pero se le estaba haciendo demasiado eterno.

Estaba comenzando ya a cabecear cuando finalmente el autobús se detuvo y la voz por ordenador anunció el nombre de su parada. Espabilándose, agarró su mochila y se bajó del bus. Sacó el papel donde Kuzuryu le había apuntado la dirección y siguió las indicaciones que le había dado para llegar. Estaba tan solo a quince minutos caminando. Una vez parado frente a la puerta de lo que iba a ser su casa por un tiempo, sacó las llaves y con un satisfactorio clic, la abrió. El interior era pequeño, con muebles básicos y los electrodomésticos necesarios. Fuyuhiko le conocía muy bien, sabía que prefería este tipo de lugar antes que algo grande. El espacio innecesario lo hacía sentir solo.

Soltó la mochila junto a la puerta sin darle importancia y se acercó al mueble que desde que entró había llamado su atención. Había un trozo de papel sobre la cajonera. ¿Sería del casero? Cuando lo tomó vio únicamente un número de teléfono y las siglas K.I debajo. Inmediatamente supo que era cosa de Fuyuhiko. Nadie más que él sabía de los números secretos de algunos miembros de la familia. Recogió el móvil del interior de su mochila y agregó el número a su agenda de contactos. Luego le mandaría un mensaje, ahora debía ir y ver dónde quedaba la universidad exactamente.

Metió el celular en el bolsillo de sus jeans, cogió las llaves y se dispuso a salir nuevamente. El camino hasta la universidad era, efectivamente, relativamente corto. Apenas estaba a diez minutos andando. Los alumnos estaban saliendo del edificio por lo que un turno lectivo debía de acabar de terminar. Se apoyó contra la pared junto a la salida, analizando sus alrededores a medida que todos iban saliendo. La suerte debía de estar de su lado porque, una vez la marabunta de alumnos excitados por salir de clases se disipó a un número menor, pudo ver entre unos pocos una destacable cabellera blanca y piel muy pálida. Tenía que ser quién estaba buscando, no tenía pérdida. No se acercó, por supuesto, le bastaba con verlo desde allí.

Quizás no debería decirlo, ni siquiera pensarlo y es que el muchacho no tenía nada que envidiarle a nadie. Rodó los ojos para sí mismo. No podía andar haciéndole ojitos a alguien que tendría que matar más temprano que tarde. Era una pena ciertamente... pero hacia esto por Fuyuhiko y Natsumi.

—¿Esperas a alguien? —se puso completamente tenso contra la pared al haber sido inesperadamente cazado absorto en sus pensamientos. Se regañó a sí mismo pues era la primera vez en meses que le pasaba. ¡Un momento de despiste como aquél podría costarle la vida en cualquier momento!— ¿Estás bien? Tu cara se ha puesto súper pálida.

Inconscientemente se pasó los dedos por la cara mientras veía al albino que repentinamente se había acercado a él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Inconscientemente se pasó los dedos por la cara mientras veía al albino que repentinamente se había acercado a él.

—No, yo... solo estaba viendo el lugar —pensó rápidamente.

Ojos grises se cerraron mínimamente en su dirección como si le estuviera analizando a él y la veracidad de sus palabras. Luego asió la maleta a su hombro y sonrió con despreocupación.

—Entonces, ¿te asusté? —agachó la cabeza como disculpa—. Te me habías quedando mirando así que pensé querrías algo...

La cara de Hajime pasó de estar blanca a ponerse rojo como tomate. No fue su intención mirarle tanto que lo notara. Otro error que no solía cometer. Debía de estar cansado, tenía que ser eso, pero no era excusa. No pasaba nada, tenía el control de la situación, solo estaban hablando. No era como tenía planeado tener su primer contacto con su objetivo sin embargo no era un gran contratiempo. Tan sólo un ligero cambio de planes.

—Disculpa mi rudeza, —recuperó la compostura y la seriedad— recién he regresado a la ciudad y estoy cansado. Solo estaba viendo la universidad a la que voy a comenzar a asistir. No me di cuenta que estaba mirando en tu dirección.

Podían haber sido imaginaciones suyas, pero le había parecido atisbar que, por un momento, había arrugado el ceño en sospecha. Realmente necesitaba un día de descanso.

—Un consejo —el de rostro pálido alzó un dedo, su sonrisa ensachándose— no está bien acosar a la gente.

—¡N-no estaba acosando a nadie! —refutó en un tono de voz algo más alto de lo normal. Algún alumno miró hacia ellos antes de seguir su camino.

—Espero te guste la universidad, acosador-san —se despidió con la misma mano que había levantado anteriormente, no dando tiempo a que Hajime se defendiera más.

Se quedó con la palabra en la boca, entrecejo fruncido. Eso no había ido para nada cómo había planeado. Ese chico le despertaba toda la curiosidad, inútilmente pues su destino iba a ser el mismo.

Se separó de la pared con un suspiro, metiendo las manos en sus bolsillos e iniciando su camino de vuelta al apartamento. Trató poco a poco de reconocer sus alrededores en el camino que hay entre la universidad y su apartamento. No había nada especialmente destacable que pudiera ser útil en su misión por el momento.

Una vez volvió a pisar dentro del piso, finalmente sacó el móvil para mandar un mensaje al número que previamente había registrado.

Hajime: Tengo un número nuevo, pensé deberías de tenerlo.

La respuesta sabía que no iba a llegar en ningún momento cercano. Podría ser que incluso iba a tardar un par de días en responder. Siempre hacía lo mismo y le exasperaba porque llegaba a preocuparse de que le pasara algo. Conociéndolo sabía que estaría bien solo, pero no quitaba que con la situación en la que estaban ahora con el asesinato de Natsumi estuviera preocupado de más. Esos sentimientos podrían llevarle a la ruina, debería centrarse en la tarea que le habían encomendado y ya.

Deshizo lo poco que llevaba en su mochila, agarrando un papel enrollado y un estuche que tenía en el interior. Desenrolló dicho papel y comenzó a trazar un plano de la zona por donde había caminado. Debería buscar un cibercafé para conectarse a internet y poder acceder más fácilmente a la distribución de la ciudad. Hacer un plano completo a mano le tomaría días y sólo estaba haciendo aquél en concreto para dibujar las rutas que su víctima tomaba normalmente... cuando las descubriera, por supuesto. Dejó el papel extendido sobre la pequeña mesa del salón, trabado en sus extremos con el estuche y una goma.

Una vez acabado esto, procedió a colocar los muebles a su gusto. No había mucho que mover tampoco, pues el salón era a la vez su habitación. Inspeccionó el baño, notando que habían toallas e incluso los útiles que normalmente usaba. Todo preparado para vivir allí, tal y como esperaba de Kuzuryu.

Recordó su encuentro con el objetivo, resoplando para sus adentros por como resultó la conversación. Había estado demasiado distraído, un error fatal. Si Fuyuhiko se enterara de eso seguro no sería nada bonito para Hajime. Sin embargo le había dado al albino la impresión de que Hinata no era muy avispado, lo que quizás podía funcionar a su favor. Lo hacía un poco menos sospechoso. Mañana comenzaría en la universidad y empezaría a analizar el patrón de rutina de su víctima. Iba a ser una misión larga, tenía ese presentimiento.

мσησ¢няσмє яαιηвσω 『HinaKoma / KomaHina』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora