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No he abandonado esto, solo es que con el calor se me quitan las ganas de todo, el verano ha sido horrible.

~…~

Al regresar a la habitación, Nagito y Hajime estaban durmiendo de nuevo en la cama, abrazados. La escena le trajo un poco de calma, se veían tranquilos y, por qué no decirlo, lindos. Se quedó allí de pie durante unos momentos, observándolos dormir hasta que se inclinó a dejar un suave beso en la frente de ambos. Quién sabía lo que les deparaba el futuro a partir de ahora, no quería arrepentirse de que no hizo suficiente por ellos.

Abandonó el cuarto para no despertarlos y se sentó en la mesa/barra de la pequeña cocina tras haber agarrado una libreta y material para escribir. No quería que Nagito y su hermano acabarán más aún metidos en aquello. Ya todos habían perdido demasiado e Izuru no deseaba perderlos a ellos también. No estaba dispuesto a correr ese riesgo.

Sin embargo, pensar que la persona detrás de todo siempre estuvo tan cerca... Le daba muchísima rabia no haberse dado cuenta antes, pero ¿cómo lo hubiera sabido? Muchos clientes frecuentaban su bar, no podía asumir que todos tenían malas intenciones -a pesar de que el negocio no era lo que alguien llamaría limpio y legal-. Entonces el día que coincidieron Natsumi y ella, Enoshima... Estúpida Kuzuryu, sólo porque reveló su nombre habían acabado allí. Sacudió la cabeza. No, aún no le sentaba bien consigo mismo él haberla asesinado a sangre fría, más por su hermano y Fuyuhiko que por sí mismo. Éste último, al fin y al cabo, nunca fue malo con ellos, podía considerarlo un hermano, también. Desearía poder disculparse con él apropiadamente, era al único al que le debía algo, mas no estaba tan involucrado en devolver ese favor como Hajime. Estaba entregando su cordura y salud a cambio de haber sido permitido vivir bajo el techo de los Kuzuryu. Su puño estaba cerrado y en el aire, a punto de golpear la mesa, temblando. Se detuvo, recordando que no quería despertar a la pareja en la habitación.

Si no fuera por Natsumi, su hermano, Nagito y él ya estarían muy lejos de allí con una vida moderadamente tranquila. Rechinó los dientes. No se arrepentía de matarla, pero no fue culpa de ella.

—Es culpa mía... —agachó la cabeza hacía la mesa, su cuerpo entero se sentía pesado. Estaba reviviendo memorias que quería mantener enterradas, pero que afloraban con más frecuencia de la que le gustaría. Si hubiera tenido el valor de contarle la verdad a Hajime con antelación, nada de todo esto estaría pasando, pero... en retrospectiva quizás no hubiera llegado a conocer a Nagito si lo hubiera hecho.

...Tenía que hacer otra llamada.

[...]

Cuando Izuru abrió los ojos en la mañana, ni su hermano ni su novio estaban en la cama. Habían estado ahí recientemente, las sábanas aún estaban ligeramente cálidas. Un escalofrío le recorrió nada más retiró el edredón y su mirada se posó sobre la cristalera que daba a la terreza. A pesar de ser de día, el cielo estaba oscuro y ya había comenzado a llover. No le extrañaría si de repente se fuera a desatar una tormenta.

Se desperezó de forma rápida agarrando su móvil y se levantó en dirección al baño para lavarse la cara. Quizás Nagito y Hajime estaban ya desayunando en el restaurante antes de que éste cerrara su menú vespertino. No sabía muy bien qué hora era y era difícil saberlo con el mal tiempo que había fuera. La comprobó en su celular antes de guardar el aparato en el bolsillo de su pantalón. Casi las nueve y media. Solía despertarse mucho más tarde, pero algo lo había empujado a levantarse ya.

Bostezando, abrió la puerta del baño mientras un relámpago lejano dejaba mostrar su flash al interior de la habitación de forma siniestra.

мσησ¢няσмє яαιηвσω 『HinaKoma / KomaHina』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora