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Sin quererlo ni desearlo, había tenido una cita. Con un chico. A quién debía matar.

—Muy gracioso, destino —protestó hacia nadie en particular, acostado en el futon en su piso. No lograba conciliar el sueño, algo común, pero esta vez era por razones muy distintas.

¿Por qué? ¿Por qué no podía ser un hombre de cuarenta o cincuenta años? ¿Por qué tenía que ser un atractivo chico de su edad con el que compartía más gustos de lo que le gustaría admitir? Era malditamente injusto. No tenía opción alguna. Su familia era más importante, resolver el asesinato de Natsumi era muy importante para Kuzuryu. No lo hacía menos injusto.

Levantó el teléfono, dispuesto a renegar de la misión, pero... A medio escribir el mensaje lo borró y volvió a dejar el móvil a un lado. No, acabaría asesinado incluso si Hajime desistía de hacerlo. No le esperaba otro destino sino la muerte. No era la primera vez que se sentía mal a la hora de pensar en acabar con la vida de otra persona. Nunca se había sentido bien sobre ello. Aunque fuera su trabajo... Trató de alejar las náuseas respirando hondo por la nariz y pensando en otras cosas menos sangrientas. No, no tenía caso. Acabó corriendo al baño y vaciando el contenido de su estómago. Se quedó largo y tendido agarrando los bordes del inodoro hasta que sintió recuperar la fuerza de sus extremidades y se levantó para limpiarse y enjuagar su boca. Eso sí era algo a lo que no se acostumbraba por más que sucediera, seguía siendo igual de desagradable.

Evidentemente no iba a conseguir pegar ojo en aquel estado, así que volvió a acostarse y tomó su móvil para mandar un mensaje.

Hajime: Supongo estás en el trabajo, pero quiero saber cómo estás.

La respuesta, para su sorpresa, no tardó en llegar:

No hay clientes ahora mismo y todo está bien.
¿De nuevo no puedes dormir?

Incluso a través del teléfono era como un libro abierto para él, increíble. Antes de que pudiera responderle, otra burbuja de texto apareció en el chat.

Sigues siendo un niño, Hajime.

Suspiró, molesto por la ofensa. No estaba dispuesto a aceptar eso. Simplemente tenía problemas para dormir con todo lo que tenía constantemente en la cabeza. Además no acostumbraba a estar completamente solo en un lugar.

Hajime: ¿Cómo es que tú concilias el sueño?

Fácil, acabo tan agotado que conciliar el sueño no es una preocupación.

Deberías aplicarlo.

No sonaba tan mal. Encontrar alguna actividad que distrajera su mente mientras seguía entrenando su cuerpo... Seguro alguna de las actividades extra de la universidad cumplía ese requisito.

Ahora sí tengo que trabajar. Intenta dormir, realmente no quiero preocuparme por ti.

Hajime: Wow gracias, yo también te quiero.

En serio, no había cambiado lo más mínimo. No recibió más respuestas, por lo que suspiró y se puso a dar vueltas por internet buscando qué hacer hasta que se cansara lo suficiente para dormir.

[…]

Finalmente pisó el cibercafé. Pagó por el servicio de uso de una hora de la computadora y se dispuso a copiar todo lo que necesitaba en un pendrive. Era sábado por lo que no había universidad ni pensaba comerse la cabeza pensando en Komaeda ese día. Estaba decidido a concentrarse completamente en su misión. Por Fuyuhiko y por su propio bien. No más distracciones.

мσησ¢няσмє яαιηвσω 『HinaKoma / KomaHina』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora