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NA: No creo que esto tenga 10 capítulos más. Iba para algo más largo, pero he decidido cortar un gran trozo además de que se ve una pérdida de interés así que... eso.

De hecho en este capítulo iba a haber lemon pero no era importante para la trama y era demasiado indulgente. Si alguien quería verlo, lo siento, en otra ocasión.

*-*-*

Nagito se quedó encogido en una esquina de la amplia cama con las rodillas contra su pecho y con sus brazos alrededor de sus piernas. Podía escuchar la voz de Hajime y un poco menos la de Izuru, la pared que separaba el baño de la habitación era lo suficientemente gruesa para opacar los sonidos del interior. Se preguntaba qué estaban discutiendo, qué tanto estaban hablando que sentía que llevaba una eternidad allí sentado. Sus piernas se estaban quedado agarrotadas en esa posición, así que se estiró y decidió encender la televisión con el volumen al mínimo para no interrumpir a los otros dos. Se acercó al borde de la cama para ver mejor la pantalla y pasó los canales vagamente con la intención de pasar el tiempo, sin fijarse en realidad en lo que estaba viendo. Nada llamaba su atención lo suficiente para hacer que se fijara del todo en las imágenes que pasaban por la pantalla. Estaba atardeciendo para cuando sintió sus párpados pesados, pero su estómago, que quizás llevaba rugiendo ya por al menos una hora, no le dejaba quedarse dormido. Giró la cabeza hacia el baño de manera ausente y silenció la televisión por completo. No escuchaba nada del interior y comenzó a preocuparse. ¿Debería ir y preguntar si todo estaba bien? Puso un pie medio dormido en el suelo con la intención de levantarse y comprobar que nadie hubiera pasado, pero en ese momento, el pestillo de la puerta fue retirado.

—Komaeda, ¿puedes ayudarme? —llamó Izuru desde el otro lado de la puerta con más claridad que las voces que escuchaba antes. Se levantó de la cama y alcanzó a abrir la puerta para él, dejándolo salir con Hajime inconsciente cargado entre sus brazos.

—¿Qué ha pasado? —preguntó preocupado, siguiendo los pasos de Izuru de cerca hasta que se paró junto a la cama para dejar a su hermano suavemente sobre el colchón.

—Estará bien, solo ha sido sobrecarga de estrés —sacudió la cabeza. Parecía se lo estaba diciendo más a sí mismo que respondiendo a Komaeda. Habían estado tanto tiempo separados que seguro lamentaba no haber estado ahí para cuidar mejor de él. Nagito no podía, ni pretendía, haber sido su sustituto en ningún momento—. Dejemos que descanse... Han pasado muchas cosas.

—Kamukura-kun... —lo observó erguirse tras haber arropado al castaño bajo las sábanas de la cama y se giró hacía él. Su rostro indicaba con claridad lo preocupado que estaba o quizás era que llevaban tanto tiempo juntos que lo podía leer con bastante facilidad.

Izuru lo agarró de la mano, la familiar calidez de aquella embargándole enseguida—. Ven —susurró—, vamos a la terraza, así no le molestamos.

El albino asintió, mirando a Hajime dormir unos segundos antes de seguir al pelinegro a la terraza. Por suerte era privada y no había otra al lado, solo plantas más abajo. Estarían bien mientras no hablaran muy alto. Se sentó en la lujosa mesa de exterior, justo bajo la sombrilla. Cuántas menos posibilidades hubieran de que fueran vistos mejor, incluso estando tan lejos de casa.

—¿Tienes hambre? —al ser recordado que, de hecho tenía, su estómago rugió en respuesta. Pasó un brazo por su abdomen, avergonzado—. Les traje ropa a los dos, también tengo algo de comer, espera aquí.

Regresó al interior de la habitación tras las puertas de cristal y las cortinas. No tardó ni cinco minutos en regresar con obentos precocinados y los dejó sobre la mesa. Nagito miró a la caja transparente con nostalgia, recordando todo el tiempo que había pasado desde que comió una de aquellas.

мσησ¢няσмє яαιηвσω 『HinaKoma / KomaHina』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora