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NA: Por fin se revela el por qué del título del fic y seguirá tomando importancia más adelante. Me alegra mucho la respuesta positiva que está recibiendo este fanfic y también me alegra haber recuperado rápidamente las ganas y la inspiración~

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Revisó su teléfono móvil nada más regresó al apartamento. Efectivamente había una dirección en su bandeja de mensajes. Había tenido tiempo suficiente para calmarse en el camino de regreso. Su ansiedad y su miedo seguían ahí, pero otra emoción había superado éstas anteriores: rabia. Obvio alguien había decidido meterse con la persona equivocada, Kamukura Izuru no se andaba nunca tonterías cuando se trataba de una misión; era sigiloso y hábil como un felino y jamás dejaba huellas o un gran desastre atrás. Ahora si alguien se metía con algo que le importaba, una de las personas más preciadas para él... se aseguraría de ahogarlos en el charco de su propia sangre mientras deseaban jamás haber decidido hacerles daño.

Se memorizó la dirección y con la ayuda de internet investigó rápidamente los alrededores del lugar. Una fábrica abandonada, que arquetípico y cliché del secuestrador el usar semejante localización. Fuera cliché o no, no quitaba que el lugar en sí solo tuviera una entrada segura figurando en el plano más reciente de dicho edificio y que hiciera su infiltración más complicada. Las ventanas estaban muy altas y aún si trataba de trepar por ellas, lo verían en las cámaras antes de que pudiera llegar a entrar. No tenía mucha opción más que entrar por la puerta grande. Debía de haber alguna salida de emergencia funcional o un pasadizo artificial construido a conveniencia de su enemigo. Era una corazonada —mas no suele equivocarse— y estaba seguro de que este secuestrador no era ningún novato con algún tornillo suelto. Trazó todas las rutas posibles, también memorizándolas. Entraría por la puerta principal de todas formas, no quería dejar ver que conocía la posible ruta de escape pues la bloquearían enseguida junto con la puerta principal.

No podía perder más tiempo, mientras estaba allí, algo malo podría estar pasándole a Nagito. Después de ver la trágica escena en su propia casa... Respiró profundamente, debía permanecer calmado y con la cabeza fría. Como si fuera una misión más.

Se cambió de ropa a unas más cómodas en las que podría esconder mejor sus armas.  No llevaría su móvil consigo porque en esos instantes ni siquiera podía fiarse de la familia Kuzuryu... Eran fieles entre sus miembros, pero él jamás podría llegar a confiar en ellos del todo.

Giró la cabeza hacia el mueble, donde yacía un único portaretratos con una foto en blanco y negro. La tomo en sus manos, quitándole el polvo del cristal con el pulgar. Era una foto blanco y negro de un arcoiris. Parecía algo estúpido ya que el arcoiris destacaba por su bello arco de colores y sin embargo había enmarcado aquella foto sin color alguno. La foto tenía su propia historia; recién él y Komaeda habían comenzado a salir juntos. No hubo ningún preliminar romántico, nada de cursilerías, sólo dos personas que incluso en los momentos silenciosos se entendían entre sí. Nagito, quién recién acababa de terminar la preparatoria, se estaba tomando un año sabático para descubrir qué quería hacer en su vida. Estuvo un tiempo derivando hacia la fotografía, pero lo abandonó diciendo que alguien tan podrido como él no podía capturar la belleza de su entorno. Sacaba muy buenas fotos, pero aquella fue la única que conservaron allí.

—¿Por qué la has tomado en blanco y negro? —había preguntado Izuru, intrigado, aquel día de lluvia.

—El arcoiris es hermoso, eso dicen, pero yo no entiendo su belleza.—

Kamukura, a pesar de su vasto conocimiento, era incapaz de comprender a dónde quería ir a parar su novio, y eso era las cosas más interesantes de salir con el albino.

—Porque es triste, ¿no? Es como si el cielo estuviera tratando de sonreír mientras llora —una visión interesante y subjetiva y a la vez le decía mucho del estado mental de Nagito, pero para Izuru, quién probablemente estaba tan dañado como él, comprendía su forma de ver el mundo como ningún otro—. Casi parece que trata de ocultar su tristeza tras esa armonía de color y forma.

мσησ¢няσмє яαιηвσω 『HinaKoma / KomaHina』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora